Toma de posición sobre las huelgas recientes de los Policías Militares en Brasil

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La huelga de la Policía militar, que no es la primera ni de seguro la última del sector, expresa las dificultades del Estado brasileño para preservar el orden y cohesión al interior de sus cuerpos represivos, afectados por la crisis económica tanto en las condiciones de vida de sus miembros como en su funcionamiento. El proletariado y sus organizaciones de clase debemos tener la mayor claridad sobre esta huelga de los PM y lo que representa para las próximas luchas que emprenderá el proletariado brasileño, como respuesta a los ataques que la burguesía descarga sobre sus hombros, que se acentuarán en la medida que se agudice la crisis mundial del capitalismo.

La huelga de la Policía Militar[1] (PM) que se desarrolló en varios estados de Brasil a comienzos de 2012, aunque no de manera simultánea, ha tenido repercusiones importantes: abarcó los estados de Maranhão, Ceará, Bahía, y se extendió a Río de Janeiro. El movimiento tuvo su mayor amplitud y contundencia en el estado de Bahía, donde fueron movilizados más de 3 mil efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad, Policía Federal y, principalmente, del ejército; quienes en su mayoría actuaron en la capital, Salvador, donde los policías en huelga junto con varios de sus familiares tomaron la Asamblea Legislativa.

El gobierno de Dilma Rouseff, siguiendo la línea de su mentor Lula, condenó el movimiento huelguístico como un atentado contra la democracia y ordenó la movilización del ejército y la Policía Federal en Salvador, Río y otras ciudades con el fin expreso de reprimir a los manifestantes. Jaques Wagner, gobernador de Bahía del Partido de los Trabajadores (PT), fue el encargado de liderar las acciones contra el movimiento huelguista en ese estado.

Por su parte, altos representantes del PT, PCdoB, de los izquierdistas PSTU y del PSOL[2], así como otras organizaciones de izquierda y derecha se vieron obligados a pronunciarse a favor o en contra del movimiento. Los dos primeros partidos, oficialistas, se colocaron en contra del movimiento calificándolo de un grave atentado al estado de derecho y a la democracia. En tanto los izquierdistas PSTU y PSOL dieron su apoyo abierto a los policías, considerándolos como "trabajadores de la seguridad pública". La población, debido a la amplia cobertura que los "medios" dieron al conflicto y ante los temores de que creciera la violencia y los homicidios, también se vio confrontada a decidir si apoyaba o no al movimiento de los PM.

La huelga de los PM, que no es la primera ni de seguro la última del sector, expresa las dificultades del Estado brasileño para preservar el orden y cohesión al interior de sus cuerpos represivos, afectados por la crisis económica tanto en las condiciones de vida de sus miembros como en su funcionamiento.

El proletariado y sus organizaciones de clase debemos tener la mayor claridad sobre esta huelga de los PM y lo que representa para las próximas luchas que emprenderá el proletariado brasileño, como respuesta a los ataques que la burguesía descarga sobre sus hombros, que se acentuarán en la medida que se agudice la crisis mundial del capitalismo.

La crisis capitalista: causa principal del movimiento

La burguesía brasileña se vanagloria de formar parte de la élite de los llamados países emergentes, posicionamiento alcanzado principalmente durante los períodos de gobierno de Lula; de hecho forma parte de los países del llamado grupo de los BRIC[3] . Al igual que sus socios, esta posición que ocupa Brasil se ha logrado gracias a la explotación y precarización de las condiciones de vida del proletariado brasileño, sustentado en un ambiente de "paz laboral" logrado principalmente debido al control que ejerce sobre las masas proletarias la izquierda del capital, encabezada por el PT.

Los policías, al igual que el resto de la población asalariada, no escapan a esa presión constante que ejerce el capital contra sus condiciones de vida: bajos salarios, precarización expresada en un mayor deterioro de los beneficios laborales y de las condiciones de trabajo, etc. Sin embargo, los militares, no importa su grado ni jerarquía, en su condición de miembros del aparato de represión del Estado y remunerados por él, al entrar en huelga, sacan a la luz los conflictos y contradicciones en el seno de la clase dominante, que por un lado, necesita contar con un cuerpo represivo siempre apto para ejercer la coerción y la violencia contra el proletariado cuando lucha por reivindicaciones; aunque sean de las mas elementales como la de tener un salario que satisfaga sus necesidades básicas. Por otro lado, en la mayoría de los casos, por tratarse de personas reclutadas en el seno de familias del proletariado -al mismo tiempo que son los elementos de primera línea en la defensa de la clase dominante- son los que perciben las menores remuneraciones dentro de los que ejercen funciones diarias ligadas al aparato represor estatal (policía, jueces, tribunales), lo que causa un enorme descontento que los lleva a la huelga.

