Referéndum catalán: la alternativa es Nación o Lucha de Clase del proletariado

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Hace casi cinco años publicamos un artículo (“España y Cataluña: dos patrias para imponer la miseria”[1]) en el que tomábamos posición frente a la multitudinaria manifestación que el 11 de septiembre de 2012 recorrió las calles de Barcelona reclamando la constitución de Cataluña como un “Estado propio” dentro de Europa, es decir independiente del Estado español. Denunciamos entonces que detrás de esa movilización aparentemente festiva y reivindicativa, se escondía en realidad una ceremonia de inmolación de los intereses de los explotados en aras del beneficio de los explotadores, una sumisión de las necesidades humanas de la inmensa mayoría de la población a las exigencias del orden capitalista. Como pusimos de manifiesto ya entonces: «El día 11 vimos a Felip Puig -conseller de Interior de la Generalitat catalana, impulsor de una violenta represión contra las manifestaciones masivas del año pasado, urdidor de turbias provocaciones policiales contra los manifestantes, desfilar rodeado amistosamente de sus víctimas, jóvenes parados o precarios. Vimos a 9 de los 11 consellers de un gobierno que ha sido pionero en aplicar crueles recortes en sanidad y educación, andar codo con codo con sus víctimas: las enfermeras o médicos que han perdido más del 30% de sus salarios o los usuarios que tienen que pagar un euro cada vez que van a la consulta. Vimos a patronos, policías, curas, políticos, líderes sindicales, compartir calle con sus víctimas: parados, trabajadores, jubilados, emigrantes… Una atmósfera de UNION NACIONAL presidió la concentración. El Capital se hizo acompañar por sus víctimas –la mayoría explotada- convirtiéndolas en tontos útiles de sus objetivos egoístas.».

En aquel artículo concluíamos que «El señor Mas ha prometido un referéndum, no sabemos qué preguntará, pero lo que si sabemos es lo que pretenden tanto él como sus colegas españolistas: hacernos elegir entre 3 opciones a cuál peor: ¿Quiere que los ajustes y recortes se los aplique el Estado español? ¿Quiere que les sean impuestos en el marco de la “construcción nacional de Cataluña”? o ¿Quiere que se los propinen conjuntamente el Estado español y el aspirante catalán? El Capital en España cuenta con dos patrias para imponer la miseria: la española y la catalana».

Un embrollo hediondo.

El lustro transcurrido desde entonces en lo que se ha llamado “el procés” no sólo no ha servido para aliviar lo más mínimo la miseria y los sufrimientos (los recortes, los desahucios[2], los despidos, etc.) que ha sufrido la población trabajadora, sino que tampoco ha desembocado en un escenario en el que los diferentes protagonistas se aclaren con el papel ni la obra que aspiran a representar.

La antigua Convergencia i Unio (hoy rebautizada como PDeCAT para desodorizarse de la corrupción de los Pujol) se ve forzada a asumir el protagonismo del dicho “procés” independentista para evitar verse desplazada por Esquerra Republicana y presionada por las constantes sobrepujas de la CUP. Y aunque este radicalismo irrita grandemente a amplios sectores que tradicionalmente se veían representados por el nacionalismo “moderado” de CiU - que abarcan desde pequeña burguesía rural hasta sectores empresariales y financieros bien engarzados con el resto del capitalismo español[3] - y se suceden deserciones y purgas, eso no consigue frenar la carrera que Más y Puigdemont, cual Thelma y Louise[4], han emprendido hacia el vacío de un referéndum imposible. Por su parte ERC espera recoger los frutos de esta inmolación de los sectores tradicionalmente más “colaboracionistas” con el aparato político español, acentuando hasta el paroxismo el victimismo respecto a España, y reproduciendo el famoso “Roma Ladra” (Roma ladrona) de la ultraderechista. Liga Norte italiana que se traduciría en el “Espanya ens roba”. Pero ¿quién roba a quién? No podemos olvidar que, en la sociedad capitalista, el robo fundamental y constituyente es la PLUSVALIA, es decir, que los capitalistas se apropian legalmente de una parte del trabajo de los obreros -la mayor, pues se calcula que de una jornada de 8 horas ellos se embolsan el producto de 6 o 7 horas de la misma. Los obreros, desempleados y jornaleros de Cataluña no roban a los de España y viceversa, sus hermanos de las demás regiones no roban a los que viven en Cataluña. Son los capitalistas -españoles, catalanes, “multinacionales”- los que SIEMPRE ROBAN a la clase obrera y a todos los oprimidos y explotados. Es asquerosa la demagogia que se llevan unos y otros, los capitalistas catalanes estigmatizando y culpabilizando a “los españoles en general” o, los capitalistas españoles crucificando a “los catalanes en general”. El dilema no es España / Cataluña, sino NACION o CLASE.

