Programa del Partido comunista obrero de Alemania (KAPD)

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En medio del torbellino de la revolución y de la contrarrevolución se acaba de verificar la fundación del Partido comunista obrero de Alemania (KAPD). Pero el nacimiento del nuevo partido no data de esta Pascua de 1920, momento en que la “Oposición”, que no estaba unida hasta entonces sino por contactos inciertos, encontró su conclusión organizativa. La hora del nacimiento del KAPD coincide con la fase de desarrollo del KPD (Liga Espartaco), fase durante la cual una pandilla de jefes irresponsables, poniendo sus intereses personales por encima de los de la revolución proletaria, pretendió imponer su concepción personal sobre la “muerte” de la revolución alemana a la mayoría del partido. Éste se opuso con energía a esa concepción personalmente interesada. El KAPD nació cuando esa camarilla, basándose en dicha concepción por ella elaborada, quiso transformar la táctica del Partido, hasta entonces revolucionaria, en una táctica reformista. Esta actitud traidora de los Levi, Posner y compañía, justifica una vez más que se reconozca que la eliminación radical de toda política de jefes debe ser la primera condición del progreso impetuoso de la revolución proletaria en Alemania. Esa es en realidad la raíz de las oposiciones que aparecieron entre nosotros y la Liga Espartaco, oposiciones de tal profundidad que el abismo que nos separa de la Liga [=KPD], es mayor que la oposición que existe entre los Levi, los Pieck, los Thaleimer, etc., de un lado, y los Hilferding, los Criespen, los Stamfer, los Legien ([2]) del otro. La idea de que la voluntad revolucionaria de las masas debe ser el factor preponderante en las tomas de posición tácticas de una organización realmente proletaria, es el tema central de la construcción organizativa de nuestro partido. Expresar la autonomía de los miembros en todas las circunstancias, es el principio básico de un partido proletario, que no es un partido en el sentido tradicional.

Es, pues, evidente para nosotros que el programa del partido que transmitimos aquí a nuestras organizaciones, y que fue redactado por la Comisión de programa designada por el Congreso, debe continuar como proyecto del programa, hasta que el próximo congreso ordinario se declare de acuerdo con la presente versión ([3]). El resto de las proposiciones de enmiendas relativas a las tomas de posición fundamentales y tácticas del Partido son muy improbables, en la medida en que el programa no hace sino formular fielmente, en un marco más amplio, el contenido de la declaración programática adoptada por unanimidad por el Congreso del Partido. Pero las eventuales enmiendas formales no cambiarán en nada el espíritu revolucionario que anima cada línea del programa. El reconocimiento marxista de la necesidad histórica de la dictadura del proletariado sigue siendo para nosotros una guía inmutable; permanece inquebrantable nuestra voluntad de librar el combate por el socialismo en el espíritu de la lucha de clase internacional. Bajo esta bandera, la victoria de la revolución proletaria está asegurada.

Berlín, mediados de mayo de 1920

La crisis económica mundial, surgida de la guerra mundial, con sus efectos económicos y sociales monstruosos, cuya imagen de conjunto produce la impresión fulminante de un único campo en ruinas de dimensiones colosales, no significa más que una cosa: que el crepúsculo de los dioses del orden burgués capitalista está quebrantado. No se trata hoy de una de las crisis económicas periódicas propias al modo de producción capitalista, sino de la crisis del capitalismo: sacudidas convulsivas del conjunto del organismo social, estallido formidable de antagonismos de clases de una dureza jamás vista, miseria general para las grandes capas populares. Todo eso es una advertencia fatal a la sociedad burguesa. Aparece cada vez más claro que la oposición entre explotadores y explotados aumenta día a día, que la contradicción entre capital y trabajo, de la cual cobran progresiva conciencia, incluso sectores del proletariado antes indiferentes a este problema, no puede resolverse. El capitalismo ha tenido la experiencia de su fracaso definitivo; él mismo se redujo históricamente a la nada en la guerra de pillaje imperialista, provocando un caos, cuya prolongación insoportable coloca al proletariado ante la alternativa histórica: recaída en la barbarie o construcción de un mundo socialista.

