Respuesta a los ex-miembros de nuestra sección en Turquía

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En enero de este año, los miembros de la sección turca de la CCI anunciaron su abandono de la organización: la explicación de su partida fue publicada un par de meses después firmada por un nuevo grupo que se daba el nombre de “Pale Blue Jadal”, con el título On our departure from the International Communist Current [“Sobre nuestra salida de la Corriente Comunista Internacional”]. Nuestro objetivo en el artículo que sigue es tratar lo que, bajo nuestro punto de vista, son las cuestiones principales puestas sobre la mesa por la partida de estos ex-camaradas.

El editorial del primer número de nuestra Revista Internacional, publicado en 1975, expone claramente el objetivo que la joven CCI se propuso: “En este periodo de crisis generalizada, preñado de convulsiones y agitaciones sociales, una de las tareas más arduas y urgentes que enfrentan los revolucionarios es la unificación de las escasas fuerzas revolucionarias que hoy día se encuentran dispersas por el mundo. Esta tarea sólo puede emprenderse si se acomete desde el primer momento a nivel internacional. Esta ha sido siempre una preocupación central de nuestra corriente”. Para una organización así, perder a un militante es una desgracia. Perder a toda una sección, un fracaso. Por tanto, es un deber para nosotros, para todos los que se identifican con la tradición de la Izquierda Comunista, y con la clase obrera en general, el examinar este fracaso en un espíritu de crítica sin concesiones, y exponer nuestras conclusiones a nuestros lectores.

Esta necesidad es aún más acuciante dada la naturaleza del texto escrito por nuestros ex-camaradas de Turquía, a los que en adelante hemos de llamar “Pale Blue Jadal” [PBJ a partir de ahora, algo que podría traducirse al castellano como “Tono azul pálido”, pero conservaremos el término inglés original en este texto, N. de T.]. Hay puntos en este texto con los que podemos coincidir, pero, no obstante, en general, el texto es un revoltijo tal de medias verdades, tergiversaciones, recriminaciones y confusión general que sólo es apenas reconocible para aquéllos que vivimos esos acontecimientos, y deben de ser ciertamente ininteligibles para cualquiera ajeno a la CCI. Esto no impedirá, por supuesto, que el texto de PBJ surta cierto efecto: los pusilánimes tendrán más razones para dudar, y nuestros enemigos (algunos de los cuales nos reservan un odio más propio del terreno de la psicopatología que del de la política) leerán en él lo que han estado esperando oír.

Para contestar cada una de las acusaciones de PBJ, deberíamos emprender algo parecido a la disección que Lenin hizo del Congreso de 1903 del POSDR en Un paso adelante, dos pasos atrás, pero de un período de más de 10 años: tendríamos que citar en detalle determinadas partes de borradores masivos de conferencias y congresos. Esto llevaría demasiado tiempo. Pondría a prueba la paciencia de nuestros lectores, y además dejaría expuesto a la contemplación pública los trabajos internos de nuestra organización, algo que ningún revolucionario en su sano juicio haría hoy. Por tanto, nos limitaremos a exponer nuestro punto de vista tan claramente como sea posible, y a corregir, de paso, algunos de los errores e insinuaciones más escandalosos de PBJ.

Oportunismo organizacional

Comencemos por una cuestión en la que coincidimos con PBJ: que la integración del grupo EKS (“Enternasyionalist Komunist Sol”, o “Izquierda Comunista Internacionalista”, nombre que los miembros de la sección turca daban a su agrupación antes de integrarse en la CCI), como sección turca de la CCI, fue un proceso infectado de oportunismo. No nos proponemos ahondar en las razones de esto aquí: baste decir que intentamos forzar el ritmo de la historia, y esto es una fórmula clásica para el oportunismo.

“Forzar el ritmo”, por supuesto, a nuestro reducido nivel: principalmente, significó la decisión de “acelerar” las discusiones con el grupo EKS que estaba por convertirse en nuestra sección de Turquía. En particular, decidimos:

  1. Reducir drásticamente el tiempo empleado en discusiones organizacionales con los miembros de EKS, previas a su integración, sobre la base de que el arte de construir una organización se aprende esencialmente desde la experiencia.
  2. Integrar al EKS como grupo, no a nivel individual. Aunque nuestros estatutos lo prevén, esto encierra el peligro de que los militantes nuevos no se vean a sí mismos y ante todo como militantes particulares de una organización internacional, sino como miembros de su grupo original.

Viéndolo en retrospectiva, nuestro desdeñoso enfoque de la cuestión organizacional fue tan imperdonable como increíble. ¿Qué era EKS, después de todo? Como dice PBJ, era “sólo un conjunto de círculos de amigos politizados”, y sobre todo de círculos provenientes del medio pequeño-burgués estudiantil politizado. En otras palabras, era precisamente el tipo de círculo que Lenin describía en 1903. Dada nuestras pasadas experiencias, por no mencionar nuestra conciencia de cómo la mayor parte de nuestros propios errores se derivan de los orígenes de la CCI en el movimiento estudiantil de los 60-70, ¿cómo podíamos no ver que uno de los más grandes problemas que enfrentábamos con la integración del EKS era precisamente el de transmitir nuestra propia experiencia organizacional? ¿Cómo pudimos perder de vista nuestra propia crítica de la inutilidad de las integraciones precipitadas, oportunistas, como las que habían sido practicadas en el pasado por la TCI? Así las cosas, nuestra experiencia con la sección de Turquía sólo sirve como una nueva confirmación –si fuera necesaria alguna– de que esta crítica es fundamentalmente correcta y aplica a nosotros mismos tanto como lo hace para otros.

