Intervención del EKS en el 17º Congreso de la CCI.

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Publicamos a continuación la intervención realizada por estos compañeros en el pasado Congreso Internacional de la CCI, de cuyos trabajos hemos dado cuenta en AP nº 196 y más extensamente en la Revista Internacional nº 130.

 

En los últimos cinco meses han ocurrido multitud de conflictos en Turquía. Tras el asesinato de Hrant Dink en Enero, se han sucedido ataques brutales contra extranjeros, varias manifestaciones nacionalistas multitudinarias, ha habido atentados con bombas en las principales ciudades, y, desde luego, ha proseguido la guerra entre las guerrillas nacionalistas kurdas y el ejército turco. La situación parece empeorar día tras día. Hace sólo unas fechas estalló una bomba de la burguesía en Ankara matando seis personas e hiriendo a más de un centenar de ellas. El primer ministro, por su parte, apela a la unidad contra el terrorismo e incluso las organizaciones más izquierdistas de la burguesía se suman a este llamamiento.

La población de Turquía, sobre todo la de las ciudades más importantes, se ve atrapada en una polarización artificial entre, por un lado, la oposición burocrática que propugna el laicismo del Estado y, por otro, los que respaldan al gobierno islamista liberal.  La prensa afín a la oposición laicista se pone dramática y proclama que «el régimen está en peligro» y han empezado a organizar manifestaciones multitudinarias contra sus adversarios políticos. Aunque estos "media" afirmen que estas manifestaciones son expresión de un movimiento «nacido de las entrañas del pueblo», lo bien cierto es que quien acudió a tales manifestaciones se sintió confortado y respaldado por una facción muy poderosa de la burguesía. Pero quizás lo más significativo de esas manifestaciones fueron las consignas nacionalistas de izquierda que allí se corearon. Tales consignas muestran en realidad la miseria del anquilosado estado burgués, causada por la descomposición de la obsoleta ideología del estado "kemalista" (se refiere al régimen creado por Kemal Ataturk en 1923 - N de la R de AP -). El marasmo en que se encuentra esta ideología no sólo se aprecia en esas consignas, sino también en el surgimiento de grupúsculos fascistas creados por generales jubilados del ejército que se juramentan para matar o morir por la salvación de la patria, e igualmente en el hecho de que antiguos grupos izquierdistas parecen haberse reconvertido a la extrema derecha y realizan "pintadas" en las paredes reclamando la invasión del norte y el centro de Irak. Incluso ha habido momentos en que altos mandos del ejército han proclamado la necesidad de la "liberación" de los turcomanos iraquíes. Hay que tener en cuenta que la burocracia militar aún constituye uno de los poderes más importantes en Turquía. Sin embargo nada es ya como solía ser. Para ello basta analizar la propaganda en contra del actual gobierno. Nunca antes esta fracción de la burguesía ha tenido que recurrir a una propaganda tan masiva para tratar de inducir la idea de que cuenta con un apoyo igualmente masivo. Pero el hecho de que hayan conseguido sacar a las calles a cientos de miles de personas no es en realidad sino un signo de desesperación. Cuanto más desesperada se encuentra la burguesía tanto más perversa se vuelve.

Pero la otra facción de la burguesía está experimentando igualmente multitud de problemas. Cuando el gobierno de Tayyip Erdogan resultó elegido con el apoyo de la mayoría de la clase capitalista, los planes de ésta eran hacer realidad el viejo sueño de convertir a Turquía en el puente de unión entre Bakú y Europa y lograr así integrarse en la UE. Hasta hace muy poco parecía factible la materialización de este sueño, pero Rusia ha maniobrado para convertirse en lo que aspiraba a ser Turquía, las ambiciones imperialistas turcas en Asia Central se han visto seriamente perjudicadas y también se han visto afectadas sus posibilidades de integración en la Unión Europea. Y aunque el gobierno de Erdogan sea aún muy fuerte es probable que no lo sea tanto después de las próximas elecciones. El gobierno Erdogan no pareció interesado en participar en la invasión de Irak a pesar de la invitación que le hizo Estados Unidos. No por que careciera de ambiciones imperialistas en la zona, sino porque no quiso ir donde lo enviaba el Tío Sam, que no era precisamente al norte de Irak. Por otro lado hay que señalar que no se daban las condiciones sociales de una movilización masiva para la guerra dada la amplitud del movimiento contra ésta. Hoy, sin embargo, vemos cientos de miles de personas movilizadas por el nacionalismo y henchidas de furor contra los kurdos. Las cuestiones que se plantean son pues: ¿Es la invasión del norte de Irak una fantasía de grupúsculos fascistas o una posibilidad que puede verdaderamente materializarse? ¿Preferirán los norteamericanos el imperialismo turco a las fracciones de la burguesía kurda que no han conseguido controlar efectivamente esta zona? ¿Reorientará la burguesía turca sus ambiciones imperialistas hacia el control del petróleo del norte de Irak? Una nueva guerra imperialista puede tener lugar en Oriente Medio antes de lo esperado. Las principales cadenas televisivas turcas, incluida el infame canal que ha comenzado recientemente a emitir en Turquía, han empezado a organizar debates sobre si Turquía debe invadir el norte de Irak o no. Por su parte los grupos izquierdistas se apresuran a organizar la presentación de sus candidaturas, como independientes, a las próximas elecciones, con objeto de convertir el parlamento burgués en un animado y apasionado foro animado y que las elecciones concluyan con la creación de un gabinete de guerra que cuente con el respaldo de todos aquellos que se han movilizado en pro del laicismo y del kemalismo. Estamos hablando de una posibilidad. Quizás no la más probable. Pero sí de una muy significativa y muy peligrosa posibilidad. Lo que demuestra esta posibilidad es la mentalidad que tiene la burguesía ante la guerra imperialista.