De todos los pueblos de la Tierra, sólo el proletariado ruso hasta ahora, ha tenido éxito en los combates titánicos para quebrar la dominación de su clase capitalista y apoderarse del poder político. Con una resistencia heroica, ha rechazado el ataque concentrado del ejército de mercenarios organizado por el capital internacional, teniendo que arrostrar ahora una tarea que por su dificultad deja atrás todo entendimiento: reconstruir, con bases socialistas, la economía totalmente destruida por la guerra mundial y la guerra civil que ha sucedido a aquella durante más de dos años. El destino de la República de los consejos rusos depende del desarrollo de la revolución proletaria en Alemania. Después de la victoria de la revolución alemana, nos encontraremos con un bloque económico socialista que, en medio del intercambio recíproco de productos industriales y agrícolas, quedará en condiciones de establecer un modo de producción verdaderamente socialista, sin estar obligado a hacer más concesiones económicas ni tampoco políticas al capital mundial. Si el proletariado alemán no cumple a muy corto plazo su tarea histórica, quedará en entredicho el desarrollo de la revolución mundial, se demorará por años o por décadas. De hecho es hoy Alemania la clave de la revolución mundial. La revolución en los países “ vencedores ” de la Entente, no podrá ponerse en marcha más que cuando se haya levantado la gran barrera en Europa central. Las condiciones económicas de la revolución proletaria son lógica e incomparablemente más favorables en Alemania que en los países “vencedores” de Europa occidental. La economía alemana saqueada despiadadamente después de la firma de la Paz de Versalles, ha hecho madurar una pauperización que empuja en breve plazo a la resolución violenta de una situación catastrófica. Por otro lado, la paz de los bandidos de Versalles no solo está pesando desmesuradamente sobre el modo de producción capitalista en Alemania, sino que impone al proletariado yugos insoportables; su aspecto más peligroso consiste en que mina los fundamentos económicos de la futura economía socialista en Alemania, y por lo tanto, condiciona el desarrollo de la revolución mundial. Solo el empuje impetuoso de la revolución proletaria alemana podrá sacarnos del dilema. La situación económica y política en Alemania está madura para el estallido de la revolución proletaria. En esta fase de la evolución histórica, ahora que el proceso de descomposición del capitalismo no puede seguir encubriéndose artificialmente, si no es mediante el espectáculo de unas posiciones de fuerza aparentes, todo debe tender a ayudar al proletariado a adquirir la conciencia de que sólo necesita una intervención enérgica para utilizar eficazmente el poder que ya posee de hecho. En una época de la lucha de clases revolucionaria como la de hoy, en esta última fase de la lucha entre el capital y el trabajo y en el combate decisivo mismo que se está produciendo, no puede haber compromisos con el enemigo mortal, sino únicamente un combate hasta su aniquilación. Hay que atacar, en particular, a las instituciones que tienden a poner un puente por encima de los antagonismos de clase y se orientan de este modo hacia una especie de “comunidad de trabajo” ([4]), política o económicamente, entre explotados y explotadores.

En un momento en que las condiciones objetivas para el estallido de la revolución proletaria están dadas, sin que la crisis permanente se agrave de manera definitiva; en un momento en que se produce una agravación catastrófica sin que el proletariado tome conciencia de ella y la explote, deberán existir razones de carácter subjetivo para frenar el progreso acelerado de la revolución. Dicho de otro modo, la ideología del proletariado sigue estando presa de las ideologías burguesas o pequeño burguesas. La psicología del proletariado alemán, en su aspecto actual, muestra claramente las huellas de la esclavitud militarista secular, a la que se añaden los signos característicos de una falta de conciencia de sí: esto es el producto natural del cretinismo parlamentario de la vieja socialdemocracia y del USPD de un lado, y del absolutismo de la burocracia sindical del otro. Los elementos subjetivos están desempeñando un papel decisivo en la revolución alemana. El problema de la revolución alemana es el problema del desarrollo de la conciencia de sí del proletariado alemán.