Porque esta fiebre que extiende los comportamientos erráticos e indisciplinados entre las facciones del aparato político del capital español se ha ido propagando a todas ellas. Se ve por ejemplo en el Partido Popular que quiere identificarse como el defensor de la “unidad de la patria” y sin embargo chalanea el respaldo parlamentario al gobierno Rajoy con concesiones discriminatorias a las diferentes regiones[5], que además suponen un agravio comparativo con las demás autonomías. El hecho de que además el Partido Popular quiera emplear en su “choque” contra el nacionalismo catalán todo el arsenal del Estado – desde el Tribunal Constitucional hasta el déficit público pasando por las “cloacas” del Ministerio del Interior - resta credibilidad a la idea de que las instituciones democráticas pudieran actuar como árbitros en los conflictos entre los distintos componentes de la clase explotadora.

Y lo que en un momento puede servir para hacer agachar la frente a los “díscolos”, aguijonea, más pronto que tarde, la contestación y la desconfianza, que ocasionan a su vez de nuevos golpes de autoridad. La muestra viviente de estos volantazos la vemos en la política del otro gran partido del capitalismo español, el PSOE, oscilante de los gobiernos junto a ERC e Izquierda Unida (2003-10) a cerrar filas con el PP contra el Referéndum amagado en 2014 y el anunciado para octubre de este año. Evacúa, una tras otra, propuestas de reformas constitucionales, comisiones, “mesas de diálogo”, etc., a cual más vaga y ambigua, al mismo tiempo que sus líderes históricos (González y Zapatero que aparecieron recientemente del brazo de Aznar en un coloquio sobre el “desafío catalán”) y sus medios de comunicación más afines (El País, la SER), exhiben cual matones el arma del artículo 155 de la Constitución que faculta la suspensión de la autonomía. Este funambulismo del otrora partido más coherente de la burguesía española no solo les ha relegado electoralmente en Cataluña, donde son la 5ª fuerza política; sino que acentúa una imagen de falta de fiabilidad para el conjunto de la burguesía española, que ven por ejemplo como Sánchez lo mismo coquetea con Ciudadanos que se arrima interesadamente a ERC.

Detrás de este irresoluble embrollo lo que aparece es la crisis sin solución del sistema capitalista, en lo que hemos caracterizado como su etapa final de descomposición social. Como ya señalamos en el mencionado artículo de nuestra publicación en Setiembre de 2012: «En el plano político esta descomposición aguda se manifiesta en la tendencia a una irresponsabilidad creciente de las distintas fracciones de la burguesía, cada vez más enfangadas en el “cada uno a la suya” que con la agudización de la crisis se traduce en el “sálvese quien pueda”».

Los “nuevos” partidos, las viejas patrañas - democracia y nacionalismo -, más pestilentes en este escenario de descomposición capitalista.

En los últimos años han aparecido nuevos actores, que con discursos aparentemente “renovados” repiten, sin embargo, las mismas rancias patrañas que siempre han proclamado los explotadores. Primer mandamiento: los explotados deben confiar en los cauces del Estado creado por los capitalistas para asegurarse la explotación. Segundo designio: los intereses de clase del proletariado, que son comunes a todos los trabajadores del mundo, deben sacrificarse por el contrario al interés de “su” Patria, la cual no es otra cosa que la finca privada de “su” burguesía.

Entre estos destaca en primer lugar la CUP (Candidatura de Unidad Popular) formada en gran medida de los restos “recauchutados” del viejo izquierdismo estalinista y trotskista de los años 70[6], que han derivado hacia una mayor histeria patriotera, eso sí, de patria cada vez más chica, convirtiéndose, hoy, en los propagadores fundamentales de la mistificación nacionalista, queriendo hacernos creer en la compatibilidad de los” intereses nacionales” y los “intereses sociales”. Sus discursos en contra de los recortes sociales, la arbitrariedad policial contra los centros juveniles o los efectos negativos del turismo de masa sobre los trabajadores y otras capas sociales empobrecidas, son cortinas de humo para ocultar la cruda realidad: SON PRECISAMENTE ELLOS, LOS “RADICALES” DE LA CUP QUIENES CON SU APOYO PARLAMENTARIO MANTIENEN CON VIDA EL GOBIERNO CATALAN QUE MAS LEJOS HA IDO EN LOS RECORTES SOCIALES, LA BRUTALIDAD POLICIAL Y EL TURISMO DEPREDADOR. Una vez más ¿Nación o Clase?