El reciente conflicto de la PM muestra una mayor complicación para el Estado brasileño ya que ha sido el movimiento reivindicativo del sector que ha tenido mayor amplitud. Las medidas represivas contra varios dirigentes del movimiento tomadas por el gobierno federal, en vez de aplacarlo más bien fueron motivo de mayor radicalización. Por otra parte, las reivindicaciones salariales obtenidas están lejos de las aspiraciones iniciales del movimiento. Pedían: reintegración de los policías que fueron expulsado de la PM después de la histórica huelga de 2001, incorporación de gratificaciones, el pago de un adicional de peligrosidad, reajuste lineal del 17,28% retroactivo a abril de 2007 y la revisión del auxilio de alimentación. Lo que consiguieron: aceptaron la propuesta del gobierno de aumento del 6,5% salarial, y una nueva gratificación, gradual hasta el 2014, por trabajo policial. No hubo amnistía a los policías detenidos.

El movimiento huelguístico de la PM forma parte del creciente debilitamiento de la capacidad de la burguesía para imponer su orden, ya que algunas fuerzas de represión se van a tornar menos fiables a medida que se acentúen las contradicciones de su sistema, en las que la agudización de la crisis capitalista, y la aplicación de medidas de austeridad, van a jugar un papel de primer orden.

Los cuerpos policiales: al servicio de la burguesía contra el proletariado

Es un hecho que la gran mayoría de los integrantes de los cuerpos policiales, al igual que la mayor parte de los asalariados, no poseen medios de producción y sólo disponen de su fuerza de trabajo para sobrevivir; pertenecen a las capas más pobres de la sociedad y se emplean con el Estado para recibir un salario que les permita el sustento tanto a ellos como a sus familias. Podría pensarse que por esa coincidencia de extracción social y por ser asalariados, los intereses y reivindicaciones de los policías también coinciden con los del proletariado, que se ve forzado a luchar y movilizarse contra los embates del capital. Mas no es así, son movimientos que se sitúan en campos contrarios.

Su extracción social, no puede hacer que olvidemos que están al servicio del mantenimiento del orden dominante con la función de reprimir y aterrorizar a la población como lo ilustra lo siguiente: "En los últimos meses son abundantes las noticias de abuso policial, de agresiones gratuitas a la población, de violaciones, de represión violenta de la PM a las manifestaciones, además de los tradicionales asesinatos y tortura. La policía brasileña es la que mas asesina en el mundo y sus crímenes diarios nunca son objeto de investigación y penalización...La PM está en la Universidad de Sao Paulo (USP) para reprimir a los estudiantes, tal como lo hizo contra las manifestaciones en Piauí, Recife, Espíritu Santo, etc."[4]. Podemos ver también esa misma actitud en la reciente desocupación de Pinheirinho[5] y la amenaza de desocupación de la comunidad de quilombos de Rio do Macaco en Bahía, donde la policía militar que recientemente estuvo en huelga, estaba cumpliendo su función represiva junto con la Marina.

Es por ello que, para la clase obrera y sus minorías revolucionarias se hace necesario y fundamental tener la mayor claridad con respecto al carácter de clase de los miembros de los cuerpos policiales y de los cuerpos de represión en general. La ubicación de clase de los policías no la define el hecho de ser un asalariado sino que sus miembros conforman la primera fuerza represiva de la que hace uso el Estado, y por ende el capital, para enfrentar al proletariado.

Esta distinción obedece al hecho de que el proletariado no está conformado por la suma de todos los asalariados, ni siquiera por la suma de todos los explotados. El proletariado es una clase social cuyos intereses son antagónicos a la clase de los capitalistas, y sus luchas reivindicativas son un eslabón en la cadena de luchas por su emancipación, que los lleva a una confrontación contra la burguesía y su Estado. Cuando lucha un sector del proletariado no sólo está luchando el trabajador explotado, sino un sector de la clase revolucionaria, que es capaz de llegar a tomar conciencia, a través de sus luchas y su experiencia, de la fuerza social que representa en el capitalismo.

El policía, al decidir vender su "fuerza de trabajo" al Estado para formar parte de los cuerpos represivos, pone sus capacidades al servicio de la burguesía con la misión específica de preservar el sistema capitalista a través de la represión del proletariado. En ese sentido deja de pertenecer a la clase de los proletarios. Cuando un desempleado o alguien que procure un empleo decide formar parte de los cuerpos policiales, acepta el "contrato" de ser fiel al mandato de hacer cumplir la ley y el orden establecido, lo que lo coloca de esa manera en contra de cualquier movimiento social o de clase que enfrente los intereses del capital y su Estado. Así, el funcionario policial pasa a ser un servidor de la clase dominante y como tal se ubica fuera del campo del proletariado. No es ningún descubrimiento que los miembros de los cuerpos represivos no sólo reprimen a los trabajadores sino inclusive a sus propios vecinos de los barrios donde habitan.