Al reconocer esta situación, así como la necesidad de acelerar el ritmo del desarrollo de la revolución en el mundo, y fiel al espíritu de la IIIª Internacional, el KAPD está combatiendo por la reivindicación máxima de la abolición inmediata de la democracia burguesa y por la dictadura de la clase obrera. El KAPD rechaza, en la constitución democrática, el principio doblemente absurdo e insostenible en el periodo actual que quiere conceder también a la clase capitalista explotadora los derechos políticos y el poder de disponer exclusivamente de los medios de producción.

Conforme a sus puntos de vista maximalistas, el KAPD también se declara a favor del rechazo de todos los métodos de lucha reformistas y oportunistas, en los cuales no ve sino una manera de esquivar las luchas serias y decisivas contra la clase burguesa. El KAPD no quiere rehuir esas luchas, al contrario, las provoca. En un Estado portador de todos los síntomas del período de decadencia del capitalismo, la participación parlamentaria también pertenece a los métodos reformistas y oportunistas. Exhortar en un período tal al proletariado a participar en las elecciones parlamentarias, significa despertar y alimentar en él la ilusión peligrosa de que la crisis podría ser superada mediante recursos parlamentarios; esto supone utilizar un medio que la burguesía utilizó en su propia lucha de clase; mientras que en la situación actual, sólo los medios de lucha de clase proletarios, aplicados de forma resuelta y sin contemplaciones, pueden tener una eficacia decisiva. La participación en el parlamentarismo burgués, en plena revolución proletaria, no significa, en fin de cuentas, más que el sabotaje a la idea de los Consejos.

La idea de los Consejos en el período de lucha de clase proletaria por el poder político, está en el centro del proceso revolucionario. El eco más o menos fuerte que la idea de los consejos suscita en la conciencia de las masas, es el termómetro que permite medir el desarrollo de la revolución social. La lucha por el reconocimiento de los consejos de empresa revolucionarios, y de consejos obreros políticos, en el marco de una situación revolucionaria determinada, nace lógicamente de la lucha por la dictadura del proletariado en contra de la dictadura del capitalismo. Esta lucha revolucionaria, cuyo eje político específico es la idea de los consejos, se orienta, bajo la presión de la necesidad histórica, contra la totalidad del orden social burgués, y por consiguiente contra su forma política, el parlamentarismo burgués. ¿Sistema de consejos o parlamentarismo?, es una disyuntiva de importancia histórica.

¿Edificación de un mundo comunista proletario o naufragio en el pantano de la anarquía capitalista burguesa?. En una situación totalmente revolucionaria, como la actual de Alemania, la participación en el parlamento significa no solo sabotear la idea de los consejos, sino, además, vivificar el mundo capitalista burgués en putrefacción y, por lo tanto, de manera más o menos consciente, detener el curso de la revolución proletaria.

Al lado del parlamentarismo burgués, los sindicatos forman el principal baluarte contra el desarrollo ulterior de la revolución proletaria en Alemania. Su actitud durante la guerra mundial es conocida: su influencia decisiva sobre la orientación táctica y de principios del viejo partido socialdemócrata, condujo a la proclamación de la “Santa alianza” con la burguesía alemana, lo que equivalía a una declaración de guerra al proletariado internacional. Su eficacia social traidora encontró su continuación lógica durante el estallido de la revolución de noviembre de 1918 en Alemania, contra la que mostraron sus intenciones contrarrevolucionarias, formando con los industriales alemanes en plena crisis una “comunidad de trabajo” por la paz social. Han conservado hasta ahora, durante el período de la revolución alemana, su tendencia contrarrevolucionaria. Ha sido la burocracia sindical la que se ha opuesto con mayor violencia a la idea de los consejos, idea que estaba echando raíces cada vez más profundas en la clase obrera alemana; es ella la que ha encontrado los medios para paralizar con éxito las tendencias políticas que se proponen la toma del poder por el proletariado, tendencias que resultan lógicamente de las acciones económicas de masas. El carácter contrarrevolucionario de las organizaciones sindicales es tan notorio, que numerosos patrones en Alemania no contratan sino a los obreros que pertenecen a un grupo sindical. Esto desvela ante el mundo entero que la burocracia sindical tomará parte activa en el mantenimiento futuro de un sistema capitalista que se está descoyuntando por todas sus articulaciones. Los sindicatos son, así, junto a los cimientos burgueses, uno de los principales pilares del Estado capitalista. La historia sindical de estos últimos 18 meses ha demostrado ampliamente que estos órganos contrarrevolucionarios no pueden transformarse desde dentro. No se trata de personas, pues el carácter contrarrevolucionario de esas organizaciones está en su propia estructura y sistema específico. De esto se deduce la conclusión lógica de que únicamente la destrucción misma de los sindicatos puede allanar el camino de la revolución social en Alemania. La edificación socialista necesita algo distinto de esas organizaciones fósiles.

