Los dramas de Toulouse y Montauban son síntomas de la agonía bárbara del sistema capitalista

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Toma de posición de nuestra sección en Francia ante los crímenes de Toulouse y Montauban y lo que ponen en evidencia: la agonía bañada en sangre de un sistema social

Los asesinatos que han tenido lugar los días 11, 15 y 19 de Marzo en Toulouse y Montauban, así como sus repercusiones, constituyen una patente demostración de la barbarie en la que hoy se enfanga el mundo.

Según Sarkozy, Mohamed Merah - el joven que cometió estos crímenes y que fue ejecutado por los agentes del RAID -, era un "monstruo". Pero esta afirmación suscita, al menos, dos preguntas:

- ¿Qué es un "monstruo"?

- ¿Cómo ha podido esta sociedad fabricar un "monstruo" así?

"Monstruos buenos" y "monstruos malos"

Si matar a sangre fría a personas completamente inocentes y, más aún, desconocidas, hace que un ser humano se convierta en un "monstruo", hay que reconocer entonces que el planeta está gobernado por "monstruos", ya que la gran mayoría de jefes de Estado de este mundo han cometido tales crímenes. No nos referimos únicamente a un puñado de "dictadores sanguinarios" tales como los Stalin y Hitler del pasado, o los Gadafi y el sirio El Assad hoy, sino también a personajes como Winston Churchill, ese "Gran Hombre" de la Segunda Guerra mundial, que ordenó los bombardeos de las ciudades alemanas de Hamburgo (verano de 1943) y Dresde (del 13 al 15 de Febrero de 1945), que causaron decenas, centenas de miles de muertos entre la población civil, de los que un 50% eran mujeres y un 12% niños. ¿Y qué decir de Harry Truman, presidente de la "gran democracia" norteamericana, que mandó arrojar las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en Japón, en Agosto de 1945, ocasionando cientos de miles de víctimas civiles, también mayoritariamente mujeres y niños? No estamos hablando de simples víctimas "colaterales" de operaciones militares, puesto que los bombardeos perseguían, expresamente, castigar a la población, y en el caso de Alemania, específicamente a los habitantes de las barriadas populares. Y hoy: ¿no se dedican los dirigentes de los países democráticos a "tapar" los bombardeos de las poblaciones civiles que tienen lugar en Irak, en Afganistán; en Gaza o en cualquier otro lugar?

Como exculpación de los mandos políticos y militares que llevan a cabo tales matanzas se nos dice que se tratan del precio a pagar para poder ganar la guerra a las "fuerzas del mal". Incluso las operaciones de represalia contra la población civil se justifican como actos punitivas para "desmoralizar" o "disuadir" al enemigo. Pero eso mismo ha dicho el propio Mohamed Merah - según han declarado los policías que hablaron con él antes de su ejecución- : que si disparó a los militares fue para "vengar a sus hermanos de Afganistán", y si atacó a los niños de la escuela judía fue para "vengar a los niños de Gaza, víctimas de los bombardeos israelíes".

Quizás lo que haga de Mohamed Merah un "monstruo" es que haya sido él mismo quién haya apretado el gatillo del arma asesina. Lo habitual es que los dirigentes que ordenan las masacres no tengan contacto directo con sus víctimas. Es verdad que Churchill no fue efectivamente quien accionó el mando que arrojó las bombas sobre las ciudades alemanas, y que no tuvo oportunidad de presenciar la muerte y la agonía de las mujeres y los niños cuyas vidas quedaron segadas por esos bombardeos. Pero tampoco Hitler o Stalin lo hicieron y sin embargo se les califica, con toda razón, de siniestros criminales. Tampoco a los soldados que en las guerras, cumpliendo órdenes o cegados por la ira, asesinan a civiles, se les suele llamar "monstruos". Lo más frecuente es que se les condecore y se les trate como a "héroes".

Dirigentes de los distintos Estados o simples ciudadanos enrolados para las guerras, lo cierto es que en el mundo actual abundan los "monstruos", como producto de una sociedad que es efectivamente "monstruosa".

El trágico itinerario del propio Mohamed Merah lo ilustra patentemente.

Como se convierte en "monstruo"

Mohamed Merah era un joven de pocos años proveniente de la emigración magrebí, educado por una madre soltera, que acabó fracasando en los estudios y que, siendo aún menor, cometió un cierto número de delitos comunes con violencia que le condujeron a la prisión. Había estado desempleado en distintas ocasiones e intentó incluso alistarse en el ejército siendo rechazado por sus antecedentes judiciales. Fue justo en esta época cuando empezó a acercarse al islamismo radical, aparentemente por la influencia de su hermano mayor.