En 1974, cuando el ejército turco invadió Chipre, los generales enviaron soldados y carros de combate a la frontera con Grecia. De haber contado con unas condiciones sociales favorables no habrían dudado en desencadenar un sangriento conflicto contra este país. Hoy, si las condiciones fueran las adecuadas para la burguesía turca, tampoco vacilaría en atacar el norte de Irak, sin que le importara avivar aún más un irresoluble conflicto así como las secuelas de destrucción, violencia y dolor que tal guerra supondría. La burguesía turca registra numerosos problemas: hay un serio enfrentamiento entre distintas fracciones de la clase dominante, el Estado social se está abandonando, el viejo concepto burgués de ciudadanía se desvanece, la burguesía turca ha fracasado en su pugna por eliminar a la burguesía kurda, y las envejecidas estructuras políticas e ideológicas kemalistas, que constituyen el fundamento del estado turco, aparecen hoy como un pesado lastre para la propia burguesía. Y, sin embargo, la destrucción de esas caducas estructuras amenaza al conjunto del régimen, pues el kemalismo supone la justificación política del régimen burgués en Turquía. La burguesía turca camina hoy sobre el filo de una navaja, La única "solución" que ve como salida a sus problemas es una nueva guerra imperialista. Si no se produce ahora en el norte de Irak, tendrá lugar más adelante quizás en otra parte, pero ocurrirá. Como se dice en el Manifiesto de la Izquierda Comunista a los trabajadores de Europa, escrito en 1944 por la Izquierda Comunista de Francia y los Revolutionaren Kommunisten Deutschlands: «Mientras existan explotadores y explotados, el capitalismo es la guerra y la guerra es el capitalismo», y lo que puede verse hoy con claridad con la sucesión de inacabables conflictos locales, de atentados en las ciudades, de las matanzas que se extienden por el planeta,... es que el capitalismo conduce a la humanidad a la barbarie.

 

 

La revolución proletaria mundial es la única alternativa a la barbarie capitalista

 

Y esto nos lleva a la situación del proletariado en Turquía. Tras la derrota de la oleada masiva de luchas obreras que se desarrollaron en Turquía a partir de 1989 - iniciada con las huelgas de los empleados públicos que se extendieron rápidamente a trabajadores, afiliados y no afiliados a los sindicatos, en las empresas privadas, y que condujeron a la formación de comités de fábricas independientes -  y que acabó en 1995 con la ocupación pública por parte de los obreros de la llamada Plaza Kizilay en Ankara (donde se hallan las sedes administrativas del gobierno turcos); los sindicatos han maniobrado para lograr una mayor influencia sobre el proletariado. En los últimos años hemos asistido a un notable aumento del numero de luchas obreras. Sobre todo en los últimos meses se han producido varias manifestaciones con bastante participación de trabajadores, así como una oleada significativa de ocupaciones de fábricas y numerosas huelgas en bastantes sectores. Sin embargo casi ninguna de estas luchas parece haber conseguido sus propósitos, debido sobre todo al hecho de que aunque hayan sido muy numerosas, se han quedado aisladas en un único sector, o en un solo centro de trabajo, sin haber logrado extenderse. Y en ausencia de una lucha unida, a la burguesía le cuesta menos derrotar la combatividad de los trabajadores. Es también importante resaltar que muchas de estas luchas han sido activamente saboteadas por los sindicatos. Por ejemplo durante la ocupación de una fábrica, los sindicatos consiguieron parar la lucha dándoles a los trabajadores una bandera nacional para que la hicieran enarbolar en la factoría. De hecho en muchas de esas luchas los propios obreros han hecho saber su descontento respecto a los sindicatos. Por supuesto los sindicatos no se limitan en Turquía a trabajar activamente para la burguesía saboteando la combatividad  de los trabajadores, sino que juegan un importante papel en la movilización del proletariado para la causa nacionalista. Incluso los sindicatos más izquierdistas han contribuido a alinear a los trabajadores tras la fracción de la burguesía en las manifestaciones en pro del "Estado laico".