El reciente conflicto entre los cuerpos policiales y sus jefes es un conflicto en el terreno del capital, debido a que los miembros de los cuerpos policiales piden mejores condiciones salariales y de otra índole para poder realizar su labor e, inclusive, para hacerlo de manera más eficiente, o sea, para realizar su trabajo represivo en un ambiente de "paz laboral".

En ese sentido, es un error llamar a la solidaridad de los diferentes sectores de trabajadores asalariados con una huelga de policías de este tipo, por el hecho esencial que la función de la policía es la defensa del Estado capitalista. El hecho de que los policías sean reclutados entre la población pobre no cambia esta función, aunque pueda influir en otras circunstancias.

El Estado de manera hipócrita, enfrenta a los huelguistas acusándolos del incremento de la criminalidad y de dejar a la población a merced del hampa. De esta manera, el Estado se organiza para atribuir a los cuerpos policiales un papel "social", "útil", como por ejemplo la lucha contra la criminalidad; es esa la justificación social de la necesidad de esas fuerzas al servicio del Estado. De esta manera, vemos como a los proletarios y al conjunto de la población se les induce a dar su apoyo para fortalecer a los cuerpos represivos, justificando la contratación de más policías o que tengan mejor equipamiento. La criminalidad y la violencia social se incrementan en todo el mundo debido a las propias contradicciones del capitalismo y a la propia descomposición social, que no sólo afecta a los cuerpos policiales, sino a los altos mandatarios del Estado y sus fuerzas militares[6].

Sólo el ascenso de la lucha proletaria puede disolver los cuerpos de represión

Hay circunstancias en las cuales las fuerzas del orden, principalmente del ejército, pueden llegar a no actuar en el marco de la defensa del Estado capitalista. Eso puede acontecer en situaciones de luchas masivas del proletariado, cuando son movilizados amplios sectores de la población, y sectores de las fuerzas militares rechazan reprimir las luchas o movimientos sociales, e inclusive llegan a unirse a los sectores en lucha y a confrontaciones militares con tropas que permanecen fieles a la burguesía. En estos casos, se presenta la posibilidad de apoyar y proteger a aquellos miembros de los cuerpos represivos que se oponen de esta forma a las órdenes de represión del Estado.

La aceleración de la crisis del capitalismo desde el 2007, que está a la base de la emergencia de los movimientos sociales del Norte de África y los países árabes, así como de movimientos como el de los "indignados" en Europa principalmente, o el de "Ocupar Wall Street" en los Estados Unidos, puede generar situaciones de intentos de fraternización entre soldados y las masas en movimiento. Sin embargo, tales circunstancias deben ser analizadas con mucha precisión política para no caer en comportamientos ingenuos como los que sucedieron durante los movimientos en Egipto, cuando el ejército, fingiendo simpatía con el movimiento, dejaba la tarea sucia de represión brutal a la policía. En realidad, en ese país, como sabemos y es mucho mas claro ahora, el pilar del sistema es el ejército.

Las ilusiones democráticas de estos movimientos y el hecho de que el proletariado no ha sido la clase que ha estado a la cabeza de los mismos, los hace presa de falsas simpatías por parte de las fuerzas e instituciones del orden y los lleva a buscar salidas que terminan reforzando el campo de la burguesía. Sólo en situaciones revolucionarias muy avanzadas, cuando el balance de fuerzas entre burguesía y proletariado sea favorable a este último, se podría esperar una situación de fraternización con las fuerzas militares, tal como ya se han presentado en el movimiento obrero.