El próximo artículo sobre nuestro vigésimo primer Congreso da una respuesta general a estas preguntas: “El Congreso enfatiza que la CCI siempre se ha visto afectada por su ‘error de juventud’ inmediatista, que nos ha llevado repetidas veces a perder de vista el marco histórico y a largo plazo el cual es la base de las función de la organización”. Tales deficiencias son incluso más difíciles de superar en cuanto que se encontraban en la organización desde el principio[1]. Concretamente, esto nos dejó expuestos a una ilusión particularmente predominante entre los miembros del EKS, de que la dificultad para difundir nuestras posiciones entre las nuevas generaciones más jóvenes (especialmente en el relativamente nuevo mundo de Internet) se debía esencialmente a un problema de presentación[2], y que por tanto podíamos incrementar nuestra influencia difuminando nuestra insistencia en los principios organizacionales (a lo que PBJ llama “reconocer que nuestros traumas generaban problemas”). De esta forma, perdimos de vista los fundamentos históricos, materialistas, de nuestra práctica organizacional tal y como estaban expresados en nuestros estatutos, los cuales sólo pueden ser entendidos históricamente, como principios políticos[3], y como productos tanto del pasado del movimiento obrero (las fracciones e Internacionales), así como de nuestra propia experiencia. Tratamos los estatutos como meras “normas de conducta”, y la “discusión” sobre este asunto se hizo precipitadamente y en un solo día (lo que contrasta con los meses de correspondencia y discusión con EKS sobre las posiciones representadas en la Plataforma). No hubo discusión en torno a los “Comentarios sobre los estatutos” (un texto que pone nuestros estatutos en el contexto de la experiencia histórica del movimiento obrero y de la propia CCI), ni sobre los textos organizacionales básicos, ni insistimos en que estos textos fueran traducidos al turco[4].

Por todo esto, repetimos, la CCI –y no los miembros del EKS– es cabalmente responsable[5].

Pero el resultado fue que la actitud de la sección turca hacia los estatutos no era la de militantes marxistas que buscasen comprender y poner en práctica los principios que los animan –o si fuera necesario, que discutiesen sobre la necesidad de cambiarlos, con todo el debate internacional en la organización que ello implicaría–: era más la actitud del abogado picapleitos de taberna cuyo único interés es el de hacerse valer a base de palabras y declaraciones en su provecho [6].

“Teníamos que irnos”

Esta es, en definitiva, la justificación de PBJ: “teníamos que irnos”. ¿Pero qué significa esto exactamente? Después de todo, los miembros turcos no fueron expulsados, ni colectiva ni individualmente, ni se les había aplicado sanción alguna. Sus “posiciones minoritarias” no fueron acalladas – por el contrario, siempre se les presionaba en el sentido de expresarlas por escrito para que pudieran ser publicadas y que toda la organización tuviera conocimiento de ellas.

Si tratamos de extraer los puntos principales del texto de PBJ, la imagen de conjunto que emerge es algo parecido a lo que sigue:

  • La CCI sufre de una “cultura del acuerdo” que dificulta el debate. Con esto al menos podemos estar de acuerdo, hasta cierto punto[7]. Más tarde volveremos sobre la “cultura del acuerdo” dentro de la misma sección turca.
  • Los militantes “viejos” trataron de imponer una “transmisión unilateral” de su experiencia a los jóvenes.
  • “La sección fue disuelta”.
  • Resumiendo, por tanto, “teníamos que irnos”.

En resumen, PBJ sería la “izquierda crítica” de la CCI, o incluso mejor, serían los “jóvenes” que se niegan a aceptar una “transmisión unilateral”, una “dictadura” de los viejos cuyos “traumas” crean “problemas”.

De hecho, pocos meses antes de su dimisión, la sección enfrentó a la organización con una grandilocuente declaración de posiciones en la que declaraban que eran “la izquierda” de la organización. Tomémosles la palabra y consideremos por un momento qué significa esto: ¿qué significa ser “la izquierda” en el contexto de la CCI?

La CCI muy conscientemente reclama tener sus orígenes en la Izquierda Comunista, pero más explícitamente, en lo que a cuestiones organizacionales se refiere, en la tradición de la Izquierda Comunista Italiana. ¿Qué significaba ser una “fracción de izquierda” en los días de la Izquierda italiana, en los días de la degeneración de la Internacional Comunista?: “La Fracción de izquierda se forma en un momento en que el partido del proletariado tiende a degenerar, víctima del oportunismo, o sea, de la penetración en su seno de la ideología burguesa. Es responsabilidad de la minoría que mantiene el programa revolucionario luchar de modo organizado para que tal programa triunfe en el partido. (...) La fracción de izquierda tiene la responsabilidad de llevar a cabo un combate en el seno del partido mientras exista una mínima esperanza de que pueda ser enderezado. Por eso, en los años 1920, no son las corrientes de izquierda las que abandonan los partidos de la IC, sino que son excluidas y muy a menudo mediante sórdidas maniobras[8].

  1. La izquierda, en resumen, combate por su organización hasta el final;
  2. para convencer, conquistar a la organización en la medida de lo posible;
  3. para salvar a tantos militantes como se pueda;
  4. en pos de la claridad sobre las razones por las que ha decaído la organización, por ellos mismos, por los otros militantes y por el futuro.

Concluyendo, la Izquierda no huye al primer signo de desacuerdo y oposición. Hace todo lo posible por quedarse en la organización y defiende sus ideas –hasta que es expulsada. No se pone a jugar al conejo con piel de lobo para al final salir corriendo.

La fracción de la Izquierda italiana se formó como reacción ante la degeneración de la Internacional Comunista, que la llevaba hacia la integración de sus partidos en el aparato político de la burguesía. Cualesquiera que sean nuestros defectos, esta no es la situación de la CCI, ni se hizo declaración alguna en este sentido por parte de los miembros de la sección turca. No había por tanto razón alguna para suponer que los diferentes desacuerdos expresados por, o en la sección, podían justificar la formación de una “fracción” en la CCI; por el contrario, podíamos tener la esperanza de que una discusión abierta en el seno de la organización haría posible clarificar estos desacuerdos, y tal vez así alcanzar una posición más clara para toda la organización.

