Los trabajadores no tienen vela en este entierro

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La nota fue estridente y repetida hasta el asco por los medios sobre la detención de la Presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) a quien se acusa de los delitos de operación de recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada, nada más y nada menos. De inmediato, la manipulación mediática provocó que de todas partes vinieran los halagos por el “castigo ejemplar a la corrupta”. Todos los espacios noticiosos exhiben con morbo las cuantiosas propiedades, los lujos y los excesos de “la maestra” embotando los sentidos para que no se piense en otra cosa. A la par, se habla de sus abusos, de su poder sobre presidentes, gobernadores… En fin, que es la personificación absoluta del mal. La aprehensión se produjo el mismo día de la promulgación de la reforma educativa que concretiza la reforma laboral contra los profesores del nivel básico.

Pero este tipo de personajes sindicales se han engendrado y formado desde el mismo Estado y forman parte de la burocracia corporativista que, como premio por su labor de control de los trabajadores, usufructúan los fondos millonarios de las cuotas sindicales y prebendas que reciben del gobierno amén de las carreras “impresionantes” que hacen como senadores, diputados, gobernadores, secretarios de Estado, etc. Especímenes de este tipo se encuentran en todos los partidos políticos, en todos los sindicatos, en fin, en toda la estructura estatal y es cierto que la ostentación, prepotencia y arrogancia de que hacen gala son una bofetada y un insulto para la inmensa mayoría que sobrevive al filo de la angustia porque el salario no alcanza mas que para eso… ¡sobrevivir cada vez más miserablemente!

La corrupción es un modus vivendi y es consustancial a la burguesía en todo el mundo; los escándalos brotan a diario por todas partes, lo mismo en los países centrales como en los periféricos del capitalismo donde el soborno se ha hecho un deporte, donde el lavado de dinero es una práctica más que común, lo mismo que los fraudes, el robo, la estafa. Y es toda la clase burguesa la que funciona de esta manera, desde la burocracia que está al frente del aparato gubernamental, pasando por las cúpulas sindicales, hasta los directores de las empresas públicas o privadas incluidos los honorables empresarios y este fenómeno se acrecienta en el contexto de la crisis económica en donde la competencia por recuperar los beneficios toma una dinámica criminal.

El cinismo hipócrita de la “lucha contra la corrupción”

Pero además, esta campaña mediática de “lucha contra la corrupción” además de asquerosa es cínica e hipócrita por donde se le vea. Si de pronto los gobernantes al servicio de su clase capitalista enloquecieran y llevaran a cabo una cruzada contra la corrupción no quedaría nadie a salvo. No se trata más que de una sublime patraña. De hecho, cotidianamente el espionaje estatal recaba millones de datos y en particular en este tipo de casos donde el delito es evidente pero no se actúa “conforme a derecho” sino hasta que la utilidad política aparece. Es decir, este tipo de mecanismos legales son uno de tantos instrumentos con los que cuentan las fracciones que pululan al interior del Estado para presionarse o ajustarse cuentas en un momento dado dependiendo cuál fracción ostente la mejor posición de poder; al lado de los “escándalos” por narcotráfico, por ejemplo. Y cuando la ocasión lo amerita, el asesinato puro y simple es la solución pues la burguesía es una clase de gánsteres (recuérdese el caso Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo, etc.).

En este caso, las pugnas entre el grupo recién enquistado en el gobierno federal contra el grupo político de Gordillo que estaba reforzando sus alianzas con otros grupos en algunas entidades y también el hecho de que la cúpula del SNTE exigía que no se le retirara una fuente de poder importante en el sector como lo es el ingreso y la promoción de ascensos en la estructura, explicarían el desenlace efectivamente y puede haber, sin duda, otras motivaciones igualmente ciertas. Sin embargo, poco importa realmente el dato exacto sobre lo que ha provocado finalmente el encontronazo.

De lo que no debe haber duda es que no se originó, de ninguna manera, por la oposición de Elba Esther a la reforma educativa que ella misma avaló y colaboró con su equipo a formular, esa versión la promueven los medios con el marcado interés de hacer creer que, incluso, la cúpula sindical apoyaba a los profesores. Por el contrario, el sindicato sigue con su guión de hacer como que defiende a los trabajadores presionándolos para que trabajen los sábados con el cuento de “ganarse a la opinión pública y a los padres de familia” y promoviendo mantas con mensajes “contra la privatización de la educación”. De esta manera la dirigencia del SNTE intenta, con o sin Elba Esther al frente, encuadrar la incipiente movilización que se asoma en sus filas, para que no se sumen a una protesta generalizada por sus propios medios, por encima o incluso en contra del sindicato.