Se trata de un "currículum" extremadamente clásico de muchos jóvenes de hoy. Es verdad que no todos los jóvenes acaban convertidos en asesinos y que Mohamed Merah arrastraba una fragilidad particular que se puso de manifiesto en una tentativa de suicidio durante su encarcelamiento, y su estancia en un establecimiento psiquiátrico. Lo que es verdaderamente significativo es que Mohamed Merah se haya convertido en un "héroe" para muchos jóvenes de las barriadas periféricas - no hay más que ver los intentos de crear en Internet foros dedicados a enaltecerlo -, como también lo son los terroristas que se auto-inmolan con cinturones de bombas en las calles de Israel, Irak o en Londres. Esta deriva hacia un Islam extremista y violento es especialmente intensa en algunos países de población musulmana, en los que puede llegar a ser incluso un fenómeno de masas, como atestigua el éxito de Hamás en Gaza. En cuanto a los jóvenes nacidos en Francia (o en otros países europeos), esa deriva surge, en parte, de causas similares: una revuelta contra la injusticia y la desesperanza, así como un fuerte sentimiento de exclusión. Los "terroristas" de Gaza se reclutan habitualmente entre los miembros más jóvenes de una sociedad que, desde hace décadas, vive en condiciones extremas de miseria y desempleo, que ha sufrido la colonización por parte del Estado de Israel, que frecuentemente es bombardeada por ese Estado, y sin que se vislumbre perspectiva alguna de mejora de la situación. Como afirmaba Marx en el siglo XIX: «La religión es el signo de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el alma de circunstancias desalmadas. Es el opio del pueblo» Afligidas por un presente intolerable, privadas de futuro, las gentes no hallan más consuelo ni esperanza que huir hacia una religión que les promete un paraíso más allá de la muerte. Por basarse en lo irracional (puesto que se fundamentan en la fe y no en el pensamiento racional), las religiones constituyen un terreno propicio al fanatismo, es decir a un rechazo radical de la razón. Cuando además comportan el ingrediente de "guerra santa" contra los "infieles" como vía para ganar ese Paraíso (como sucede en el Islam, y también en el cristianismo); y cuando a la miseria y la desesperación se le unen humillaciones cotidianas; estos sufrimientos se convierten entonces en la justificación celestial de la violencia, el terrorismo y las masacres.

En el otoño del 2005, una llamarada de violencia prendió en las barriadas periféricas francesas. Se trataba de un síntoma del malestar y la desesperación que afecta a la juventud cada vez más masivamente afectada por el desempleo y la falta de futuro, sobre todo esa juventud surgida de la emigración magrebí y sub-sahariana. Ésta sufre una "doble penalización", pues además de la exclusión que supone el desempleo, sienten la discriminación por el color de su piel, o por sus nombres: aún teniendo las mismas capacidades, Joseph o Marie tienen más posibilidades de encontrar un empleo que Youssef o Mariam, sobre todo si ésta última lleva velo como le exige su familia.

En este contexto, el "repliegue identitario" o el "comunitarismo" - como lo llaman los sociólogos - tiende necesariamente a agravarse, y encuentra en la religión su principal cemento. Y ese comunitarismo, y especialmente su forma más xenófoba y violenta, se ven además alimentado por la situación mundial en la que el Estado de Israel - y por tanto, lo "judío" -, se erige en el "Enemigo" por excelencia.

Las raíces del anti-judaísmo

Las informaciones proporcionadas por la policía indican que fue la imposibilidad de atacar a miembros del ejército, lo que "empujó" a Mohamed Merah a disparar, el 19 de Marzo, contra una escuela judía acabando con la vida de tres niños y un profesor. Este acto bárbaro es la expresión extrema del fuerte sentimiento anti-judío que se ha enraizado hoy en gran número de musulmanes.