No obstante, la cuestión fundamental sigue conservando su vigencia. Es la responsabilidad de cualquier minoría de una organización revolucionaria el defender sus posiciones durante el tiempo que le sea posible hacerlo, así como el intentar todo lo posible por convencer al resto de la organización de su validez. Nadie dirá que esto sea tarea fácil, pero es la única forma de construir una organización.

¿Por qué fracasaron tan estrepitosamente a este respecto los camaradas turcos? Podemos apuntar a dos factores principales:

  • El primero ya lo pusimos de relieve en 2007, en un texto sobre la “Cultura del debate”[9], que planteaba la necesidad absolutamente vital del debate en el interior de la organización, en pos de su salud interna: “La segunda razón esencial que llevó a la CCI a replantearse la cuestión de la cultura del debate fue nuestra propia crisis interna, a principios de este siglo, caracterizada por el comportamiento más ignominioso nunca antes visto en nuestras filas (…) Una de las conclusiones a la que hemos llegado es que cierta tendencia al monolitismo había desempeñado un papel de primera importancia en todas las escisiones que hemos vivido. En cuanto aparecieron divergencias, algunos militantes comenzaron a afirmar que les era imposible trabajar con los demás, que la CCI se estaba volviendo una organización estaliniana, o que estaba ya degenerando. Esas crisis surgían, pues, ante unas divergencias que, en su mayoría, podían existir perfectamente en el seno de una organización no monolítica y, en todo caso, debían ser discutidas y clarificadas antes de que una escisión fuera necesaria”. Los camaradas turcos cayeron víctimas de este mismo “monolitismo de la minoría”.
  • El segundo, es que una condición previa a la aceptación de la demanda que pesa sobre la izquierda de luchar hasta el final antes que abandonar la organización a toda prisa, es la convicción de que la organización en sí es una necesidad vital. Este es precisamente el problema del medio proletario actualmente, que no tiene experiencia de vida de Partido –como sí la había, por ejemplo, en el Partido Bolchevique de los días de Lenin–, ni experiencia de agitación revolucionaria por un Partido con influencia real y determinante en la lucha de clases, y que además está infectado no sólo de la vieja oposición consejista al Partido, sino por un recelo mucho más profundo, y general, hacia cualquier forma de actividad política organizada más allá de la del círculo. De hecho, PBJ no se toma en serio la organización. Es por esto que está tan sorprendido por “las posiciones que se desarrollaron en la organización, según las cuales, si la CCI de algún modo dejara de existir, entonces el partido no podría formarse, el proletariado no podría hacer la revolución y el mundo se iría definitivamente a la ruina, [para luego decir] expresamos que esperábamos no estar solos para continuar la actividad comunista en caso de que una situación así tuviera lugar. Deberíamos preguntarle a PBJ: ¿sí creéis (como supuestamente hacíais al uniros a la CCI) que la existencia de una organización política revolucionaria, internacional y centralizada, es crucial para el éxito de cualquier revolución futura? Al contrario que otros, nunca hemos pretendido ser “el Partido”, ni ser el único grupo en el mundo que defiende el internacionalismo proletario. Hay demasiados pocos revolucionarios en el mundo, y con toda probabilidad esta situación se va a prolongar durante un largo tiempo. El proletariado necesita reunir todas las fuerzas que pueda: la existencia de una organización revolucionaria no es cuestión de individuos sino producto de la naturaleza históricamente revolucionaria del proletariado. Tal y como Bilan señaló durante la guerra de España en los años 30, si no hay Partido —si no hay una organización política reconocida como suya por la clase obrera mundial— no hay revolución. Y aún con todo, una organización tal no vendrá a la vida como producto de algún proceso místico de auto-generación. Construir una organización es inmensamente difícil, lleva años de esmerado esfuerzo, y aun así será siempre tan frágil como para poder derrumbarse en cuestión de meses o incluso semanas. Si la CCI, que hoy día es con mucho la organización más grande de la Izquierda Comunista[10], finalmente fracasa, ¿qué quedará para reemplazarla? ¿Cómo y sobre qué base se construirá la organización de la Internacional? A estas preguntas, PBJ sólo sabe responder “esperamos no quedarnos solos”. “La esperanza es eterna”, como dice el dicho, y mientras tanto la superficialidad reina a sus anchas.

Queremos concluir este punto, respondiendo a la supuesta “disolución de la sección en Turquía”. No hay duda de que se cometieron errores en ambos lados en el proceso que llevó a la salida de la sección; no hay duda de que hubo cierta desconfianza acumulada, que no fuimos capaces de disipar[11]. Falta a la verdad, sin embargo, insinuar que la sección fue “disuelta”. Esta afirmación se basa en dos puntos:

  • En primer lugar, que se pidió a la sección a través de una resolución del órgano central, reemplazar sus propias reuniones con la participación de todos sus miembros (vía Internet) en las discusiones de otras secciones de la CCI.
  • Segundo, que se le pidió a la sección traducir todos sus artículos al inglés y enviarlos al BI antes de su publicación.

Vamos a ver esto por orden.