En la lucha de masas surge la organización de empresas. Aparece como algo que nunca tuvo equivalente, pero en esto no reside su novedad; lo nuevo en ella es que surge por todas partes durante la revolución, como un arma necesaria de la lucha de clases contra el viejo espíritu y su fundamento; corresponde a la idea de los consejos, y por lo tanto no consiste, ni mucho menos, en una pura forma ni un nuevo juego organizativo, menos todavía un “sueño místico”. La organización de empresas nace orgánicamente en el futuro, es el futuro, es la forma de expresión de una revolución social que tiende hacia la sociedad sin clases. Es una organización de lucha proletaria pura. El proletariado no puede organizarse para la subversión inexorable de la vieja sociedad, si está dividido por oficios, separado de su terreno de lucha; por tanto, la lucha debe librarse en la empresa. Es ahí donde uno está al lado del otro como camarada de clase; es ahí donde todos están obligados a ser iguales, con los mismos derechos. Es ahí donde la masa es el motor de la producción y donde se ve empujada sin cesar a desentrañar su secreto y a dirigirlo ella misma.

Ahí la lucha ideológica, la revolución de la conciencia se hace dentro de un permanente remolino, de hombre a hombre, de masa a masa. Todo está orientado hacia el interés supremo de clase, no hacia la manía de fundar organizaciones, y el interés del oficio se reduce a la dimensión que le corresponde. Una organización tal, la espina dorsal de los consejos de empresa, se transforma en instrumento infinitamente más flexible de la lucha de clases, un organismo con sangre siempre fresca mediante la posibilidad permanente de nuevas elecciones, revocaciones, etc. Al ir creciendo mediante las acciones de masas, la organización de empresa deberá, naturalmente, hacer surgir el organismo central que corresponda a su desarrollo revolucionario. Su preocupación principal será el desarrollo de la revolución y no los programas, los estatutos y los planes en detalle. No es una caja de previsión ni un seguro de vida, aunque, llegado el caso, evidentemente podría hacer colectas si es necesario apoyar huelgas. Propaganda incesante por el socialismo, asambleas de empresa, discusiones políticas, etc., todo esto forma parte de sus tareas; es, en resumen, la revolución en la empresa.

Globalmente, el objetivo de la organización de empresa es doble. El primer propósito consiste en destruir los sindicatos, la totalidad de sus bases y el conjunto de ideas no proletarias que se concentran en ellos. Sin duda alguna, en esta lucha, la organización de empresas se enfrentará como a enemigos encarnizados a todas las formaciones burguesas; pero deberá hacer lo mismo con los partidarios del USPD y del KPD, ya sea porque éstos se mueven todavía inconscientemente en los viejos esquemas de la socialdemocracia (aunque adopten un programa político diferente, se quedan, en fin de cuentas, en una crítica político-moral de los “errores” de la socialdemocracia), ya sea porque son abiertamente enemigos en la medida en que el trapicheo político, el arte diplomático de mantenerse siempre “arriba” les importa más que la lucha gigantesca por lo “social” en general. Frente a estas pequeñas miserias, no debe haber escrúpulos. No cabe ningún acuerdo con el USPD ([5]) mientras este partido no reconozca, basándose en la idea de los consejos, la existencia justificada de las organizaciones de empresa, las cuales, sin duda, necesitan todavía transformarse y siguen siendo capaces de hacerlo. Una gran parte de las masas las reconocerá antes que el USPD como dirección política. Esto es un buen signo. La organización de empresa, al desencadenar huelgas de masas y al transformar su orientación política basándose cada vez más en la situación política del momento, contribuirá tanto más rápido y seguro en desenmascarar y aniquilar el sindicato contrarrevolucionario.