Episodios importantes de este tipo de situaciones de fraternización se dieron durante la Revolución Rusa de octubre de 1917, que de manera brillante recoge Trotsky en su obra "Historia de la Revolución Rusa", quien describe y aprueba la actitud de los obreros rusos en febrero de 1917 con respecto a los cosacos, acerca de quienes afirma "que estaban fuertemente penetrados de un espíritu conservador" y que eran "permanentes promotores de represión y expediciones punitivas" ; y más adelante nos dice : "Cierto es que los cosacos no cesaban de cargar constantemente, aunque sin gran dureza, contra la multitud (...)Los manifestantes se dispersaban y tornaban a reunirse. La multitud no tenía miedo. ‘Los cosacos prometen no disparar'. La frase corría de boca en boca. Por lo visto, los obreros habían parlamentado con algunos cosacos (...) Los cosacos se limitaban a responder individualmente a preguntas planteadas por los obreros e igualmente sostenían con ellos breves conversaciones. (...) El obrero bolchevique Kajurov, uno de los auténticos caudillos de estas jornadas, cuenta que en uno de los puntos de la ciudad, cuando los manifestantes, corridos a latigazos por la policía montada, se dispersaban junto a un destacamento de cosacos, Kajurov, seguido de algunos obreros que no habían imitado a los fugitivos, se acercaron a los cosacos y, quitándose las gorras, les dijeron : ‘Hermanos cosacos : Ayudad a los obreros en la lucha por sus demandas pacíficas ; ya veis cómo nos tratan los "faraones" a nosotros, los obreros hambrientos. ¡Ayudadnos!' Aquel tono conscientemente humilde, aquellas gorras en las manos, ¡qué cálculo psicológico más sutil, qué inimitable gesto! Toda la historia de las luchas en las calles y de las victorias revolucionarias está llena de semejantes improvisaciones".

El proletariado y sus minorías revolucionarias debemos tener presente que, a más largo plazo, no puede haber victoria militar sobre la burguesía sin desagregación de las fuerzas de represión. La desagregación será el producto de varios factores:

  • La crisis económica;
  • La presión de la lucha de clases, la perspectiva del poder proletario que se impone a la sociedad como una alternativa a la burguesía;
  • En ese contexto, el hecho de que las fuerzas de represión sean constituidas esencialmente por elementos de las capas explotadas o pobres de la sociedad los torna vulnerables a los llamados de confraternización por parte del proletariado.

Puede ser que muchos proletarios, elementos y grupos políticos de la clase en Brasil simpaticen o se solidaricen con la huelga de los PM, debido a que de alguna manera comparten con la clase trabajadora parte de las penurias a que nos somete el capital. Inclusive algunos pueden llamar a los trabajadores a que tomen como ejemplo de lucha la huelga de los policías. Sin embargo, tal planteamiento sólo contribuye a perjudicar la conciencia de la clase obrera y debilitar su capacidad de enfrentar a la clase enemiga, ya que no sólo pretende colocar la huelga de los policías como un acontecimiento que pertenece a las luchas del resto del proletariado, sino, que también favorece a una falta de confianza en las capacidades del proletariado brasileño para desarrollar sus luchas en su propio terreno de clase después de décadas de adormecimiento debido a la acción del PT, de los otros partidos de derecha e izquierda del capital, y sus sindicatos.

Cuando ese "viejo topo" del que nos hablaba Marx comience a mover los cimientos del capital brasileño, momento en que, sin duda, será enfrentado fuertemente por los cuerpos represivos del Estado, su lucha persistente y tenaz en su terreno de clase podrá abrir camino a un debilitamiento de los mismos.

La CCI

14/03/12


[1] En Brasil la policía se reparte en la esfera federal y estadal. En la esfera federal existen la Policía Federal, la Policía Federal de Autopistas (o vías rápidas) y la Policía Federal Ferroviaria. En el ámbito estadal, está la Policía Civil y la Policía Militar. La Policía Civil es responsable de la investigación y la Policía Militar es la institución responsable de la seguridad pública y de mantener el orden burgués. Además de esas organizaciones policiales existe la Guardia Nacional que es utilizada en casos de emergencias de "seguridad pública" formada por elementos destacados y entrenados de diversas organizaciones estatales.

[2] PCdoB: Partido Comunista do Brasil (Partido Comunista de Brasil); división del Partido Comunista Brasileiro. PSTU: Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado); de tendencia trotskista. PSOL: Partido Socialismo e Liberdade (Partido Socialismo y Libertad); congrega varias tendencias trotskistas.

[3]En economía, se emplea la sigla BRIC para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India y China, que se destacan en el escenario mundial como "países emergentes". Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/BRIC

[4] PCO. Huelga de la PM: gobierno quiere a la policía reprimiendo a la población. Fuente: <https://www.pco.org.br/conoticias/ler_materia.php?mat=34993>

[5] OPOP. Somos Pinheirinho: Todo el apoyo y solidaridad con los habitantes de Pinherinho. Fuente: <https://revistagerminal.com/2012/01/24/nos-somos-o-pinheirinho-todo-apoi...

[6] Ver en este sentido el artículo de Revolución Mundial, nuestra sección en México, "La inseguridad social...Un motivo más para luchar contra el capitalismo" Revolución Mundial N°125, noviembre-diciembre 2011. https://es.internationalism.org/rm125-inseguridad

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