Como el propio texto de PBJ dice, la participación de sus miembros en otras reuniones de las secciones fue un intento de romper el localismo en el que la sección se había atrincherado –y que no pueden negar. Lo que no se menciona, es que la misma medida se aplicó a otras secciones en el período previo al Congreso de la CCI. El objetivo era abrir la vida local de las secciones a la discusión internacional, para dejar entrar un poco de aire y permitir que todos los camaradas tuviesen una idea de la vida de la organización en su conjunto más allá de sus propias preocupaciones inmediatas antes de que las delegaciones llegasen al Congreso. La medida no estaba destinada originalmente a durar más allá del propio Congreso. No sólo eso: lo que PBJ no dice a sus lectores es que, una vez que estaba claro que la sección en Turquía no estaba de acuerdo con ella, dado que no la comprendían, la medida propuesta fue retirada por el órgano central: la disciplina comunista no es algo que pueda ser impuesto burocráticamente.

En lo que se refiere a la prensa, nuestros Estatutos expresan inequívocamente que (incluso en Turquía) “Las publicaciones territoriales son confiadas por la CCI a las secciones territoriales y más específicamente a sus órganos centrales, los cuales pueden designar los comités de redacción para este propósito. Sin embargo, estas publicaciones son la emanación de la totalidad de la corriente y no de las secciones territoriales particulares. Debido a esto, el BI tiene la responsabilidad de orientar y dar seguimiento al contenido de estas publicaciones”. Dado que el BI como un todo no habla turco, y que la sección –como PBJ difícilmente puede negar–, no estaba completamente de acuerdo con el resto de la CCI sobre toda una serie de puntos (incluyendo, por ejemplo, el análisis de las “revueltas sociales” en España, Egipto, Turquía y Brasil), seguramente no estaba falto de razón el BI al pedir que los artículos le fuesen enviados antes de su publicación: en todo caso, el BI actuaba completamente dentro de sus derechos estatutarios al hacerlo. El lector puede juzgar qué tan en lo correcto estaba el BI con base en el propio artículo sobre el desastre en la mina de Soma cuya no-publicación le provoca un sarpullido a PBJ. En el artículo leemos por ejemplo que “la muerte de los trabajadores en los astilleros, en las obras de construcción y en las guerras, ocurren porque la burguesía conscientemente quiere que sucedan; la masacre en Soma, que es llamada un accidente, fue realizada conscientemente”, y continúa diciendo: “En la guerra o en el centro de trabajo, los trabajadores son valorizables [valuable] si mueren por el capitalismo”. Incluso para el marxista más vulgar –y los miembros de la sección en Turquía, en su tiempo, se llamaban a sí mismos marxistas, obsequiándonos con largas lecciones mal digeridas sobre la “ley del valor”–, esto es un total sinsentido. Los trabajadores son valiosos para el capital si producen plusvalía, algo que difícilmente pueden hacer si están muertos.

Lejos de “disolver” a la sección, la organización tenía todo el interés en su participación en la vida internacional de la CCI, incluyendo y de especial manera, su congreso internacional. Uno podría esperar que “la Izquierda” aprovechara la oportunidad de expresarse en el Congreso, tanto más por cuanto nuestros Estatutos requieren explícitamente una mayor representación de las posiciones minoritarias. Pero no fue así, PBJ: no sólo abandonaron precipitadamente antes del Congreso, también rechazaron la invitación de nuestra organización para intervenir, y hablar, como un grupo externo. Tenían demasiado “trabajo importante” que hacer: dejamos a nuestros lectores que juzguen por sí mismos los resultados de la “importante labor” en su propio sitio web. “La prueba del pudin se realiza al comer”, finalmente.

La transmisión de la experiencia

PBJ da mucha importancia a lo que llama “los camaradas conservadores”,[12] que “han enfatizado que la generación del 68 necesitaba transmitir su experiencia a los jóvenes de manera unilateral. Este énfasis presupone que los jóvenes camaradas estaban desprovistos de cualquier experiencia en la cuestión de la organización”. Aquello de “los jóvenes camaradas estaban desprovistos de cualquier experiencia en la cuestión de la organización” es simplemente una afirmación sin argumentar[13] pero vale la pena tomar esta cuestión con un poco más de profundidad de lo que PBJ se ha molestado en hacer.

Cada generación forma un eslabón de la cadena de la historia humana. Cada una de ellas se enfrenta a tres tareas fundamentales: recibir la herencia colectiva de la generación anterior; enriquecer este patrimonio sobre la base de su propia experiencia; transmitirla para que la próxima generación pueda lograr más que lo que la anterior pudo lograr.

Estas tareas, lejos de ser fáciles, representan un desafío particular. Esto también es así para el movimiento obrero. La vieja generación ha de hacer entrega de su experiencia. Pero también lleva consigo las heridas y traumas de sus luchas. Ha tenido que aprender a enfrentarse a las derrotas, a las decepciones, y ha tenido que comprender que la construcción de adquisiciones duraderas de lucha colectiva a menudo requiere más de una vida. No sólo se necesita la energía y el ímpetu de la siguiente generación, sino también sus nuevas cuestiones y su capacidad de ver el mundo con nuevos ojos.

Pero por mucho que las generaciones se necesiten mutuamente, su capacidad para forjar la unidad necesaria no está dada automáticamente. A medida que la sociedad se distancia a sí misma de la economía natural, el capitalismo “revoluciona” de manera más rápida e incesante las fuerzas productivas y el conjunto de la sociedad, y la experiencia de una generación difiere cada vez más de la siguiente. El capitalismo, el sistema de la competencia por excelencia, también induce a enfrentar a las generaciones unas contra otras en una lucha de todos contra todos” (CCI)[14].