El segundo gran objetivo de tal organización de empresas, consiste en preparar la edificación de la sociedad comunista. Puede convertirse en miembro de la organización de empresa todo obrero que se declare a favor de la dictadura del proletariado ([6]). Además, debe rechazar resueltamente los sindicatos y liberarse de su orientación ideológica. Esta última condición debe ser la piedra de toque para ser admitido en la organización de empresa. Así se manifiesta la adhesión a la lucha de clases proletaria y a sus métodos propios. No se puede exigir la adhesión a un programa de partido más preciso. Por su carácter y su tendencia, la organización de empresa sirve al comunismo y conduce a la sociedad comunista. Su núcleo será siempre expresamente comunista, su lucha impulsa a todo el mundo en al misma dirección. Mientras que un programa de partido sirve y debe servir en gran parte a la actualidad (en el sentido amplio, naturalmente), mientras que se exigen serias cualidades intelectuales a los miembros del partido y que un partido político como el Partido comunista obrero (KAPD), al ir hacia delante y al modificarse rápidamente en conexión con el proceso revolucionario mundial, no podrá tener nunca una gran importancia cuantitativa (a no ser que retroceda y se corrompa), las masas revolucionarias, en cambio, están unidas en las organización de empresas por la conciencia de su solidaridad de clase, la conciencia de pertenecer al proletariado. Ahí se prepara orgánicamente la unión del proletariado; mientras que, basándose en un programa de partido, esa unión resulta imposible. La organización de empresa es el comienzo de la forma comunista y se convierte en el fundamento de la sociedad comunista del porvenir.

La organización de empresa resuelve sus tareas en estrecha unión con el KAPD (Partido comunista obrero).

La organización política tiene como tarea, reunir a los elementos avanzados de la clase obrera, sobre la base del programa del Partido.

La relación del partido con la organización de empresa resulta de la naturaleza de la organización de empresa. El trabajo del KAPD en el interior de esas organizaciones, consistirá en una propaganda incesante. Habrá que decidir las consignas de la lucha. Los cuadros revolucionarios dentro de la empresa se convierten en el arma móvil del partido. Además, es necesario, naturalmente, que el propio partido adopte un carácter cada vez más proletario, expresión proletaria de clase que satisfaga a la dictadura desde abajo. Lo que debe ser obtenido es que la victoria (la toma del poder por el proletariado) desemboque en la dictadura de la clase y no en la dictadura de unos cuantos jefes de partido y de su camarilla. Es la organización de empresa lo que lo garantiza.

La fase de la toma del poder político por el proletariado, exige la represión más encarnizada de los movimientos capitalistas burgueses, que se consigue estructurando una organización de consejos que ejerza la totalidad del poder político y económico. En esta fase, la propia organización de empresa se convierte en factor de la dictadura del proletariado, ejercida en la empresa por un consejo de empresa cuya base es la organización de empresa. Esta tiene, además, en esta fase, la tarea de ir transformándose en los cimientos del sistema económico de los consejos.

La organización de empresa es una condición económica para la construcción de la comunidad (gemeinwssen) comunista. La forma política de la organización de la comunidad comunista en el sistema de los consejos. La organización de empresa interviene para que el poder político no sea ejercido sino por el Ejecutivo de los consejos.

