Manifestaciones de empleados públicos de Wisconsin

Printer-friendly version

Manifestaciones de empleados públicos de Wisconsin

La defensa de los sindicatos nos dirige a la derrota

Decenas de miles de trabajadores del sector público y estudiantes han salido a las calles y están ocupando el capitolio del Estado en Wisconsin para protestar contra los cambios propuestos a los acuerdos de negociación colectiva entre el gobierno del estado y sus sindicatos de empleados públicos. El novato gobernador republicano del estado, perteneciente al Tea Party, Scott Walker, ha propuesto un proyecto eliminando los derechos de negociación colectiva para la mayoría de los 175 mil empleados públicos del Estado, prohibiéndoles completamente la negociación de las pensiones y de las contribuciones de salud, dejando sólo el derecho de negociar sobre los salarios. Además, de acuerdo a la legislación, los sindicatos de empleados públicos tendrían que someterse a los votos de certificación anual a fin de mantener el derecho de representar a los trabajadores en las futuras negociaciones de recortes. Los bomberos, que no fueron afectados por los cambios propuestos (debido a que su sindicato apoyó a Walker en las elecciones de noviembre de 2010) se han mostrado solidarios con aquellos que están bajo los ataques uniéndose a las protestas, que muchos dicen se han inspirado en la ola de movilizaciones en Egipto y de manera más amplia en el Medio Oriente. Mucha gente de Wisconsin que está en las protestas llevan orgullosamente pancartas en donde apodan al gobernador como Scott "Mubarak" Walker, mientras otras personas corean preguntando "Si Egipto puede tener democracia, ¿por qué Wisconsin no?" ¡Incluso los trabajadores de Egipto han mostrado su solidaridad con los trabajadores de Wisconsin!

Mientras tanto, aunque las semanas pasadas el Departamento de Estado de EUA, ha pedido a los líderes árabes actuar con moderación contra los manifestantes, ¡El gobernador de Wisconsin ha amenazado con llamar a la Guardia Nacional para reprimir las manifestaciones, si fuera necesario! Algunos grupos de veteranos de la Guardia han respondido que el trabajo de la Guardia es responder en caso de desastre y no como escuadrón personal de matones al servicio personal del gobernador. Se dice que la situación política en Wisconsin es frágil puesto que puede producirse una crisis constitucional. Los 14 senadores del Estado democrático han huido, negando a la legislatura de Estado controlado por los Republicanos el quórum que necesita para hacer aprobar el proyecto del Gobernador. Se dice que si son encontrados dentro del Estado, la patrulla estatal ¡los arrestará y los llevara de regreso al capitolio! Por otra parte los líderes sindicales y del partido demócrata hablan abiertamente de destituir al gobernador y a todo aquel senador que apoye su proyecto. ¡La política estadounidense se transforma cada vez más en algo como una caricatura en cada crisis!

La crisis en Wisconsin ha sido enmarcada por los medios de información nacionales como el primer choque real del ejecutivo del Tea Party vuelto republicano usando su poder político nuevamente descubierto para ratificar una agenda ideológica de destrucción de los sindicatos de empleados públicos, a los que muchos miembros del Tea Party y republicanos culpan de la virtual quiebra de los gobiernos estatales a lo largo del país. Estos republicanos dicen que la ratificación de la austeridad es necesaria para equilibrar el presupuesto estatal, paralizado por un déficit masivo de 137 millones de dólares. Por otra parte, los demócratas y sus aliados sindicales están poniendo el grito en el cielo contra el gobernador republicano y sus aliados nacionales del Tea Party, haciendo buen uso político de un dilema fiscal real para renovar la desgastada ideología sindical. ¿Quién está en lo correcto?

Es verdad que, tal como en Europa, los estados de la Unión Americana están, en efecto, enfrentando la insolvencia. Mientras que a nivel nacional el gobierno federal todavía tiene un margen de maniobra en la reducción cuantitativa de su deuda (recurriendo a la impresión de más dólares), los Estados no tienen dicho privilegio y por lo tanto enfrentan una urgente necesidad de impulsar drásticas medidas de austeridad para tratar de equilibrar sus presupuestos y mantenerse financieramente viables en los mercados. A este nivel la legislación del gobernador Walker parece encajar con una necesidad vital de la burguesía para bajar los costos de funcionamiento del Estado y ganar ventaja duradera en las futuras negociaciones limitando el rango de los futuros contratos de trabajo. Parece estar estableciendo un modelo que otros estados deben seguir mientras luchan para lograr controlar su terrible situación fiscal.