Esquemáticamente, podemos decir que hay tres posibles reacciones a esta necesidad de la transmisión de la experiencia inherente a toda sociedad humana:

  1. La autoridad del Maestro es incuestionable, cada nueva generación solamente tiene que apropiarse y repetir las lecciones de la anterior. Esta es la actitud característica de las sociedades asiáticas antiguas, y que ha infectado el movimiento proletario en la forma de la caricaturesca devoción bordiguista hacia las obras intocables del Maestro.
  2. La contestación que dominó al movimiento de la juventud de la década de 1960, condenada –dado su rechazo a aprender de sus predecesores– a repetir sus errores en cada tedioso detalle.[15]
  3. Y, por último, tenemos la apropiación –marxista– crítica, y científica de la experiencia pasada. Como un artículo anterior[16] señalaba, es esta capacidad de apropiarse de la obra y el pensamiento de las generaciones anteriores, y de desarrollarlo críticamente, lo que caracterizó la aparición del pensamiento científico en la antigua Grecia.

Ejemplos de dicha apropiación crítica de una nueva generación de militantes no faltan en el movimiento obrero. Podemos citar el de Lenin con respecto a Plejanov, o más sorprendentemente aún, el de Rosa Luxemburgo con respecto a Kautsky y el SPD en general, así como a las teorías de Marx que ella criticó y desarrolló en La acumulación del capital. Estos ejemplos nos muestran que una condición previa para la crítica es, precisamente, la apropiación de las ideas de nuestros predecesores, en otras palabras, la capacidad de comprenderlos –y la capacidad de comprenderlos depende de la capacidad de leerlos (dado que la mitad de la sección no leía otro idioma distinto del turco, se trataba evidentemente de una imposibilidad física). Una vez comprendidas las ideas, se les puede criticar, especialmente en el contexto de una organización donde el objetivo es convencer a otros camaradas, participando con ellos, en lo cual los miembros de la sección en Turquía fallaron rotundamente. PBJ afirma que esto no es verdad.[17] Sin embargo, a PBJ les resultará difícil indicar un solo texto sobre cuestiones organizativas (que no sea sobre nuestra "infame" posición sobre el parasitismo) que tenga relación alguna con cualquiera de los documentos básicos de la CCI, ya sean internos o externos. Si nuestros lectores necesitan convencerse de la comprensión organizativa del PBJ, los invitamos a consultar un texto de Jamal (un colaborador frecuente en el foro de la CCI) que PBJ ha publicado en su página web sin una palabra de comentario crítico: dicho texto se lee como una especie de manual del gerente producido por el departamento de recursos humanos de alguna nueva empresa.

Qué significa unirse a la CCI

En este punto, queremos dar un paso atrás y volver a las palabras que hemos citado al principio de este artículo. “Una de las tareas más urgentes y difíciles que enfrentan los revolucionarios es el de unir las escasas fuerzas revolucionarias que están dispersas actualmente en todo el mundo”. De cara a los errores de la CCI (y nadie está más consciente de ellos que nosotros), es totalmente fácil olvidar cuán difícil y cuán ambiciosa es dicha tarea. Reunir militantes de todas partes del mundo, desde culturas y orígenes totalmente diferentes, en una única asociación internacional capaz de tomar parte y estimular la reflexión de un proletariado mundial con la fuerza de miles de millones, para unirlos no en una homogeneidad sin vida, sino en un todo donde la unidad de acción se base en la diversidad de debate dentro de un marco político aceptado, es una tarea gigantesca. Ciertamente, nos quedamos cortos ante nuestras aspiraciones, pero necesitamos expresarlas únicamente para ver lo diferentes que son de la mentalidad de círculo que dominó al EKS, como sus propios miembros reconocen.

De hecho, los miembros de la sección turca nunca comprendieron la diferencia fundamental entre ser un círculo y ser militantes de una organización revolucionaria, especialmente de una internacional. Esto no es del todo su culpa, ya que hemos fallado en transmitir nuestras concepciones organizativas hacia ellos, en parte porque las hemos, hasta cierto punto, descuidado nosotros mismos.

Hemos tratado ya ampliamente la cuestión de lo que Lenin llamó el “espíritu de círculo” [18]. Aquí nos limitaremos a recordar algunos de los puntos principales.

En primer lugar, el círculo se caracteriza por una membresía basada en una mezcla de amistades personales y un acuerdo político; como resultado, los conflictos personales y desacuerdos políticos se confunden: una fórmula segura para la personalización de la discusión política. No es de extrañar que la vida de la sección turca estuviera marcada por una serie de amargas animosidades personales que condujeron a divisiones y períodos de “parálisis”.

Para mantener su cohesión, el círculo se cierra como una ostra contra el exterior. Esto a su vez es una fórmula para el antagonismo personalizado entre el círculo y el resto de la organización: “Bajo el nombre de ‘minoría’, elementos heterogéneos se reagruparon en el Partido unidos por el deseo, consciente o no, de mantener las relaciones de círculo, formas de organización anteriores a la del partido”.[19] El espíritu de círculo en la organización lleva a una actitud de “nosotros y ellos”, el círculo contra los “órganos centrales”; el círculo pierde completamente de vista la organización como un todo, al obsesionarse con los “órganos centrales”. Un ejemplo que podemos citar entre muchos es un texto escrito por un miembro de la sección titulado “¿Hay una crisis en la CCI?”; la crítica expresada en este texto fue recibida, y tanto respondida como desarrollada por otra sección, sin embargo, esta respuesta fue completamente ignorada. Sólo se considera que los “órganos centrales” merecen atención.