Y, sin embargo, el anti-judaísmo no es una "especialidad" histórica del Islam, si no todo lo contrario. En la Edad Media, la situación de los judíos era mucho más envidiable en los países dominados por el Islam que en los que regía el Cristianismo. En el Occidente cristiano, las persecuciones que se desataban contra los judíos (acusados de haber "matado a Jesús") como chivos expiatorios en los momentos de hambrunas, de epidemias o de dificultades políticas, se daban al mismo tiempo que en los países del Imperio árabe-musulmán abundaban las muestras de cooperación y buenas relaciones entre judíos y musulmanes. En Córdoba, la capital de Al-Ándalus (la Andalucía musulmana), los judíos llegaron a ocupar puestos de diplomáticos o de profesores de universidad. En España, la primera persecución masiva de judíos tuvo lugar bajo el reinado de los "Reyes Católicos" que los expulsaron en 1492, al mismo tiempo que finalizaban la "reconquista" contra los musulmanes. Después la situación de los judíos fue mejor en la orilla sur del Mediterráneo que en los países cristianos, tanto católicos como ortodoxos. La palabra "gueto" se originó en la Italia del siglo XV, y la de "progrom" en la Rusia en el XIX. Pero también fue en Europa, y no en el Magreb o en Próximo Oriente, donde surgió el sionismo como reacción a los progromos que tenían lugar en la Europa del Este y a la oleada de antisemitismo desatada al calor del llamado "affaire Dreyfus" en Francia. El sionismo es la ideología nacionalista que surgió a finales del siglo XIX, propugnando el regreso de los judíos para conformar un Estado confesional en las tierras de la Palestina bíblica, en ese momento ocupada mayoritariamente por musulmanes. Tras la Primera Guerra Mundial tuvo lugar la creación de ese "Hogar nacional judío" en Palestina y bajo mandato británico, al que fueron acudiendo a lo largo de los años 1930 las numerosas víctimas judías de las persecuciones de los nazis. Esto supuso el principio del antagonismo entre judíos y musulmanes. Pero fue sobre todo la constitución en 1948 del Estado de Israel, destinado a acoger a los cientos de miles de sobrevivientes de la "Shoah" que lo habían perdido absolutamente todo, lo que alimentó y agravó la hostilidad de numerosos musulmanes contra los judíos, sobre todo tras la expulsión de 750 mil árabes hacia campos de refugiados. Las diferentes guerras entre Israel y los países árabes, así como la implantación de colonias en los territorios ocupados por Israel no han contribuido desde luego a arreglar las cosas, como tampoco la propaganda de los gobiernos de la región que encuentran en la política colonial de Israel el aliviadero al que desviar la cólera de las poblaciones a las que mantienen en la miseria y la opresión. Y lo mismo puede decirse de las "cruzadas" - retóricas o armadas - proclamadas por los dirigentes norteamericanos y sus aliados occidentales e israelíes contra (o en) países musulmanes (Irak, Irán, Afganistán) en nombre de la lucha contra el "terrorismo islámico".

Nacido de la historia de barbarie del siglo XX, situado además en el centro de una región crucial tanto desde un punto de vista económico como estratégico, el Estado de Israel y su política están destinados a alimentar indefinidamente las tensiones en Oriente Medio, y el odio de los musulmanes hacia lo judío.

¿Qué perspectivas?

Mohamed Merah ha muerto acribillado a balazos, pero las causas que han originado su trágica trayectoria permanecen. La agravación de la crisis de un agonizante sistema capitalista va a significar que el incontenible aumento del desempleo, la precariedad y la exclusión, sobre todo entre los jóvenes, impulsen a la desesperación y la cólera y también al fanatismo religioso. Los pequeños caudillos de la droga o de la "yihad" se frotan las manos ante tamañas facilidades para el reclutamiento. El único antídoto contra esta deriva bárbara reside en el desarrollo masivo y consciente de las luchas del proletariado que ofrezca a los jóvenes una verdadera identidad de clase, una auténtica comunidad (la de los explotados y no la de los "creyentes"); una verdadera solidaridad: (la que se desarrolla en la lucha de los trabajadores y desempleados de todas las razas, nacionalidades y religión contra la explotación), contra un mismo enemigo al que combatir y sepultar, y que no es el judío sino el sistema capitalista. Son esas mismas luchas obreras las únicas que pueden sacar al Oriente Medio del estado de guerra permanente, larvado o abierto, en que se encuentra; cuando los proletarios judíos o árabes a cada lado del "Muro de la Vergüenza", comprendan que comparten unos mismos intereses y que deben fomentar la solidaridad contra la explotación. Serán esas luchas obreras las que, desarrollándose en todos los países, habrán de comprender y asumir la única perspectiva que puede salvar a la humanidad de la barbarie: la erradicación del capitalismo y la instauración de la sociedad comunista.

Fabienne (29/3/2012)

Révolution Internationale (sección de la CCI en Francia)

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