Sin embargo, a un nivel más global, la burguesía está también muy al tanto de los riesgos políticos y sociales que traerá el lanzamiento de estos pesados ataques contra los obreros ya golpeados por el alto desempleo, salarios congelados, despidos y el colapso del mercado de bienes raíces. De ahí la probada y verdadera estrategia americana de impulsar los ataques de una manera fragmentada, a nivel local y estatal, en lugar de lanzar un golpe inmediato y frontal sobre los programas federales. Todavía hay un riesgo de que la legislación del gobernador Walker vaya demasiado lejos en la desestabilización de los sindicatos -que en realidad actúan como policías dentro de las filas de los trabajadores para controlar su ira- así como desestabilizar al propio Partido Demócrata, que se apoya en los sindicatos para muchas de sus campañas. La política del gobernador Walker podría no solamente correr el riesgo de debilitar a los sindicatos cuando la burguesía los necesita más, sino que podría también amenazar el funcionamiento del sistema bipartidista de recambio vital del estado que el presidente Obama ganó en 2008.

El año pasado en California hubo protestas contra los recortes a los presupuestos en educación, y al principio de la semana pasada los trabajadores en Ohio protestaron contra medidas que limitarían las contrataciones colectivas de los empleados estatales, como lo hicieron los maestros en Indianápolis. Cuando llegue la necesidad de mayores ataques, la burguesía necesitará del aparato sindical para contener la combatividad obrera y asegurar que la lucha obrera permanezca dentro de los marcos de la negociación de los salarios y prestaciones establecidos por el sindicato y que no se desborden y amenacen al propio Estado.

El peligroso estado de las finanzas de Wisconsin no es un caso aislado. El estado enfrenta un enorme déficit de 137 millones de dólares este año fiscal, que en dos años se estima llagará a la enorme cantidad de 3,600 millones de dólares. Los aspectos más drásticos de los recortes del gobierno Walker obligan a que la mayoría de los empleados locales y del estado contribuyan con la mitad de sus pensiones y al menos con el 12.6 % de sus primas de seguro médico. Sin embargo está proyectado que éstos recortes en el salario de los trabajadores ahorrarían al estado solamente 30 millones de dólares para junio, aumentando a 300 millones en los próximos dos años, es decir, el recorte a los trabajadores aportará solamente el 10 % del déficit. El resto del proyecto propone ahorrar 165 millones de dólares este año por el simple refinanciamiento de la deuda estatal. Es decir los mayores ahorros no tienen nada que ver con los empleados públicos. Esto, desde luego, es solo una falsa tranquilidad para los trabajadores que enfrentan constantes aumentos en las contribuciones que tienen pagar para los costos de salud. Un cálculo aproximado dice que las reducciones propuestas disminuyen en 10 % los salarios de los profesores promedio de Madison.

Con 15 meses de negociación contractual, el gobernador se ha negado a reunirse con los sindicatos, y en su lugar ha propuesto medidas drásticas amenazando con despedir a 1,500 trabajadores del estado si su plan no es aceptado. Ciertamente parece hacer gala de su fama de ser republicano duro. ¿Pero sólo se trata de otro caso de un republicano tratando de revelar "el ala derecha" de su partido hostigando a los sindicatos? Walker mismo es muy claro: "Para nosotros, es simple. Estamos quebrados. No se trata de los sindicatos. Se trata de balancear el presupuesto del Estado" (NY Times). Del lado del sindicato, David Ahrens, de la UW-Madison's Carbone Cancer Center, discute la naturaleza de emergencia de la situación, diciendo "Eso sería más creíble si él se hubiera molestado en reunirse en un principio con los sindicatos" (Wisconsin State Journal).

El Presidente Obama también intervino en nombre de los sindicatos, como pago de los 200 millones de dólares que éstos gastaron en su campaña electoral de noviembre y tachando las propuestas del Sr. Walker "un golpe a los sindicatos". Sin embargo, el vocero republicano John Boehner, de Ohio, elogió al Sr. Walker por "enfrentar los problemas que han estado olvidados por años a expensas del crecimiento económico y de los trabajos." Como era de esperarse, la izquierda ha venido a la defensa de los sindicatos considerándolos como la mejor protección de los trabajadores en tiempos difíciles, mientras que la derecha los califica como anacronismos históricos que atrofian el crecimiento económico y acaban con los trabajos. ¿Qué deben hacer los obreros con todo esto?