El círculo mantiene su cohesión oponiéndose al resto de la organización en bloque, mientras que al mismo tiempo evita cualquier debate sobre las propias divergencias dentro del círculo. Esto fue claramente manifiesto en el debate sobre la ética y la moral al que se ha comprometido la CCI: cuando un camarada desarrolló un argumento crítico que (cf. la nota anterior) era, hasta cierto punto, directamente inspirado en textos propios de la organización, otro presentó una posición que debe más a Hobbes que a Marx, y, no obstante, nunca escuchamos una palabra de crítica de los camaradas de Turquía.[20]

Un caso más llamativo de ese cierre hacia el resto de la organización llegó con el debate sobre los acontecimientos en torno a las manifestaciones masivas del Parque Gezi en Estambul. Según PBJ, “Se alegó que la sección no informó a la organización de sus desacuerdos durante el proceso de Gezi, mientras que al calor de los acontecimientos la sección tuvo una reunión con los compañeros del secretariado tratando de explicar sus desacuerdos”. Es cierto que hubo una larga discusión entre los miembros del Secretariado Internacional y los miembros de la sección turca acerca de la modificación de la redacción de su artículo sobre los hechos ocurridos en Gezi. También es cierto que los miembros del SI tenían dificultades para encontrarle pies y cabeza a estos “desacuerdos”, y por una buena razón: en la conferencia que la sección celebró poco después se hizo evidente que había por lo menos dos, si no es que quizás tres, diferentes posiciones dentro de la misma sección. Los miembros de la sección se comprometieron a escribir sus diferentes posiciones para llevar la discusión a la organización como un todo (nuestros lectores se asombrarán al saber que estos documentos están todavía por ver la luz del día).

Los ex-compañeros de Turquía mantienen silencio sobre otro de sus desacuerdos internos, sobre el “tono” de nuestro Comunicado a nuestros lectores: La Corriente Comunista Internacional bajo el ataque de una nueva agencia del Estado burgués. Según PBJ, “Aun así, los miembros de nuestra sección en el órgano central de la CCI no dejaron de criticar el enfadado tono del comunicado escrito en respuesta a este ataque”. Perfectamente cierto. Pero el texto no menciona que otros dos miembros de la sección encontraron el comunicado perfectamente apropiado, y así lo manifestaron sin ambigüedad durante una reunión celebrada en julio de 2014 con los miembros de la sección en Francia.

Ya hemos mencionado (cf. nota 6), la insistencia de Leo y Devrim en llevar hacia su foro debates sin ninguna restricción. Esto trae a la mente, una vez más, las palabras de Lenin: “Ciertos eminentes militantes de los círculos más antiguos e influyentes, al no tener el hábito de restricciones organizativas que el Partido debiera imponer, se inclinan a confundir mecánicamente los intereses generales del Partido y sus intereses de círculo que pudieron coincidir en el período de círculos”. Ellos “... levantan, naturalmente, el estandarte de la rebelión contra las restricciones que son indispensables para la organización e implantan su anarquismo espontáneo como si fuera un principio de lucha (...) haciendo demandas a favor de la ‘tolerancia’, etcétera”.[21]

¿Hacia dónde va PBJ?

“Una imagen vale más que 1000 palabras”, dice el refrán, y ciertamente esto le ajusta a PBJ. Gracias a la magia técnica de Internet, descubrimos que la imagen que Pale Blue Jadal ha elegido para representar a su grupo viene directamente del mundo sentimental del hippismo.[22]

Sus “principios políticos” están desprovistos de cualquier referencia a la Izquierda Comunista, o de hecho a cualquier herencia del pasado en absoluto. De ese modo el PBJ se declara un grupo nuevo basado únicamente en sí mismo, en la ignorancia y en una amalgama de resentimientos, descontentos, y lealtades personales[23].

No se hace mención alguna de la decadencia del capitalismo, que, para la CCI, que ellos acaban de abandonar, es la piedra fundacional materialista de sus posiciones políticas. PBJ no tiene crítica alguna que hacer a esta base teórica, ni tiene alternativa alguna que ofrecer. PBJ puede no ser consciente de ello, pero al echar por la borda toda referencia al pasado y cualquier intento de dar una base materialista a sus posiciones, están poniendo en riesgo el proceso de “discusión política” al que se dicen estar comprometidos.[24] En la lista de temas de discusión propuestos en la “hoja de ruta” del PBJ (que debe mantenerlos ocupados durante los próximos 20 años por lo menos), vale la pena señalar la presencia de “La cuestión nacional en el Medio Oriente”... y la ausencia total en el sitio del PBJ al menor comentario sobre la situación concreta en Turquía, la renovación de la guerra de Erdogan sobre los kurdos, el resurgimiento del nacionalismo kurdo y la crisis de refugiados de Siria, el atentado con bomba en Suruç, etc.

Hemos dicho anteriormente que la existencia de una organización revolucionaria internacional es una condición previa para el derrocamiento exitoso del capitalismo. Si el proletariado, un día, demuestra que es capaz de “asaltar los cielos" (según la expresión de Marx), su fuerza decisiva habrá de encontrarse en los países con una fuerte clase obrera y una cierta experiencia histórica. Turquía, en la puerta de enlace entre Europa y Asia, es uno de esos países, y un movimiento proletario en ascenso necesariamente habrá de producir una expresión política que sólo puede basarse en el patrimonio de la Izquierda Comunista. Al dar la espalda a este patrimonio, los miembros del PBJ se desacreditan a sí mismos de participar en cualquier expresión política semejante, y esta es su tragedia.

Acabemos con una nota optimista, sin embargo. Toda nuestra experiencia pasada indica que PBJ está condenado a seguir el camino de los círculos anteriores: aquellos que se niegan a aprender de la historia –uno no puede aprender de la historia si no sabe nada al respecto– están condenados a repetirla. Pero sigamos abiertos a la posibilidad de que podemos estar equivocados, y que el PBJ a pesar de todas las apariencias, por el contrario, aún pueda producir algo útil para el proletariado y la revolución. Para ello, tendrán que encontrar su camino de vuelta a la herencia teórica y organizativa revolucionaria de la Izquierda Comunista.
Corriente Comunista Internacional, noviembre de 2015

 

[1] La TCI (ex-BIPR) ofrece otro llamativo ejemplo de la extrema dificultad que encierra superar deficiencias que están, por así decirlo, en los genes de la organización: sus orígenes en el profundo oportunismo que presidió la creación del Partido Comunista Internacionalista, en 1943, la han perseguido desde entonces.