Esta función de los sindicatos se vio aún más clara en el pasado 1º de Mayo en Estambul. El principal sindicato de orientación nacionalista de izquierdas había declarado que iba a celebrarlo en una zona "prohibida" de la ciudad - la Plaza Taskim - en conmemoración del 30º aniversario del infame «1º de Mayo Sangriento» - cuando una concentración de cerca de un millón de personas fue tiroteada por un grupo de pistoleros escondidos en dos edificios y un automóvil cercanos -. El gobernador de la ciudad de Estambul, conocido por sus simpatías con el partido de Erdogan se había mostrado decidido a impedir la manifestación de este año, por lo que muchos grupos y organizaciones izquierdistas se habían mostrado dispuestas a sumarse a la manifestación sindical. Muy pronto el control de ésta se escapó de las manos de los líderes sindicales y de los grupos izquierdistas legales. El 1º de Mayo resultó brutal. El gobierno municipal de Estambul había ordenado a la policía que actuara sin piedad, y ¡vaya si lo hizo! Cuando los trabajadores se estaban reuniendo para entrar en la Plaza Taskim se vieron atacados por la policía.  Muchos resultaron apaleados, cerca de un centenar fueron arrestados, y una persona de edad avanzada murió en su casa por la inhalación de los gases lacrimógenos lanzados por la policía. Mientras la prensa de derechas presentaba a la policía como los héroes de la jornada, los "media" liberales, nacionalistas e izquierdistas culpaban al gobernador del caos circulatorio ocasionado, y proclamaban a los líderes sindicales como los verdaderos héroes. Hay que decir que cuando la policía permitió finalmente la entrada en la Plaza Taskim a los líderes sindicales, éstos habían desaparecido y se dedicaban a hacer declaraciones a la TV proclamando la "gran victoria" que habían obtenido. Por otro lado, y como cabría esperar de ellos, los sindicatos no hicieron nada por la lucha de clases. Habría bastado probablemente la amenaza  de una jornada de lucha para impedir que se cebara la represión con los apaleados y los detenidos, pero los sindicatos demostraron, una vez más, que nada tienen que ofrecer al proletariado. En lugar de ello, los sindicatos presentaron el 1º de Mayo como una lucha por la democracia, y  los líderes sindicales llegaron incluso a explicar la brutalidad policial como una venganza por las anteriores manifestaciones nacionalistas y laicistas.

Las condiciones de vida de los obreros turcos son verdaderamente malas, hasta extremos inimaginables sobre todo enlos trabajadores agrícolas e industriales de ciertas regiones del país. Por otro lado, una gran parte de licenciados universitarios - incluyendo por ejemplo médicos e ingenieros - se está viendo proletarizada y sufre una explotación extrema, y eso cuando encuentra un empleo. Existe un desempleo masivo sobre todo entre los jóvenes. Con la descomposición de la ideología estatal y en ausencia de una poderosa voz comunista, muchos de estos desempleados se ven arrastrados a ideologías tales como el islamismo o el nacionalismo y la liberación nacional. Es verdad que hay sectores muy combativos de la clase obrera, pero la dominación de los sindicatos y la influencia de ideologías burguesas sobre los trabajadores impide que estos se unan sobre una base de clase. La única solución a los problemas del proletariado,  el único remedio a perjuicio que ocasiona a los trabajadores la ideología de la burguesía es el internacionalismo proletario y la solidaridad internacional del proletariado.

La burguesía conduce a los trabajadores a más y más sufrimientos, más miseria y más muerte. El comunismo es la única verdadera alternativa al hundimiento en la barbarie. En estas circunstancias pensamos que es extremadamente importante que los diferentes grupos proletarios se impliquen en una discusión regular y en el desarrollo de una solidaridad internacional.

 

Julio 2007

 

Este texto aparece igualmente publicado en inglés.

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