Una Jornada de debate que anima a juntarse para discutir

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Dos fueron los temas elegidos para la discusión y la reflexión en este encuentro: ¿Qué es la clase obrera y porque no se mueve ante la crisis? y Los conflictos internos en los grupos de trabajadores. Como señalaba la carta de convocatoria de la Jornada los temas abordados en cada uno de los puntos de debate fueron los siguientes:

1)      ¿Qué es la clase obrera?, ¿Por qué se ha considerado históricamente el sujeto revolucionario?, ¿Por qué hoy no parece actuar como clase?, ¿Qué sentido tienen los ataques actuales contra los trabajadores y la población en general?, ¿Cómo podemos defendernos de esos ataques, cada vez más amenazantes?

2)      Es difícil (auto)organizarse, pero una vez lo consigues nada te garantiza que a partir de entonces todo sea un camino de rosas. ¿Cómo surgen los conflictos entre nosotros, porque se dan y que dimensiones tienen? Tanto entre los grupos de trabajadores como en otros esfuerzos colectivos (auto) organizados de nuestra clase.

Ambos temas fueron introducidos por presentaciones que había elaborado nuestra Corriente (textos que presentamos en este artículo) a petición de los compañeros de la Plataforma.

Es imposible resumir en el marco de este artículo la riqueza de la discusión que se desarrolló, la multitud de cuestiones que se plantearon y la profundidad con la que se intentó abordar el conjunto de aspectos a debate en la Jornada. En próximos números, si es necesario, volveremos sobre algunos de los temas debatidos. No obstante, nuestro objetivo es dar a conocer de la forma más amplia posible el significado que para nosotros tiene esta experiencia de la Jornada de Debate.  En nuestra opinión cabe destacar lo siguiente:

  • Esta Jornada se inscribe, aunque no sea de forma completamente consciente, en el proceso de reflexión política que están desarrollando a nivel internacional determinadas minorías en el seno de la clase obrera. De hecho, no es ninguna casualidad que el primer tema de los elegidos haya sido debatido recientemente por compañeros de Perú y Ecuador. Anteriormente ha sido abordado por compañeros en Bélgica, México y Estados Unidos aunque no con los mismos ejes de debate.
  • En la Jornada se vivió la realidad de una convergencia de generaciones obreras que se preocupan por los mismos problemas de fondo aunque lo expresen de forma, a veces, distinta. El hecho de que compañeros, trabajadores , en una franja de entre 20 y 55 años puedan encontrarse para debatir y aunque utilicen términos, palabras o conceptos en apariencia diferentes, puedan charlar y confrontar ideas durante un día entero es, en nuestra opinión, un signo de que nuestra clase se esfuerza por  comprender los problemas que afectan a TODOS los trabajadores desde una óptica de clase. Sentirnos unidos para abordar una problemática (crisis, austeridad, eventualidad, temor por el futuro, cómo luchar juntos desarrollando la solidaridad) común y ser capaces de superar nuestra particularidad es un elemento que nos ayuda a TODOS a saber porqué debemos verdaderamente luchar unidos.
  • Si bien es cierto que no llegamos a ningún tipo preciso de conclusión o de acuerdo, que hubiera sido además prematuro e innecesario, la Jornada abordó los dos temas de debate con la preocupación de entender los problemas planteados desde una óptica de clase, para así poder comenzar a comprenderlos de manera histórica y mundial, la única que es propia a nuestra clase.   En ambos debates hubo, como es natural posiciones diferentes, encontradas y, de momento, alejadas. No obstante TODOS hicimos un esfuerzo por comprender y ayudar a saber cómo se han planteado los problemas a escala histórica para poder, más tarde, saber qué posición o posiciones explican mejor la realidad.
  • La atmosfera de las discusiones y el método con el que se desarrollaron las discusiones es una muestra muy clara de que es NECESARIO Y POSIBLE desarrollar una cultura de la discusión, de la confrontación de ideas y análisis en el seno de la clase obrera que supere el sectarismo, la falsa polarización y los prejuicios.  El hecho de que compañeros que se declaran anarquistas, comunistas, situacionistas, autogestionarios, y otros que aún no se definen,  puedan escucharse y debatir de forma serena es una prueba de que podemos desarrollar un debate amplio, riguroso y profundo.
  • La posibilidad de desarrollar una nueva Jornada para intentar comprender más profundamente el problema de la solidaridad y la confianza en el seno de la clase obrera, apoyándonos en la historia de nuestra clase es, desde nuestro punto de vista, la mejor prueba de que esta Jornada  ha sido mucho más útil de lo que de manera inmediata y local pueda parecer. Nuestra Corriente hará todo lo posible por animar a los compañeros que participaron en esta primera Jornada a impulsar un nuevo momento de encuentro, debate y reflexión útil para toda nuestra clase.