[2] Esto, por supuesto, no quita el que también hayamos cometido errores en este medio, principalmente debido a nuestra tendencia al esquematismo.

[3] Esto es por lo que los estatutos forman parte explícitamente de nuestra Plataforma, y son parte de la base sobre la que los militantes se integran a la organización.

[4] La falta de traducciones al turco sólo se volvió crítica cuando la sección (sin preguntar a nadie su opinión al respecto) integró a nuevos miembros que no sabían leer inglés.

[5] El lector atento se habrá dado cuenta de que nuestro punto de vista sobre el oportunismo organizacional de la CCI es muy diferente del de PBJ. A riesgo de probar la paciencia de nuestro lector, queremos responder brevemente uno de los pequeños “mitos” de PBJ (por decirlo a su manera): de que “el ejemplo más obvio del oportunismo en el proceso de integración de la sección fue que camaradas que discrepaban con la Plataforma y los estatutos eran aceptados en la organización”. ¿A qué se refiere esto exactamente? En verdad, hubo dos desacuerdos potenciales que salieron a la luz en el proceso de discusión. El primero fue el desacuerdo de Devrim en la prohibición que hacen nuestros estatutos de ser miembro de un sindicato para entrar en la organización (curiosa y aparentemente, PBJ no ve nada deshonesto en aceptar la integración en una organización con cuyas posiciones se discrepa); el segundo se refiere al desacuerdo de una camarada en la prohibición que los estatutos hacen de pertenecer a cualquier otra organización política. Abordémoslos uno por uno.

La prohibición de membresía en cualquier sindicato está orientada a negar cualquier concesión al “entrismo” (la idea de que sería posible influenciar positivamente a un sindicato desde dentro, o incluso que se podría intervenir “más efectivamente” [en las luchas, se entiende] siendo miembro de un sindicato) o al “sindicalismo rojo” de la variedad bordiguista, o a su pariente, el sindicalismo revolucionario. Los estatutos, sin embargo, admiten excepciones debido a “dificultades/restricciones profesionales”. Esta disposición se incluyó para tener en cuenta a los trabajadores de las industrias “closed-shops” donde la pertenencia a un sindicato es un requisito para trabajar — una situación muy común en la Gran Bretaña de los 70—, pero también en otras industrias de otros países (la industria de la impresión francesa, por ejemplo, que estaba completamente dominada por la CGT). La objeción de Devrim se basaba en que los trabajadores podían ser forzados, incluso no tratándose de una industria “closed-shop”, a depender de la pertenencia al sindicato para acceder a la seguridad social, seguros y otros beneficios fundamentales tales como representación legal en disputas personales; en ningún momento (que nosotros sepamos), ni entonces ni después, argumentó Devrim a favor del entrismo o el sindicalismo revolucionario, y consideramos (tal y como le explicamos) que los casos que él citó, en las condiciones de los años 2000, estaban bajo las mencionadas “restricciones profesionales”.

En el segundo caso, la camarada en cuestión participaba en un grupo de mujeres y era reacia a abandonarlo. Le preguntamos de qué tipo de grupo se trataba y nos explicó que era un grupo de mujeres que se reunía para discutir de problemas específicamente vinculados al género femenino (tanto sociales como políticos) prefiriendo hacerlo sin la presencia de hombres –algo totalmente comprensible dadas las condiciones de un país como Turquía. Este grupo –hasta donde pudimos entender– no tenía plataforma política, de hecho ni siquiera una agenda política como tal; sobre esta base, concluimos que no era un grupo político tal y como se definía en los estatutos sino un grupo de discusión, y que consecuentemente no podíamos poner objeciones a su participación en él sino que, muy al contrario, lo consideraríamos parte de las intervenciones de la organización.

[6] Nos limitaremos a un sólo ejemplo. De acuerdo a nuestros estatutos, el debate interno de la organización se hace público sólo cuando ha llegado a cierto grado de madurez, de modo que, primero, toda la organización sea consciente del debate y sus implicaciones y, segundo, sea posible expresarlo con la suficiente claridad para que contribuya a la clarificación y no a la confusión. Estas disposiciones, recordemos, están en los mismos estatutos a los que todos los miembros de EKS acordaron inscribirse. Dos de ellos, sin embargo, continuaron debatiendo entre ellos públicamente en diversos foros de Internet que habitualmente frecuentan, sin creer necesario en ningún momento informar al resto de la organización ni de sus intervenciones ni de sus desacuerdos. Cuando se les señaló que eso contradecía tanto el texto como el espíritu de los estatutos, respondieron que los estatutos se escribieron antes de la existencia de Internet, y que sólo podían aplicarse a la prensa escrita.

Por supuesto, se podría discutir este punto sin problemas, pero lo que no se puede hacer, cuando se aceptan los estatutos de una organización como la CCI, es simplemente ignorarlos a conveniencia e intentar justificarse a posteriori discutiendo sobre la diferencia entre prensa escrita y digital.

[7] El artículo sobre el Congreso habla de la “dimensión intelectual” de la crisis de la CCI y de la necesaria lucha contra “el rutinismo, la superficialidad, la pereza intelectual, el esquematismo...”. Pero, ¿pueden decir honestamente los miembros de PBJ que se encuentran libres, ellos mismos, de estos defectos?

[8] Revista Internacional nº 90. /revista-internacional/199707/1226/polemica-hacia-los-origenes-de-la-cci-y-del-bipr-i-la-fraccion-ita Ver también el próximo “Informe sobre la Fracción” dirigido al XXI Congreso.