En consecuencia, el KAPD lucha por la realización del programa revolucionario máximo, cuyas reivindicaciones concretas contienen los puntos siguientes.

I. – Ámbito político

  1. Fusión política y económica inmediata con todos los países proletarios victoriosos (Rusia soviética, etc.), en el espíritu de lucha de clases internacional, con el propósito de defenderse en común contra las tendencias agresivas del capital mundial.
  2. Armamento de la clase obrera revolucionaria políticamente organizada, constitución de grupos de defensa militar locales (Ortswehren), formación de un ejército rojo; desarme de la burguesía, de toda la policía, de todos los oficiales, de los “grupos de defensa de los habitantes” (Einwohnerwehren) ([7]), etc.
  3. Disolución de todos los parlamentos ([8]) y consejos municipales.
  4. Formación de consejos obreros como órganos de poder legislativo y ejecutivo. Elección de un consejo central de delegados de consejos obreros en Alemania.
  5. Reunión de un Congreso de consejos alemanes como suprema instancia política constituyente de la Alemania de los consejos.
  6. Entrega de la prensa a la clase obrera bajo la dirección de los consejos políticos locales.
  7. Destrucción del aparato jurídico burgués e instauración inmediata de tribunales revolucionarios. Apropiación por parte de los órganos proletarios adecuados del poder penitenciario burgués y los servicios de seguridad.

II. – Ámbito económico, social y cultural

  1. Anulación de las deudas del Estado y otras deudas públicas, anulación de los empréstitos de guerra ([9]).
  2. Expropiación por la República de los consejos de todos los bancos, minas, fundiciones, así como de las grandes empresas industriales y comerciales.
  3. Confiscación de toda riqueza a partir de cierto límite que debe ser fijado por el Consejo central de los consejos de Alemania.
  4. Transformación de la propiedad privada de la tierra, en propiedad colectiva, bajo la dirección de los consejos locales y de los consejos agrarios (Gutsräte) competentes.
  5. Todos los transportes públicos estarán a cargo de la República de los consejos.
  6. Regulación y dirección central de la totalidad de la producción por los consejos económicos superiores, los cuales deben ser legitimados por el Congreso de los consejos económicos.
  7. Adaptación del conjunto de la producción a las necesidades, estimadas mediante los cálculos económicos y estadísticos más minuciosos.
  8. Puesta en vigor sin concesiones de la obligación de trabajar.
  9. Garantía de la existencia individual en cuanto a alimentación, vestido, alojamiento, vejez, enfermedad, invalidez, etc.
  10. Abolición de todas las diferencias de castas, condecoraciones y de títulos. Igualdad jurídica y social completa de los sexos.
  11. Transformación radical inmediata del abastecimiento, del alojamiento y la salud en beneficio de la población proletaria.
  12. Al mismo tiempo que el KAPD declara la guerra más resuelta al modo de producción capitalista y al Estado burgués, dirige su ataque contra la totalidad de la ideología burguesa y se convierte en vanguardia de una concepción del mundo proletaria revolucionaria. Un factor esencial de aceleración de la revolución social reside en la transformación de todo el universo intelectual del proletariado. Consciente de este hecho, el KAPD sostiene todas las tendencias revolucionarias en las ciencias y las artes, cuyo carácter corresponda al espíritu de la revolución proletaria.

En particular, el KAPD estimula todas las empresas seriamente revolucionarias que permitan expresarse con autonomía a la juventud de ambos sexos. El KAPD rechaza toda sujeción de la juventud.

La lucha política impulsará a la propia juventud hacia un desarrollo superior de sus fuerzas, lo cual nos da la certidumbre de que cumplirá sus grandes tareas con una claridad y resolución totales.

En el interés de la revolución, el KAPD debe procurar que la juventud obtenga toda la ayuda posible en su lucha.

El KAPD tiene conciencia de que también después de la conquista del poder político por el proletariado, le incumbe a la juventud una actividad de amplio alcance en la construcción de la sociedad comunista: la defensa de la República de los consejos por el Ejército rojo, la transformación del proceso de producción, la creación de la escuela de trabajo comunista que dé soluciones a sus tareas innovadoras en estrecho vínculo con la empresa.