Tal vez, en un plazo determinado, seremos de nuevo llamados al espectáculo de que la maestra logró zafarse del castigo o que la condena se modificó, etc., como ha pasado ya infinidad de veces y no nos debe extrañar ni hacernos sentir defraudados por la “no aplicación de la justicia” pues se trata de sus propias pugnas como clase dominante y las procesan con sus propios mecanismos legales y, en general, con su propio aparato estatal. De nueva cuenta nos machacan la idea falsa de que la corrupción es la fuente de nuestra miseria, que la corrupción nos tiene hundidos en la crisis; por tanto, nos obligan a sacar la conclusión de que necesitamos “un capitalismo honesto”, un “estado honesto” y “dirigentes honestos”…¡una utopía peligrosa! Una idea así es completamente estéril y nos conduce no a cuestionar este sistema de explotación sino a buscarle un ¡funcionamiento honrado!.

La campaña democrática contra el proletariado

Sin embargo, la campaña central y la más insidiosa es la que nos trata de convencer de que el Estado hace justicia y defiende a los trabajadores y en particular a los del sector educativo protegiendo sus fondos sindicales y que muestra las virtudes de un gobierno democrático y justiciero que se ha ocupado valientemente de castigar a este personaje tan corrupto. ¡Basura! El Estado seguirá fortaleciendo a sus sindicatos pues son el principal baluarte de los intereses de la burguesía y, en este empeño, claro está que también continuará asegurando las ganancias de las burocracias sindicales en pago por su trabajo de control y encuadramiento de los trabajadores.

También hay que combatir la mentira de que la corrupción sería la causa principal de las dificultades económicas de las instituciones o más aún de la crisis económica y de la pobreza generalizada. ¡NO! La causa de las penurias sin límite de la inmensa mayoría de las masas trabajadoras es el capitalismo. Es este sistema en sí mismo el que es corrupto desde sus inicios ya que se basa en la explotación del trabajo para acumular capital de manera frenética no importándole si tiene que implementar las más brutales formas de expoliación humana.

Otro mensaje que se lanza en contra de la clase obrera es que hay un Estado fuerte e implacable que está dispuesto a continuar con sus planes y que si no se detiene ni ante sus servidores mucho menos tendrá consideración de los trabajadores quienes tendrán que aceptar a regañadientes los ataques directos que significan las reformas. En particular, contra los trabajadores del sector educativo en cuyas filas se ha estado acumulando un gran descontento por los ataques recientes.

¿Qué perspectiva?

Por todo esto, los trabajadores no tenemos por qué festejar el espectáculo actual tan bochornoso que, entre otras cosas, retrata la moral de cuerpo entero de la clase dominante. No nos beneficia en lo más mínimo y, por el contrario, puede contaminar nuestra conciencia si no oponemos a esta borrachera democrática la reflexión basada en nuestras propias preocupaciones y perspectivas como clase: los ataques que se están recrudeciendo como nunca en contra de nuestras condiciones de trabajo y de vida, en contra de nuestras familias, de nuestro futuro y el de nuestros hijos. Y frente a esto, cómo defendernos realmente, cómo frenar estos golpes, cómo luchar.

Diversas agrupaciones dentro del SNTE están moviendo sus fichas para beneficiarse de esta coyuntura convocando a los trabajadores para que se opongan a “la imposición” de los nuevos dirigentes del sindicato que son designados desde la Presidencia como siempre, puestos que, nos dicen, deben delegarse por los propios trabajadores de base. ¡Pamplinas! Lo que significa este buen propósito es que se les tome en cuenta por parte del Estado en el reparto de las cuotas de poder dentro del sindicato y del partido político (Panal) que es el complemento de esta fracción de la burguesía que regentea el negocio asociado al control de este sector del proletariado.

Para los trabajadores, no hay ningún interés en la elección de tal o cual personaje pues de sobra saben que cualquiera da lo mismo, sea gordillista, antigordillista, independientes o democráticos, pues su mandato será siempre el de garantizar para el capital el sometimiento de los agremiados para imponer sin miramientos las medidas inhumanas que la burguesía impulsa a nivel mundial para hacer más productiva la fuerza de trabajo, establecer legalmente la inestabilidad laboral, los despidos arbitrarios y, sobre todo, profundizar y generalizar aún más la miseria en la que se hunden día con día las masas trabajadoras.

Los trabajadores de la educación, así como todos los trabajadores en general, deberemos evitar el caer en la trampa de tomar partido por una u otra fracción, enredarnos en sus pugnas solo nos lleva a perder nuestra autonomía. Nuestros intereses no son los de ellos, nuestra lucha es para oponernos a los ataques terribles que se avecinan a través de la reforma educativa y de la reforma laboral. Nuestra lucha debe construirse fuera de las consignas sindicales, vengan del SNTE o del a CNTE, fuera de los partidos políticos.

RM, 4 de marzo de 2013

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Ajuste de cuentas contra Gordillo