[10] Y más importante, es la única que extrae sus posiciones de una síntesis de los principales avances de las diferentes corrientes de la Izquierda Comunista, mientras otros grupos se identifican exclusivamente con la Izquierda Germano-holandesa o la italiana.

[11] PBJ menciona una reunión del Buró Internacional en la cual el derecho del delegado de la sección turca de asistir a la reunión fue cuestionado por otra de las delegaciones. Este fue, sin duda, un grave error por parte de la delegación, y, precisamente, indicativo de esa atmósfera de desconfianza que se había desarrollado dentro de la organización —pero, como los propios miembros de PBJ señalan, la idea de que el delegado de Turquía no debiese ser admitido fue decididamente rechazada por el BI al ser contraria a nuestros estatutos y a nuestra concepción de la organización.

[12] PBJ se centra de forma obsesiva en la “personalización” que supuestamente caracterizaría nuestro enfoque. Incluso, a lo largo de su texto, los militantes son descritos como “expansionistas” o “conservadores”, sin considerar en absoluto los argumentos políticos involucrados. Permitamos que PBJ vea la viga en sus propios ojos antes de mirar la paja que ve en los ojos de otros.

[13] Algunos de los militantes de la sección turca tuvieron una larga experiencia organizativa antes de unirse a la CCI… aunque en las sectas de izquierda. Pero independientemente de las intenciones conscientes de sus miembros, se trata de grupos fundamentalmente burgueses y, como tales, están totalmente inspirados en la ideología burguesa: es nuestra experiencia invariable –que confirma al pie de la letra el PBJ– que, para un ex izquierdista, hacerse militante en una organización comunista significa ante todo desaprender todas las actitudes y prácticas adquiridas en el izquierdismo. Esto es mucho más difícil que llegar a la política comunista sin ninguna experiencia previa.

[14] La cultura del debate”, 2007, op.cit.

[15] En la canción “Les bourgeois” [“Los burgueses”] del cantante belga Jacques Brel, tres estudiantes se burlan de la pomposidad de los “burgueses” de la provincia... hasta que ellos mismos envejecen y se ven a sí mismos quejándose ante la policía sobre la insolencia intolerable de los jóvenes estudiantes. Brel podría haber estado escribiendo acerca de Joschka Fischer, Dany Cohn-Bendit y todos los demás líderes ministeriales del movimiento estudiantil de 1968.

[17] Según PBJ, “La afirmación según la cual un texto interno escrito por un miembro de la sección [en Turquía] sobre ética ignoró los textos escritos por la organización sobre este tema con anterioridad era otra leyenda dado que dicho texto fue, de hecho, escrito en respuesta al texto de orientación de la organización sobre esta cuestión. En respuesta, permítasenos citar una respuesta que se hizo al texto en cuestión, el cual PBJ, muy precipitadamente, dejó de leer: “Una condición previa para la ‘cultura del debate’ es que debe haber un debate: esto significa que las posiciones opuestas deben responderse entre sí. Aunque el texto de L comienza con una breve cita de MyE [el texto sobre “Marxismo y Ética”] sobre la definición de la moral y la ética, y nos dice que 'a partir de estas definiciones se derivan una serie de confusiones, sobreestimaciones, vueltas al idealismo, divergencias con respecto al método marxista, y una variedad de otros errores”, este es el único lugar en su texto donde se hace una sola referencia a MyE, y nos deja en la oscuridad en cuanto a cuáles son exactamente estos ‘errores y confusiones’, y en qué medida son el resultado de las ideas desarrolladas en MyE. Por otra parte, nos queda claro que partes del texto de L están de acuerdo con, o incluso inspiradas directamente por MyE y, sin embargo, tampoco estas regiones de acuerdo son puestas en claro en ningún momento”.

[18] Principalmente en La cuestión del funcionamiento de la organización en la CCI, Revista Internacional nº 109.

[19] Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás, citado en el “Texto sobre el funcionamiento de la organización”.

[20] Para dar una idea de la inspiración hobbesiana de dicho texto, ofrecemos este breve pasaje: “La relación entre los seres humanos es desigual. Esta desigualdad se deriva del valor de uso y valor de cambio producido por los seres humanos [al parecer el autor aquí no es consciente de las decenas de miles de años de historia humana, donde el valor de cambio no existía]. Esta base material real determina las relaciones humanas todo el tiempo y por completo [la objeción burguesa clásica a la posibilidad del comunismo]. Y esta desigualdad genera una tendencia a dominar. Esta tendencia surge para que los seres humanos sobrevivan en condiciones naturales. Primitivamente, es la tendencia a que uno asegure su propia supervivencia”. Es decir, como Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre; la sociedad humana es la guerra de todos contra todos, etc., etc.

[21] Lenin, op. cit.

[22] Los interesados ​​pueden encontrar el original aquí: markhensonart.com/galleries/new-pioneers. Está acompañado del ilustrativo texto que sigue: “El drama épico de la vida, la muerte, la guerra, la paz y el inalienable derecho de elegir se representa en una gran panorámica. Los refugiados salen de escalar una zona de guerra, un pionero llega a un grafiti en la pared, donde están marcadas las opciones. Todos queremos vivir en paz, pero de alguna manera muchos se sienten atraídos por valores que son tan diferentes, [y] la guerra parece ser la única opción para una humanidad enloquecida. Los pioneros y refugiados llegan a un nuevo mundo de consciencia clarividente”.

[23] Vale la pena señalar que un camarada, en su carta de dimisión, no expresaba en absoluto diferencia política con la organización.

[24] Nuestros lectores pueden juzgar cuán comprometido está PBJ a la discusión y a la clarificación al rechazar nuestra invitación a participar en el reciente congreso de la CCI, ya fuese dentro de la organización o fuera de ella.

 

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