Invitamos a todos nuestros lectores, simpatizantes a lo largo y ancho del planeta a estudiar los documentos de esta Jornada, a hacernos llegar sus comentarios, críticas y sugerencias para seguir desarrollando a la escala más amplia posible debates que nuestra clase necesita abordar y resolver.

 

¿Qué es la clase obrera y por que no se mueve ante la "crisis"?

¿Qué es la clase obrera? ¿Por qué se la ha considerado históricamente el sujeto revolucionario? ¿Por qué hoy parece no actuar como clase? ¿Qué sentido tienen los ataques capitalistas actuales contra los trabajadores y la población en general? ¿Cómo nos podemos defender de esos ataques, cada vez más amenazantes?

La sociedad actual está dividida en clases: hay una mayoría que no tiene otro medio de vivir que trabajar y una minoría que, asalariada o no, propietaria o no, obtiene enormes beneficios a costa de la mayoría: el Capital. Hay pues dos grandes clases sociales: Capital y Trabajadores y, entre ellas, una serie de clases intermedias que tienden hacia uno u otro polo.

La clase obrera no se reduce a los obreros de la fábrica, su existencia se basa en la relación social que establece el trabajo asalariado. Forman parte de la clase obrera la mayoría que trabaja en hospitales, colegios, oficinas, fábricas, transportes, campo ... La clase obrera es la productora colectiva y asociada de la mayoría de bienes y servicios existentes en la sociedad.

Lo importante en la clase obrera no es a qué sector se pertenece, qué categoría tiene, qué ingresos disfruta, lo importante es que es una clase colectiva y asociada. En una mesa no solamente se concentra el trabajo de los obreros de tal o cual fábrica, a la vez se plasma el de los profesores que los han educado, los empleados de los hospitales que los han dado a nacer, los jornaleros que han cortado la madera, los empleados de ferrocarriles o conductores que la han transportado etc. En un automóvil se coagula el trabajo de miles de personas en distintas factorías, en distintos países. Es un producto mundial resultado de una clase con naturaleza mundial.

La clase obrera es internacional porque el obrero no tiene patria: puede nacer en tal lugar pero la necesidad de vivir le obligará a desplazarse de ciudad en ciudad, de país en país.

Un trabajador puede ser hoy empleado de una empresa de jabones, mañana quizá de un hospital, pasado mañana quizá desempleado y así sucesivamente. Es la condición social de clase lo que define al obrero y no la empresa o la corporación.

Por todo lo anterior, la clase obrera tiene objetivamente hablando unos mismos intereses en todo el mundo. Es una clase portadora del carácter social, colectivo, que tiene el género humano y que constituye su mejor arma. Los humanos eran mucho más débiles y desprotegidos que otras muchas especies pero si lograron sobrevivir, prosperar y desarrollarse fue por sus cualidades sociales y todo lo que a ellas va asociado: el lenguaje, el pensamiento, las emociones sociales, la cooperación consciente.

Este carácter social de la humanidad está hoy amenazado por la evolución del capitalismo.

El capitalismo se basa en la competencia, el cada uno a la suya. Su ley es la guerra de todos contra todos: entre naciones, entre empresas, entre individuos.

En el capitalismo hay una contradicción cuya superación es el fundamento de una nueva sociedad que haga progresar a la humanidad: por un lado, la producción es social y mundial, basada en la explotación de la clase obrera. Pero por otro lado, la acumulación y la ganancia son particulares, se basan en naciones, empresas, individuos., en, como decíamos antes, la competencia y el todos contra todos.

La abolición de esa contradicción mediante la lucha general de los trabajadores abrirá paso a una nueva sociedad: la COMUNIDAD HUMANA MUNDIAL.

Pero la contradicción que atenaza al capitalismo influye igualmente en los propios trabajadores: por un lado, de manera más o menos espontánea, tienden a la unidad, a la solidaridad, a la lucha común, base de una reorganización general de la sociedad sobre la solidaridad y la comunidad. Pero, de otra parte, sufren la influencia cotidiana del modo de vida imperante en la sociedad capitalista basado en el individualismo, la competencia, la rivalidad, la atomización, el cada cual a la suya y el todos contra todos.

Cuando nos hacemos la pregunta ¿por qué con todo lo que está cayendo la clase obrera no se mueve?, un primer elemento de respuesta lo da el peso de la ideología dominante que erosiona, dificulta, destruye, las tendencia innatas a la solidaridad y la unidad.

Pero es necesario ver otros factores, unos históricos y otros más de actualidad.

Sin extenderse demasiado pues no queremos alargarnos para dar el mayor tiempo posible al debate, quisiéramos exponer algunos de ellos.

Durante muchos años ¿a qué estaban ligadas las palabras "comunismo", "clase obrera" etc.? Pues al régimen de capitalismo de Estado que imperó en Rusia y que todavía domina países como Cuba o China.

Allí no reina ningún comunismo sino el mismo capitalismo que vemos en Estados Unidos o en España pero bajo la férula de un Estado propietario oficial de los medios de producción.

Esta visión del "comunismo", producto de la más grande contra-revolución que haya sufrido la clase obrera: la del estalinismo que acabó con la revolución en Rusia 1917, ha desprestigiado el comunismo, la política obrera, ha arrojado una sombra de sospecha, incluso de repugnancia, sobre todo lo que huela a comunismo y clase obrera.

Así pues, las generaciones obreras actuales se encuentran ante una situación muy diferente de sus antepasados de principios del siglo XX. Entonces, la militancia comunista, socialista, libertaria, era saludada y apoyada por muchos obreros. Hoy, sucede todo lo contrario: los que quieren cambiar el mundo, defender la clase obrera, aspirar al comunismo, son mirados como bichos raros, que se meten en lo que no deben.

La clase obrera de hoy tiene secuestradas y adulteradas su historia, sus signos de identidad, los conceptos que la aglutinan. Eso constituye un duro handicap para su lucha.

Pero igualmente existe otra realidad que lleva a muchos obreros al desconcierto, al escepticismo, a encerrarse en sus propios asuntos y ser reticentes a la acción colectiva. Es la naturaleza de los sindicatos en nuestra época. En el siglo XIX los sindicatos eran escuelas de comunismo, se formaron con el esfuerzo anónimo y heroico de miles de obreros. Hoy son todo lo contrario, viven de las enormes subvenciones del Estado y firman todo lo que la Patronal y el Gobierno les ponen delante. De vez en cuando, para dar un poco de lustre a su escudo montan una seudo-huelga o una manifestación que sirve para dispersar el descontento y aceptar la explotación.

Hay, finalmente, un factor más coyuntural que empuja en un primer momento a la inhibición de la lucha colectiva.

La crisis con su secuela tremenda de desempleo, despidos, atrasos salariales etc. produce en un primer tiempo un sentimiento doble: por un lado, una preocupación por el porvenir, por lo que pasará, por el futuro de los hijos. Este sentimiento es prometedor pues lleva a la conciencia. Pero al mismo tiempo, surge el sentimiento contrario: la impotencia ante la enorme magnitud de lo que está pasando, el sentimiento de aturdimiento, todo lo cual empuja a encerrarse en uno mismo, a evitar la lucha.

Solamente, en un segundo momento, cuando los golpes a las condiciones de vida se acumulan y se hacen insoportables, cuando a través de luchas, a menudo pequeñas, se va constatando que es posible luchar y tener un mínimo de fuerza, el espíritu general empieza a cambiar.

¿Qué podemos hacer?

Lo que aquí estamos haciendo, aunque seamos una minoría, es una respuesta. Aquí tratamos de comprender lo que está pasando, tratamos de ver como intervenir entre los trabajadores, como contribuir al desarrollo de su fuerza, su conciencia, su solidaridad. Participamos activamente en un proceso de conciencia y voluntad de luchar que con toda seguridad afecta a otros trabajadores aunque no lo manifiesten ni salga por el momento a la superficie.

Pero en lo que estamos haciendo hay algo aún más importante: nos juntamos, establecemos lazos sociales de solidaridad, empatía, debate. Esto es vital en la reconstrucción de la acción colectiva de la clase obrera.

Hay más otras cosas que podemos hacer de forma realista:

-          Establecer lazos a nivel nacional e internacional con otros grupos y colectivos que intentan hacer lo mismo que nosotros

-          Apoyar las luchas obreras que van surgiendo. Darlas a conocer, sacar lecciones, manifestarles la solidaridad. Eso irá contribuyendo a formar el tejido de la lucha obrera

-          Comprender lo que está pasando. Ver la raíz de nuestros problemas. Desarrollar la teoría arma vital de la lucha práctica

-          Comprender las experiencias pasadas de la lucha obrera. Las lecciones del pasado son un arma para el presente en la perspectiva del porvenir.

No somos ni especialistas de la política ni supermanes. Soportamos largas jornadas de trabajo, tenemos una vida personal, relaciones familiares y de amistad, a las que ni debemos ni queremos renunciar porque nuestra lucha no es para conseguir seres abstracto o ideales sino para conseguir SERES HUMANOS. La lucha de la clase obrera es la lucha por la PLENA RECUPERACION DE LA HUMANIDAD.

Por ello se trata de hacer estos debates y encuentros con método, dándose el tiempo necesario, guardando también tiempo para el relax y la comunicación informal, articulando una frecuencia que haga que reflexionemos bien, que nos demos los medios adecuados para comprender y que no lo sintamos como una obligación más sobre nuestras vidas sino todo lo contrario: como algo que disfrutamos y nos resulta liberador.

 

Los conflictos internos en los grupos de trabajadores

 

Es difícil (auto) organizarse pero una vez que lo consigues nada te garantiza que a partir de entonces todo sea un camino de rosas ¿Como surgen los conflictos entre nosotros, por que se dan y que dimensión tienen? Tanto en los grupos de trabajadores como en otros colectivos (auto) organizados.

Con el esfuerzo generoso de un puñado de compañeros que se quitan tiempo de la familia, de sus legítimas aficiones personales, se logra impulsar organizaciones de trabajadores, que pese a ser minoritarias impulsan la lucha y la conciencia de la clase obrera.

Sin embargo, en estas organizaciones también se dan tensiones, celos, rivalidades, piques entre compañeros, malos rollos ...

¿Por qué? ¿Es que habría que concluir que no hay nada que hacer, que todos son lo mismo o que la humanidad no tiene remedio?

Vamos a intentar responder a estos problemas aportando algunos elementos que animen un debate que nos permita comprender y superar.

No son lo mismo las organizaciones burguesas que las organizaciones de trabajadores

Antes que nada pensamos que es preciso distinguir: en organismos tales como partidos políticos burgueses, sindicatos, iglesia etc., también se producen tensiones pero estas expresan conflictos de intereses económicos, políticos, jurídicos, por un lado, y, ambiciones personales, incompatibilidades entre individuos, odios, revanchas etc., por otro.

La prensa está repleta de ese tipo de tensiones que se expresan bajo la forma de ataques personales, campañas de desprestigio, declaraciones asesinas, denuncias judiciales etc., que se acompañan de medidas menos "presentables" como amenazas, extorsiones y chantajes, incluso en ocasiones extremas ataques físicos etc.

Ese espectáculo que nos salpica todos los días nos produce un asco y una rabia totalmente justificados.

Otra cosa muy diferente sucede en organismos de trabajadores: en ellos no existe un conflicto de intereses, porque lo que distingue a la clase trabajadora es que objetivamente hablando todos tenemos el mismo interés. Las tensiones surgen por otra causa: vienen provocadas por las costumbres, las normas de vida, los valores, que imperan en esta sociedad que es la que vivimos y de cuya influencia cotidiana es imposible sustraerse.

Este tipo de problemas nos producen dolor, dudas, desesperación, pero para luchar contra ellos y poder superarlos o al menos atenuarlos, es importante no mirarlos por el mismo rasero que los conflictos entre políticos, sindicalistas, empresarios, o, en general, todo tipo de personajes públicos.

Estos los conflictos y tensiones son su modo de vida, su interés, su necesidad vital, son lobos como condición misma de su existencia.

En cambio, en las organizaciones de trabajadores son un problema que nos carga la sociedad actual que daña y debilita nuestro propio interés porque tiende a poner barreras entre nosotros y por tanto a debilitar nuestras armas más preciadas: la UNIDAD y la SOLIDARIDAD.

¿Por qué se producen las tensiones entre trabajadores?

Hay que evitar una idea simplista: frente a las tensiones la solución sería "vamos a ser buenos", "vamos a portarnos bien" ... Eso es una ilusión. La unidad y la solidaridad no se decretan, no son el producto de levantarse un día por la mañana y hacerse el buen propósito de ser solidarios y comprensivos.

Lo que necesitamos es comprender por qué pasan cosas como por ejemplo:

-          me siento mal porque aporto mucho al colectivo y nadie me lo agradece

-          fulanito se escaquea de las actividades mientras que yo estoy siempre presente

-          zutano se pone la medalla de algo que hemos conseguido entre todos

-          mengano siempre anda con exigencias e imperativos

-          fulano me cae mal y ya puede hacer lo que sea que no lo trago; o, viceversa, por mucho que intente acercarme a tal siempre me rechaza ...

Así podríamos seguir engrosando la lista de actitudes o reacciones que motivan malos rollos, malos entendidos, malas caras, que luego nos duelen y que poco a poco acaban envenenando el ambiente costosamente conseguido de compañerismo y solidaridad.

Para entender por qué se dan esas reacciones hemos de entender el rasgo más importante de la sociedad en la que vivimos: la competencia entre seres humanos, la atomización y el cada uno a la suya.

La sociedad capitalista es la sociedad de la competencia a muerte: entre empresas, entre estados, entre burócratas, entre políticos, entre equipos de fútbol ... ¡Todo en la sociedad actual nos devuelve una imagen de competencia y carrera desaforada por ser el primero, por pisar al de al lado!

En la escuela nos muestran el ejemplo de grandes hombres que triunfaron y que tendríamos que imitar; cuando estudiamos se nos inculca que hemos de ser los mejores y que lo peor que nos puede pasar es el fracaso; en la vida cotidiana la mentalidad que respiramos es que hay que tener la mejor casa, el mejor trabajo, la mejor novia o el mejor novio, el mejor coche ... La TV, los anuncios, la literatura, nos bombardean con esos modelos.

El deporte reproduce hasta la náusea esa competitividad latente: siempre tiene que haber un primer puesto, un ganador y un perdedor, uno que triunfa y otros que fracasan.

¿Qué imagen devuelve la sociedad de aquel que no hace carrera en la vida y se ve condenado a ser "simple trabajador"? Pues que es un fracasado, alguien que no ha sabido aprovechar las oportunidades, alguien conformista, sin ambición, sin iniciativa, y que "tiene lo que se merece".

¡Esa es la ideología que nos rodea! ¿Podemos hacernos la ilusión de que vamos a vernos libres de ese medio ambiente que nos entra por todos los poros a todas horas, todos los días de la semana? ¿Podemos imaginarnos que esos modelos que se nos pegan en la piel no van a penetrar en las organizaciones que intentamos construir, en las luchas que como trabajadores protagonizamos?

Pensamos que no, que casi sin darnos cuenta, en la mayoría de los casos sin quererlo ni buscarlo, nos vemos arrastrados a un torbellino de rivalidades, malos entendidos, prejuicios, agravios comparativos, antipatías y preferencias ... que dificultan nuestras relaciones individuales y colectivas.

Pero ¿entonces de qué nos sirve organizarnos, reunirnos? Aquí es fundamental comprender que una organización autónoma de trabajadores, desde una asamblea hasta un grupo obrero, no puede concebirse como un islote aislado del mundo, como una fortaleza impenetrable ... Debemos concebirla como un medio colectivo de lucha contra los virus de la rivalidad, de la insolidaridad, del cada uno a la suya.

¿Cómo luchar contra las tensiones que pueden surgir?

No se trata pues de hacerse la ilusión de que se pueden evitar, lo que necesitamos es luchar contra ellas cuando surgen tratando de comprender cuales son sus causas y de sacar lecciones para poder superarlas más pronto y de manera más eficaz si vuelven a reaparecer.

No tenemos ninguna receta, ahora bien podemos compartir con vosotros algunas lecciones que hemos aprendido en nuestras propias experiencias y al mismo tiempo apoyarnos en todo lo que el movimiento obrero a lo largo de sus más de dos siglos de historia ha sacado como lección de estos problemas.

Este último punto nos parece muy importante. Los trabajadores somos gente "normal", que siente, sufre, tiene pensamientos, iniciativas, desengaños ... el movimiento obrero no es ajeno a todo ello, al contrario, es un movimiento humano, social, y por esa humanidad profunda es político. Por ello, apoyarnos en lo que gente como nosotros vivió hace 50, 100, 200 años, es vital y nos ayuda en gran medida. Por eso queremos compartir con vosotros todo ese bagaje:

1º Hay que tratar los problemas que surgen con un método. Por ejemplo, un error frecuente es que, en nombre de la sinceridad y el "no ocultarse nada", hacer una sesión pública en la que todos se echen a la cara sus recriminaciones, sus agravios, sus deseos de revancha ... Una especie de "poner todo sobre la mesa para que surja la catarsis". Ese tipo de acciones lo que producen en realidad es un incremento aún peor de las tensiones puesto que unos se ponen a la defensiva, otros les da vergüenza y están deseando largarse, otros se encabritan y se ceban con tal o con cual, al final es un enorme caos.

Es mucho mejor nombrar un equipo con compañeros que gozan de la confianza de todos, que son más serenos o están menos implicados en los conflictos. Que ese equipo escuche a cada cual, recoja sus sentimientos, sus eventuales rencores etc., y después los analice y los presente al colectivo de una manera más global y meditada permitiendo a todos tomar distancia, ver las cosas desde un ángulo más reflexivo ... Esto existía en la historia del movimiento obrero, en el siglo XIX y principios del XX bajo la forma de Comisiones de Conflictos.

2º Hay que comprender que ni la solidaridad ni la confianza ni el compañerismo se decretan, hay que cultivarlos, desarrollarlos, vivirlos, y eso requiere no solo un esfuerzo personal sino también un esfuerzo de reflexión, de comprensión. Vivimos bajo una sociedad que tiende a destruir la confianza, la solidaridad, la empatía mutua. Se requiere un combate práctico y teórico para alimentarlas y desarrollarlas. Nosotros -a partir de nuestras experiencias- hemos escrito un texto colectivo sobre la solidaridad y la confianza donde analizamos porque en la época que nos ha tocado vivir cuestan tanto de desarrollar. Estudiamos de manera a la vez histórica y a la vez concreta el por qué le cuesta tanto a los trabajadores y a las organizaciones proletarias el funcionar cotidianamente desde la solidaridad y la confianza. Nos ofrecemos para realizar un encuentro - debate donde podamos comentaros las lecciones y los análisis que hemos sacado y compartir ideas, soluciones, iniciativas ...

3º Hay que abrirse, hay que evitar encerrarse en el pequeño mundo del centro de trabajo, de la ciudad. Los contactos con compañeros de otros centros, de otras localidades, del mundo entero, nos proporcionan una visión, una capacidad de intercambiar experiencias, una distancia ante los problemas, que evita que nos ahoguemos en ellos y contribuye a que acabemos superándolos. Con vuestras iniciativas de asambleas abiertas, de redes de solidaridad y encuentro etc., estáis trabajando claramente en esa dirección y os animamos a proseguir en ella.

Bueno, compañeros, hasta aquí algunas ideas, por supuesto estamos muy abiertos a debatir, a colaborar, a aportaros pero también a ser enseñados por vosotros. Sabed que contáis con nuestro apoyo sin reservas, con nuestra entera disponibilidad.

Saludos fraternos

CCI

 

 

 

 

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