Está también Podemos, en sus diferentes versiones y sistemas operativos (Podem, En Comú, etc,…) que presume de ser la cristalización del movimiento de los Indignados, cuando en realidad fue su saboteador y su falsificador[7]. Podemos tiene una gran dificultad para articular un discurso coherente sobre la” “nacionalidades que coexisten bajo el Estado español”. Por un lado, tiene corrientes claramente nacionalistas y está coaligado con formaciones que son partidarias de la independencia de Cataluña, Galicia, etc.; en segundo lugar, cuenta con los llamados “anticapitalistas” que son los más numerosos entre los militantes activos y que propugnan la “autodeterminación nacional”; finalmente, cuenta con tendencias (en general las que se han ido incorporando en sucesivas oleadas desde el PCE) que defienden abiertamente la unidad de España.

Esta incomodidad le ha movido a especializarse en cambio en la propagación de la mistificación democrática: ¡lo que cuenta es que los ciudadanos voten! Aunque sea una pantomima[8] como quiere la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que defiende el referéndum del 1 de octubre como una “movilización”, es decir una especie de “performance” democrática. Aunque Iglesias -secretario general de Podemos- defiende que se emplee el referéndum para dejar las cosas como están, o sea manteniendo la unidad territorial del Estado capitalista español. Lo que deberíamos defender, según los farsantes de Podemos, es el sacrosanto “derecho a decidir” de la población.

Ese aparentemente atractivo “derecho a decidir” es, en realidad, una de las hojas de parra del más peligroso veneno ideológico de los explotadores: la mistificación democrática de la “soberanía popular”. En abstracto, la población decide libremente su futuro. En realidad, la democracia es la tapadera de la Dictadura del capital. En el mundo falsario de la propaganda burguesa, los ciudadanos eligen la opción política que le procurará más trabajo, mejores prestaciones sociales, etc. En la dictadura capitalista real, el trabajador obtiene un empleo solo si acrecienta la acumulación capitalista, sólo tiene derecho a sanidad, educación, ocio, si con ello se incrementa la productividad general. Los capitalistas venden la ilusión de que tenemos en nuestras manos el “derecho a decidir” conscientemente nuestro futuro y el de nuestros hijos cuando en realidad el mundo se ve cada vez más gobernado por las leyes ciegas del capitalismo: la dictadura de la mercancía, la de la acumulación, la explotación y la concurrencia. Hablar de “derecho a decidir” cuando en el mundo de hoy millones de seres humanos sufren impotentes hambrunas, enfermedades, terrorismo y desastres ecológicos, es de un cinismo macabro. Y más aún cuando sobre la mayoría de la población se extiende una más que fundada sospecha en que, con el actual sistema social mundial, el futuro está ya decidido: la destrucción de la humanidad.

Pero ¿por qué en este contexto social, que es verdaderamente el de una etapa terminal del capitalismo, se ha desatado tamaña exacerbación nacionalista?, que vemos en Cataluña, pero también en USA o en Francia (con Trump y Le Pen en sus versiones más ultraderechistas). Lo vemos en Gran Bretaña con el “Brexit” y en Escocia (frente a Gran Bretaña). Una de las principales razones es que la nación, que es una realidad que el capitalismo impuso históricamente para superar la feudalidad, aparece hoy como una especie de refugio frente a la propia descomposición y caos social consecuencia, en realidad, de la persistencia del capitalismo. Detrás de ese eslogan tan apreciado en las filas de la CUP, o de Podemos, de “soluciones locales ante problemas globales” se dibuja una actitud claudicante ante problemas que sólo podrían ser enfrentados erradicando el capitalismo de la faz de la tierra. No existe posibilidad alguna de escapar del capitalismo en un país[9], menos en una región o comarca o en una comunidad local, Tras estas ilusiones no hay más que una llamada al sacrificio de los intereses de la población en aras de esa abstracción llamada “comunidad”, llamada “pueblo” o llamada “patria”.