Este es el programa del Partido Comunista Obrero de Alemania. Fiel al espíritu de la IIIª Internacional, el KAPD se mantiene apegado a la idea de los fundadores del socialismo científico, según la cual la conquista del poder político por el proletariado significa el aniquilamiento del poder político de la burguesía. Destruir la totalidad del aparato burgués, –con su ejército capitalista bajo la dirección de oficiales burgueses y agrarios– con su policía, sus carceleros y sus jueces, con sus curas y sus burócratas- es la primera tarea de la revolución proletaria. El proletariado victorioso debe, por lo tanto, acorazarse contra los golpes de la contrarrevolución burguesa. Cuando le es impuesta por la burguesía, el proletariado debe esforzarse en acabar con la guerra civil con una violencia implacable. El KAPD tiene conciencia de que la lucha final entre el capital y el trabajo no puede llevarse hasta el final dentro de las fronteras nacionales. Así como el capitalismo no se detiene ante ninguna frontera ni escrúpulos nacionales en su saqueo a escala mundial, el proletariado tampoco puede perder de vista, bajo la hipnosis de las ideologías nacionales, la idea fundamental de la solidaridad internacional de clase. Cuanto más claramente comprenda el proletariado la idea de la lucha de clases internacional, tanta más fuerza pondrá para convertirla en consigna de la política proletaria mundial, y tanto más impetuosos y masivos serán los golpes de la revolución mundial que habrán de romper en pedazos el capitalismo mundial en descomposición. Muy por encima de todos los particularismos nacionales, muy por encima de todas las fronteras, de todas las patrias, brilla para el proletariado, con un resplandor eterno, la consigna que dice: Proletarios de todos los países, uníos.

Berlín, 1920


[1] Un segundo programa será redactado en 1923, después de que el KAPD se dividiera en dos y quedara reducido a una secta.

[2] Dirigentes políticos y sindicales socialdemócratas.

[3] Lo que se hizo efectivamente en el IIº Congreso del KAPD (llamado “Primer congreso ordinario) en agosto de 1920.

[4] En alemán “Arbeitsgemeinschaft”, nombre del acuerdo firmado en noviembre de 1918 entre sindicatos y patronal alemanes.

[5] El KPD, del que acababa de hacer escisión el KAPD, se unía constantemente a las consignas del USPD desde finales de 1919 y hasta diciembre de 1920 (momento en el que el resto del KPD y la mayoría del USPD fusionan para formar la sección alemana de la IIIª Internacional o VKPD).

Hay que recordar que durante todo ese período las relaciones entre las siglas de las organizaciones (KAPD-KPD-USPD-VKPD) ocultan totalmente las relaciones políticas reales: el KAPD es el continuador directo del KPD revolucionario del año 1919 (la casi totalidad del KPD se constituye en KAPD). Lo que se llama KPD en 1920 es únicamente la dirección derechista del KPD, sin la menor base. Esa dirección (Levi) sin tropas se funde a finales de 1920 en la masa del ala izquierda (la mayoría) del USPD, la cual va a formar lo esencial, la mayoría en 90% del VKPD o sección alemana de la IC. O sea que en lo que a mayoría se refiere el KPD formará el KAPD y el USPD el VKPD (ver presentación).

[6] Cf. programa de la AAUD (el conjunto de “organizaciones de empresa” formaba la AAUD).

[7] Organizaciones “fascistas” (por anticipación), similares a comités cívicos u otros organismos de ese estilo.

[8] En Alemania, ya entonces, había numerosos parlamentos regionales.

[9] En aquel tiempo, esencialmente: negativa a aplicar el tratado de Versalles, lo cual habría sido el pretexto para reanudar la guerra entre las potencias reaccionarias de la Entente y una Alemania convertida en revolucionaria (cf. en la Presentación lo referente a la teoría del “nacional-bolchevismo”).

 

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