Es importante entender el papel que juegan los sindicatos como parte del aparato estatal. Ellos son "bomberos sociales", actuando como auténticas válvulas de escape a nivel político y económico. El tipo de acuerdos de contrato colectivo que hoy está bajo ataque fue introducido por el presidente Kennedy quien vio sus beneficios en términos del control social ofrecido por los sindicatos, especialmente cuando los tipos de "victorias" que los sindicatos estaban ganando ¡incluían cláusulas de prohibición de huelgas! A finales de los 60 y principios de los 70 estas "concesiones" eran indudablemente más asequibles que hoy en términos económicos. Cuarenta años de crisis económica han resultado en gran erosión del salario social que era disfrutado en los inicios de la recuperación de la posguerra. Pero mientras los sindicatos son costosos en términos económicos, son también herramientas eficaces en la imposición de las medidas de austeridad a la clase obrera. Por ejemplo, en Wisconsin los sindicatos "ya negociaron un trato con la previa administración por 100 millones de dólares en recortes a las prestaciones, al mismo tiempo que completaron un 3% de reducción en el pago de salarios." Uno entiende el sentido de la cólera de los sindicatos hacia los planes del gobernador NO por los recortes a los trabajadores a los que se supone representan, sino por la posibilidad de ya no ser considerados como socios del Estado para dirigir la economía. De hecho, Marty Beil, cabeza de WSEU / AFSCME -el sindicato de los empleados públicos de Wisconsin- argumentó que el sindicato estaba perfectamente listo para aceptar ciertas reducciones, pero no podía estarlo para aceptar el descarado juego de poder del gobernador: "estamos preparados para implementar las concesiones financieras propuestas para ayudar a equilibrar los presupuestos de nuestro Estado, pero no para que se nos niegue nuestro derecho dado por Dios para reunir un real sindicato... nosotros no -lo repito- no seremos privados de nuestros derechos para negociar colectivamente." En una conferencia telefónica con los medios de información continuó, "Esto no es sobre dinero (....) Comprendemos la necesidad de sacrificios" (Milwaukee Journal Sentinel).

Todo ese parloteo sobre la "represión" al sindicato es, en el fondo, un intento por desviar el descontento mostrado por los trabajadores contra los ataques a sus condiciones de vida, hacia el callejón sin salida de la defensa de los propios sindicatos y la democracia que supuestamente representan y para desviarlos lejos de la acción efectiva de la huelga para defender sus condiciones de vida y trabajo. Ya en el movimiento en Wisconsin, los sindicatos han sido muy eficaces para desviarlo hacia la defensa de la "democracia" (de ahí la referencia sindicalistas a Egipto). Los senadores democráticos, parecen, por el momento, haber obstaculizado el funcionamiento del aparato democrático burgués, como desertores del Estado, aunque en realidad la democracia es su aliada. Ya los activistas del Tea Party nacional han participado en contra-manifestaciones en defensa del gobernador "elegido democráticamente" por la "mayoría de los Wisconsinitas" quienes votaron por sus políticas contra los sindicatos. ¡Si tu principal objetivo es defender la "democracia" no está claro a qué lado deberías apoyar!

En un sentido, la caza por parte de las tropas del estado de los senadores fugitivos es emblemática de la profunda búsqueda de la burguesía norteamericana por encontrar una solución a su crisis económica. Como esta solución resulta cada vez más difícil de encontrar, la burguesía, a todos los niveles -federal, estatal y local- tendrá que recurrir a nuevos ataques contra la clase obrera. Los empleados públicos -empleados civiles, bomberos, trabajadores carreteros y sobre todo maestros- estarán en primera línea de este asalto burgués. No es causalidad, o simplemente una tendencia ideológica del ala derecha de los republicanos, que los partidarios del Tea Party y los republicanos hayan puesto a los empleados públicos en la mira de estos ataques. Es su proyecto de salarios y prestaciones lo que impacta de manera más inmediata la solvencia fiscal del Estado.

Además, los ataques a los empleados públicos no se han limitado a los estados gobernados por los republicanos. En Nueva York el demócrata Cuomo, ha amenazado con cerca de 10 mil despidos si las negociaciones con el sindicato se estancan, mientras que el demócrata Jerry Brown, en California, ha hablado de la necesidad de recortes dolorosos para solucionar los perenes déficits presupuestales de ese Estado. A nivel federal, el propio presidente Obama ha congelado los salarios de los empleados federales y sus comisionados para el presupuesto han amenazado con despedir ¡al 10 % de los trabajadores federales! Sin embargo, el celo con que los republicanos del Tea Party, como Walker, han llevado su cruzada contra la base misma de los sindicatos (a diferencia de los trabajadores que supuestamente representan) tiene el potencial para ser contraproducente si se lleva hasta sus últimas consecuencias. La burguesía inevitablemente tendrá que llamar a los sindicatos en tanto la lucha de clases continúa calentándose. El intento de este gobernador novato republicano de acabar con los sindicatos en su Estado es otro ejemplo de las dificultades que la burguesía nacional de los EUA está teniendo para mantener el control de sus propios procesos políticos como resultado del proceso de descomposición social que se profundiza con cada día más que este sistema sigue en pie.

Colin, 02/20/11.

Geografía: