Tras 40 años de crisis económica: ¿Una crisis como las anteriores?

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Desde hace un año asistimos al último y más grave episodio de la crisis económica que ha azotado el mundo durante los últimos cuarenta años. El inicio de la recesión se desencadena a raíz de la llamada crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos, con el consiguiente estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis crediticia que se extendió por los cinco continentes. Además en la presente crisis económica se concentran todos los factores negativos de los últimos cuarenta años: vuelve con fuerza la inflación, la especulación se traslada de la bolsa y el sector inmobiliario a las materias primas y los alimentos, devaluación del dólar, crisis del endeudamiento y el sector financiero, ineficacia de la coordinación de la política económica a nivel internacional...

 

¿Una crisis de la economía española?

Mientras en poco menos de medio año hemos asistido a la quiebra de instituciones financieras de primer orden, como Bear Stearns en Marzo, o recientemente Fannie Mae y Freddie Mac, las dos principales entidades hipotecarias estadounidenses; o en Europa, el Northern Rock bank en Gran Bretaña o la BNP Paribas en Francia; los titulares de la prensa "seria" en España revolvían entre los discursos de ZP para hacer noticia de si el gobierno reconocía que la crisis afectaba a la economía nacional, o se mantenía impasible en la defensa de su salud, a lo sumo admitiendo una "desaceleración".

Solbes ha rizado el rizo para defender que las turbulencias económicas son un factor exógeno frente al que la economía española dispondría de un colchón a cuenta del superávit económico fiscal. Pero la onda expansiva de la crisis hipotecaria ha afectado de lleno al capital español. Durante el primer trimestre de 2008, el número de ventas de viviendas cayó el 29% y cerca de dos millones de pisos y chalets no encuentran comprador; esta situación repercute en la quiebra de inmobiliarias como Martinsa-Fabesa, que se prevé que puede provocar un efecto dominó. La crisis inmobiliaria sin embargo, es sólo la punta de un iceberg que afecta al conjunto de la economía: en lo que va de año, la bolsa española ha acumulado un 25% de pérdidas; las previsiones de crecimiento del PIB para el segundo semestre son del 0% y se calcula que para finales de año, el número oficial de desempleados rondará los tres millones...

Frente a esto, el PP dice que los socialistas no han sabido gestionar la bonanza económica que legó el gobierno de Aznar, e IU y sus satélites  radicales achacan la crisis a una política especulativa que sólo busca el beneficio privado. Pero la base del crecimiento económico durante los gobiernos de Aznar ha sido precisamente la burbuja especulativa inmobiliaria y aunque no dudamos que IU sabe mucho de especulación y beneficios privados, como ha demostrado en algunos ayuntamientos, no aporta nada para aclarar las causas y la dinámica de la crisis. Al contrario, tanto la posición del gobierno, que insiste en que la economía estaría a salvo de las sacudidas financieras mundiales, como la del PP o IU, que se centran en un problema de gestión, dan una visión nacional de los problemas, de las causas y el desenlace de la crisis.

Pero el origen y la dinámica de la crisis son mundiales.

La crisis de las hipotecas subprime en USA se ha transformado rápidamente en una crisis crediticia internacional. Los chanchullos con la "titularización" de las hipotecas basura, por la que se colaban estas deudas de alto riesgo, junto a otros valores más "serios", e incluso bonos del Estado, en los mercados financieros más "respetables", ha puesto de manifiesto que en realidad todo el sistema financiero mundial descansa en una especulación desenfrenada, en créditos basura al fin y al cabo no esencialmente diferentes a las subprime, e incluso peores. Nadie confía en los números de los demás bancos y entidades financieras, ni en la "limpieza" de sus "operaciones", ni se atreve a arriesgar su dinero en préstamos dudosos. La liquidez se contrae y la actividad económica mundial se detiene, puesto que, ante la falta de mercados solventes reales donde vender las mercancías de la producción capitalista, el crédito constituye un mercado ficticio, una droga, que mantiene en vida la economía a costa de minar más y más en profundidad su salud.

No es la primera vez que el casino en que se ha convertido la economía mundial sufre quiebras importantes, que significan pérdidas de miles de millones de dólares, cierres de empresas, despidos y miseria para partes importantes de la población y de la clase obrera. En los años 80 vimos la crisis de la deuda de los países latinoamericanos y en los 90 la de los Tigres asiáticos. Pero hoy el epicentro de la crisis es la primera potencia mundial; de ahí la rapidez con que se ha extendido a todo el mundo y la gran desconfianza que se ha generado en los mercados financieros. La devaluación del dólar, que es la moneda del comercio mundial, es una confirmación de la gravedad de la situación. No se trata de una agravación más de la crisis, sino de un hundimiento cualitativo del paliativo que la burguesía venía aplicando para tratar de contener la crisis histórica y mundial del capitalismo: El crédito.

 

¿Es una crisis cíclica de la cual se podría salir con la aplicación de medidas acertadas?

 

Las crisis cíclicas fueron un fenómeno del siglo XIX (del período ascendente del capitalismo que duró hasta la Primera Guerra Mundial). Cada diez años más o menos aparecían las crisis de sobreproducción relativa (la tendencia de la producción capitalista es a desarrollarse al máximo como si no tuviese límites, pero necesita conquistar los mercados extracapitalistas, ya que como demostró Marx la ley de Say de que "la producción capitalista crea su propio mercado" es falsa). El capitalismo sale de sus crisis periódicas incorporando los mercados extracapitalistas y extendiéndose por todo el mundo. Pero como dijeron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: "...Basta citar las crisis comerciales que, con su recurrencia periódica, cuestionan en forma cada vez más amenazadora la existencia de la sociedad burguesa toda. En las crisis comerciales se destruye regularmente gran parte no solo de los productos engendrados, sino de las fuerzas productivas ya creadas. En las crisis estalla una epidemia social que en todas las épocas anteriores hubiese parecido un contrasentido: la epidemia de la superproducción. Súbitamente, la sociedad se halla retrotraída a una situación de barbarie momentánea; una hambruna, una guerra de exterminio generalizada parecen haberle cortado todos sus medios de subsistencia; la industria, el comercio, parecen aniquilados. ¿Y ello por qué? Porque posee demasiada civilización, demasiados medios de subsistencia, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone ya no sirven al fomento de las relaciones de propiedad burguesas; por el contrario, se han tornado demasiado poderosas para estas relaciones, y éstas las inhiben; y en cuanto superan esta inhibición, ponen en desorden toda la sociedad burguesa, ponen en peligro la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas se han tornado demasiado estrechas como para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿De qué manera supera la burguesía las crisis? Por una parte, mediante la destrucción forzada de gran cantidad de fuerzas productivas; por la otra, mediante la conquista de nuevos mercados y la explotación más a fondo de mercados viejos. ¿De qué manera, pues? Las supera preparando crisis más extensas y violentas y reduciendo los medios para prevenir las crisis.."

 

En 1914 comienza la decadencia del capitalismo, la etapa de las guerras imperialistas y de las revoluciones como dijeron los revolucionarios de la época. El mundo ya está repartido entre las grandes potencias, y los capitalismos nacionales que llegaron tarde al reparto (Alemania; Estados Unidos, Japón...) se ven obligados a cuestionar este reparto. La Primera Guerra Mundial inaugura la quiebra histórica del capitalismo, cien años de barbarie que han martirizado a la humanidad. Salvo unos años de reconstrucción tras la IIª guerra mundial, lo permanente han sido las guerras de exterminio y la crisis económica de sobreproducción relativa.

Eso no significa sin embargo, que la burguesía haya renunciado a gestionar el hundimiento del capitalismo en la crisis, tratando de engañar al proletariado y a sí misma con diferentes estrategias para confrontar la crisis que prometían "la salida del túnel"  y una nueva prosperidad, e intentando ocultar su verdadera dimensión.

Con la reaparición de la crisis abierta tras la IIª guerra mundial, a finales de los años 60, recurrió a las mismas medidas que en los años 30, haciendo que el Estado se endeudara, tratando de paliar la falta de mercados, y poniendo masas de dinero en circulación. Esta política dio lugar al estallido de la inflación, con cifras de dos dígitos, que devoraban en poco tiempo los salarios, animando las luchas obreras, y dificultaban el comercio mundial. Por otro lado, trató de presentar esta situación como fruto de la subida de las materias primas y particularmente del precio del petróleo.

Sin embargo, ante la agravación continua de la crisis, recurrió a partir de los años 80, a repartir la deuda del estado entre las empresas y los particulares, por medio de bonos y títulos de deuda, estimulando la especulación en bolsa para mantener, como siempre ante la falta de mercados solventes, una fuente de ganancia y al mismo tiempo de reembolso parcial de los créditos que diera una cierta credibilidad de que las deudas gigantescas acumuladas podían reembolsarse algún día y mantuviera en funcionamiento la economía mundial. Esto consiguió controlar la inflación durante los años 80 y 90; en cambio abocó a una sucesión de quiebras de una envergadura colosal, de las que la última, a finales de los 90, fue la de los Tigres asiáticos, y a un aumento de los despidos y el desempleo a través de las reestructuraciones y las quiebras.

A partir de ese momento, es la primera potencia mundial, EEUU, la que asume, a través de un gigantesco déficit, el papel de "locomotora mundial". A comienzos de los 2000 se nos presentan las empresas "puntocom" como un verdadero campo de acumulación, expresión de la vitalidad del capitalismo; espejismo que dura apenas un año, volviendo con fuerza la recesión a partir de 2001. Y últimamente, la burguesía USA encuentra en la especulación desenfrenada en el mercado inmobiliario y de hipotecas, un nuevo campo de endeudamiento para mantener la ficción de una economía "sana".

 

 
¿Por qué nos enfrentamos a la peor recesión económica de los últimos cuarenta años?

 

Tras cuarenta años de paliativos a este enfermo terminal que es el modo de producción capitalista: keynesianismo, gasto público, monetarismo, reaganomics, endeudamiento público, endeudamiento privado, huida en la especulación más salvaje... Hemos llegado a la situación en que estas drogas no sólo no calman los dolores del enfermo sino que están creando efectos nocivos como ocurre con la crisis crediticia. Han reaparecido simultáneamente todos los síntomas y achaques de todas las recesiones anteriores: encarecimiento del petróleo y de las materias primas, vuelta de la inflación, crisis monetaria y de la deuda, encarecimiento de los alimentos y agravamiento de las hambrunas, especulación salvaje, aumento del paro... Huida hacia el armamentismo y la guerra imperialista...

En efecto, el alza de los precios de las materias primas y de los productos alimentarios hoy es expresión, no sólo del desarrollo de la inflación, sino del desplazamiento de la especulación a estos productos básicos. Con esto, el capitalismo no sólo pone de manifiesto su incapacidad de alimentar a la población mundial (mientras por otro lado destruye y limita cultivos y productos alimentarios del ganado); sino que muestra igualmente que para el capital es más importante la ganancia que la vida.

En cuanto a la inflación, se podría argumentar que las cifras actuales del 3 al 5% aproximadamente en los países centrales, no alcanzan ni de lejos las cifras de los años 70; pero se olvida aquí que un solo punto de aumento de la inflación tiene hoy cualitativamente una mayor implicación para la clase obrera y la población y significa que muchos obreros no van a poder pagar la hipoteca, o hacer frente a sus gastos corrientes. Igualmente el desempleo actualmente significa una condena a la miseria, sin prácticamente ninguna cobertura social (para la mayor parte de precarios) y con una perspectiva muy difícil de volver a encontrar trabajo; cuando no significa directamente la expulsión a sus países de origen, para los emigrantes, donde les esperan los sufrimientos de los que trataban de huir arriesgando incluso sus vidas.

En cuanto a la escalada de los gastos en armamento, la inversión colosal, el pozo sin fondo de la guerra de Irak, con un presupuesto actual (que va a aumentar tras las elecciones) de más de 150 mil millones de dólares, ilustra bien esta dinámica.

La burguesía mundial había mantenido frente a la crisis económica cierta coordinación a nivel internacional, que se manifiesta por ej en la supervivencia de organismos económicos que estaban vinculados a  la división en bloques imperialistas, y que han sobrevivido a su desaparición momentánea, como la misma UE por ej.  Esa tentativa de ejercicio de responsabilidad frente a la gestión de la crisis, está empezando a resquebrajarse ante los primeros síntomas serios de su agravación; así vemos la devaluación salvaje del dólar, el cuestionamiento de la autoridad del Banco Central Europeo y del Tratado de Lisboa, que tiende a un "sálvese quien pueda" enclaustrando a cada capital nacional dentro de sus fronteras y una tendencia al proteccionismo...que recuerda a los tan temidos años 1930.

No somos ni los únicos, ni los más agoreros, que vemos estos signos de gravedad de la crisis. Un Medio con tan buena reputación de analista en el terreno de la burguesía como Le Monde Diplomatique, publica en su editorial del número de este mes: «Lo peor nunca es seguro y la numerología no es una ciencia exacta, pero el año 2009 bien podría parecerse a aquel nefasto 1929...» .

Y es que, el hundimiento de los mecanismos crediticios al que asistimos actualmente, significa de hecho el bloqueo del principal medio que la burguesía ha empleado hasta ahora para gestionar el hundimiento del capitalismo en la crisis. La causa que en última instancia expresa la decadencia del capitalismo, el choque entre las relaciones de producción capitalistas y el desarrollo de las fuerzas productivas, es la imposibilidad de encontrar mercados solventes donde realizar la plusvalía contenida en las mercancías producidas para proseguir una acumulación ampliada. El empleo masivo y pervertido del crédito ha ocultado este problema, que ahora sin embargo estalla, amenazando la supervivencia misma de amplias porciones de la población y del proletariado que son expulsadas de la producción social.

 

¿A quién tratará la burguesía de hacer pagar los desastres de la crisis económica?

 

Los diferentes portavoces de la Izquierda del Capital, desde los señores Llamazares, Blanco, sindicatos y demás ralea, se desgañitan para pedir que los peores efectos de la crisis no recaigan sobre la clase trabajadora. Como si en los llamados por ellos "años de bonanza económica" no hubiesen habido despidos (muchos de ellos dirigidos por el propio gobierno Zapatero), recortes salariales, aumento de la precariedad y recortes en sanidad y pensiones... Un ej. es que, según el Barómetro social de España 1994-2006, «en pleno ciclo expansivo, el salario medio anual disminuyó en un 2,4%». De igual forma, los ataques del capital a la clase obrera en esos periodos "de bonanza" se expresan también en una sobreexplotación. Según las estadísticas recientes del INE, en España «ocho de cada diez ocupados sufre sobrecarga de trabajo. Casi dos de cada diez trabajadores se ha puesto enfermo en el último año y un 5% ha tenido un accidente». Marx decía que cuando el patrón gana el trabajador no gana, y cuando el patrón pierde el trabajador pierde...

No es de un pequeño "ajuste de la calidad de vida" de lo que están amenazados el proletariado y los estratos no explotadores de la población; ni son los obreros "españoles" los únicos afectados. Para empezar, el futuro que les reserva la burguesía a los millones de emigrantes, tanto en España, como en Europa (y que abordamos en otro artículo), es el cierre de fronteras, cuando no la expulsión.

Pero el futuro no pinta mejor para los obreros "autóctonos" de los países centrales, sobre los que pesa igualmente una amenaza de expulsión, pero de los pisos que no pueden pagar, y de los empleos. La oleada de desahucios en EEUU como consecuencia de los impagados, es un botón de muestra de lo que decimos. En la periferia de las grandes ciudades, la población comienza a vivir en tiendas de campaña, como en 1929, cuando Central Park se convirtió en una chabola. Por otra parte, el desempleo actual, no cuenta ya más con los tampones sociales que pudo encontrar en los años 80, que son la referencia más inmediata de despidos masivos. Hoy se trata del despido de precarios (puesto que durante los últimos 20 años no ha cesado un goteo de despidos, camuflado a menudo como un deterioro de las condiciones de empleo, la eventualidad y la precariedad), que difícilmente pueden contar con el apoyo familiar, puesto que sus familiares están jubilados con pensiones que apenas les dan para ellos, o directamente desempleados; y que se van a topar con el resultado del desmantelamiento del "Estado social", el recorte de las pensiones y subsidios y de los gastos sanitarios.

Por otra parte, la inflación y la especulación en productos alimentarios plantea a medio plazo la aparición del hambre en los sectores más desfavorecidos de la población y de la clase obrera. De hecho ya puede verse en EEUU que estos sectores acuden a los comedores populares o sólo pueden hacer una comida al día.

Frente al desarrollo de la crisis el proletariado no tiene otra opción más que luchar en su terreno de clase y ganar para su lucha, que es la única que ofrece un porvenir, a las masas hambrientas del Tercer Mundo y a las capas no explotadoras de la población  que también se ven sometidas a un sinfín de calamidades y penurias. Esas luchas se están desarrollando a nivel internacional desde Alemania hasta Egipto, desde Turquía hasta Gran Bretaña, por los cinco continentes, y es que como dijeron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: "...la burguesía no sólo ha forjado las armas que le darán muerte; también ha engendrado a los hombres que manejarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios".

 

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