Como señalamos en el mencionado artículo escrito, insistimos, hace ya cinco años, cuando alertábamos de los riesgos que la descomposición social que se expresa a través de esta pulsión nacionalista representa contra los trabajadores: « Pero el drama es que estas tendencias afectan y contaminan al proletariado que vive rodeado de la pequeña burguesía –caldo de cultivo de la descomposición social- y sometido a la presión que ejercen las conductas cínicas y corruptas de la clase dominante así como a la propaganda que esta difunde. El proletariado debe combatir los efectos de esta descomposición social, desarrollando los anticuerpos necesarios: a un mundo de competencia desenfrenada debe oponer una lucha solidaria; a un mundo que se disgrega en pedazos con gobernantes aspirantes a reyezuelos de Taifas, debe oponer su unidad internacional; a un mundo de exclusión y xenofobia, debe oponer su lucha inclusiva e integradora…».

El proletariado representa en cambio una perspectiva completamente diferente: «El proletariado tiene una fuerza fundamental frente al capitalismo: ser el productor asociado de la mayoría de productos y servicios. Pero tiene igualmente una fuerza cara a dar un futuro a la humanidad: el trabajo asociado que liberado de las cadenas capitalistas –el Estado, de la mercancía y del salariado- permita a la humanidad vivir de manera solidaria y colectiva, consagrada a la plena satisfacción de sus necesidades y las del progreso del conjunto de la naturaleza». (ídem).

Valerio, 21 de julio 2017



[2] Cabe señalar que en Barcelona han subido los alquileres un 11% en 2016 y ello bajo la alcaldía de la Señora Colau, la cual utilizó la Plataforma de Afectados por las Hipotecas como trampolín para alcanzar “altas metas políticas”.

[3] La burguesía catalana ha constituido siempre un baluarte del capitalismo español. Fue pieza capital del Estado burgués republicano en los años 30 del siglo XX, atravesó con bastante comodidad la etapa franquista viéndose generosamente recompensada con inversiones y subvenciones, y colaboró decisivamente en la transición democrática. No en vano el icono que sirvió para cerrar el pasaje desde la dictadura fue el famoso “ja soc açi” (ya estoy aquí) del ex presidente Tarradellas. Ya en la etapa democrática, Convergencia se ha convertido en la bisagra para apuntalar gobiernos sucesivos de UCD, del PSOE y del PP, a cambio de más inversiones y subvenciones que en buena parte han ido a los bolsillos del “pujolismo” que han creado con ellos una amplia red clientelar

[4] Película famosa en su momento (1991) donde las dos protagonistas huyen sin descanso de la persecución policial hasta verse finalmente atrapadas frente a un enorme precipicio.

[5] Que el Partido Nacionalista Vasco haya pasado de estar estigmatizado como el principal peligro para la unidad de España a “ejemplo de responsabilidad democrática” no es una manifestación de una solución de los problemas históricos de soldadura del capital español, sino de hacer de ellos un objeto de subasta, al albur de las contingencias del gobierno de turno, lo que acentúa los sentimientos de agravio comparativo entre las distintas burguesías regionales. Recientemente el gobierno del PP ha regalado significativas ventajas fiscales al gobierno vasco (o sea al PNV) mientras asfixia económicamente a las demás autonomías, y en primer lugar a la hiperendeudada Cataluña.

[6] Hijos políticos de aquellos que nos llamaron en los años 1970-80 a abandonar la autonomía de clase y a apostar por la “llibertat, amnistía, estatut de autonomía” como medio de ahondar las contradicciones de la clase dominante, son los mismos que nos llaman hoy a respaldar el “procés” como medio de “liquidar el régimen del 78” (véase su inmensa hipocresía) y, ¡cómo no!, para ahondar las contradicciones en blá blá blá.  .

[8] Hay que decir que esta “opereta” no tiene nada de cómica pues puede costarles a miles de trabajadores públicos el verse sometidos a sanciones y multa por parte de las autoridades españolas o a verse estigmatizados ante las autoridades catalanas

[9] Quienes sembraron la patraña del “socialismo en un solo país” fueron los antecesores políticos de todos estos partidos de izquierda e izquierdistas que utilizaron esta mistificación para sobrexplotar al proletariado en Rusia y otros países “socialistas” y para llevarlo a las masacres imperialistas de la Segunda Guerra Mundial, y las “luchas de liberación nacional” como mostramos en otro artículo de este mismo número de AP. Resulta muy significativo ver hoy como en una polémica recientemente mantenida en redes sociales entre Garzón (secretario general de Izquierda Unida) y Rufián (“starlette” de ERC en el parlamento español) y la CUP, ambos bandos han tirado del mismo repertorio de fraseología clásica del estalinismo, como por ejemplo el “derecho de autodeterminación” de los pueblos” (cobertura ideológica del bloque imperialista Ruso para arrebatarle posiciones al bloque imperialista USA) o la “defensa de la patria socialista”

 

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