Irak, la barbarie sin fin

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Atentado tras atentado, los medios de comunicación nos desgranan la enumeración de las víctimas, siniestro registro cotidiano de la barbarie que aparece entre la rubrica de sucesos y la de los ecos de sociedad como cualquier crónica de actualidad. Esta banalización del horror, presentada como una fatalidad, un fenómeno “natural”, combinada con las mentiras y las campañas ideológicas de la clase dominante sobre sus causas, trata de hacer aceptar al proletariado la barbarie generada por el capitalismo en descomposición y de esterilizar la indignación que suscita. Este acostumbrarse a la barbarie, verdadero veneno para la conciencia del proletariado, inoculado en permanencia, tiene que combatirse puesto que es uno de los medios por los que la burguesía mantiene la pasividad de la clase obrera y asegura su dominación de clase sobre la sociedad.

La extensión de la barbarie constituye una de las manifestaciones más monstruosas de la quiebra del sistema capitalista en putrefacción. El capitalismo, que somete partes cada vez más importantes del planeta al azote de la guerra, representa una amenaza para la civilización y la supervivencia de la humanidad.

Un nuevo salto en el caos

La mayor operación de las tropas americanas desde la caída de Saddam Hussein: la toma de Faluya, así como la continuación de las ofensivas militares «en las próximas semanas y meses» que incluso pueden «intensificarse ante la proximidad de las elecciones iraquís» (D. Rumsfeld), como la que se ha llevado a cabo desde Noviembre con 5000 soldados en el “triángulo de la muerte” de la provincia de Babilonia, no ofrecen ninguna estabilización. Al contrario, la reacción de los USA a la pérdida de control sobre el país que hoy por hoy está sumido en la completa anarquía, y su presión, que intenta crear las condiciones para que puedan celebrarse las elecciones generales que den credibilidad a su presencia en Irak, sólo impulsan la implosión del Estado iraquí en la guerra civil generalizada y las convulsiones entre las diferentes bandas presentes. Los sangrientos atentados y las escaramuzas con víctimas se multiplican por todo el territorio, sin que se salve ninguna parte.

En Bagdad mismo, los ataques se producen ya directamente contra la “zona verde”, el sector supuestamente ultraseguro del centro. La ruta del aeropuerto, cerrada tras el disparo de mísiles contra los aviones americanos, está fuera de control USA. Los combates a plena luz del día en la capital han precisado el despliegue de carros blindados y el cerco de barrios enteros. Ramadi ha pasado a ser controlada por la guerrilla. En el Norte hay combates en Balad, Baji y Baquba. Mosul, la capital kurda, ha sido tomada y conservada durante tres días por los insurgentes huidos de Faluya. Los peshmergas kurdos, que formaban el grueso de la guardia nacional iraquí en Faluya, y en la toma de Mosul, están cada vez más implicados en los enfrentamientos.

La toma de Faluya (ciudad que suministró buen número de oficiales del ejército y los servicios de seguridad de Saddam Hussein que participaron en la represión de los chiítas, y refugio de esos cuadros del antiguo régimen tras la primera batalla de Faluya), se ha llevado a cabo con la aprobación tácita de las autoridades chiítas, lo que ha contribuido a atizar las tensiones entre estos y los sunitas. Así, Hilla, ciudad chiíta, y Latifiya, ciudad sunnita, han comenzado a librar una guerra larvada a golpes de asesinatos, emboscadas y secuestros. Ya se  ha creado una milicia chiíta antisunnita. Además, la división de unos y otros frente al escrutinio augura sangrientos arreglos de cuentas entre fracciones rivales. Los chiítas, que representan el 60% de la población en Irak y que Saddam ha mantenido alejados del poder, dirigidos por el Ayatolá Al-Sistani, son los más firmes partidarios de que se celebren las elecciones, de las que esperan sacar buen partido. Sin embargo, la fracción chiíta del Moqtada Al-Sadr, que ha comandado dos insurrecciones antiamericanas este año, se niega a participar, debido a las persecuciones contra sus partidarios.

Enemigas de siempre, las principales organizaciones kurdas: UPK y UDK, se unen para la ocasión. Entre los sunitas, el frente de rechazo de los comicios se ha fisurado: si la principal organización, el Comité de Ulemas, mantiene la consigna del boycott, muchas organizaciones sunnitas han decidido jugar su propia baza, particularmente el Partido islámico, surgido de los Hermanos musulmanes. Ya podemos ver cómo se multiplican asesinatos políticos y atentados contra diferentes personalidades en esta cesta de víboras.

En el seno de la misma burguesía USA se alzan voces que plantean claramente la única perspectiva que pueden plantear estas elecciones: «Brent Scowcroft, que fue consejero de Seguridad Nacional con Bush padre..., afirmó en un reciente debate en la New America Foundation que las elecciones iraquíes tienen "un gran potencial de ahondar el conflicto". Según él, hay que esperar un aumento de la tensión entre chiítas y sunítas y una "incipiente guerra civil"» (citado en La Vanguardia, 08.01.05)Sin embargo, la burguesía USA no tiene más opción que llevar adelante las elecciones. Si no tuvieran lugar, perdería credibilidad todo el discurso ideológico frente a la población sobre «la lucha por la democracia y la libertad» como la causa por la que se hace la guerra y mueren los soldados; pero sobre todo, aparecería como un signo de debilidad frente a sus “protegidos” en el país y allende, y sería un mensaje que captarían inmediatamente sus rivales imperialistas. Para resaltar el declive histórico del imperialismo USA baste comparar los procesos de “democratización” auspiciados por la Casa Blanca en los años 70 y 80 con la “liberación de la tiranía” a la que según nos dicen asistimos hoy en Irak. Mientras en aquel entonces las elecciones zanjaban una estabilización de los países democratizados y un dominio incontestable de USA sobre ellos, las próximas elecciones en Irak se celebran en un clima de una incontestable inestabilidad (al menos en 4 provincias no podrán prácticamente realizarse los comicios), y “benefician” a fracciones imperialistas rivales, empezando por el propio Irán padrino descarado de un buen número de fracciones chiítas iraquíes. El aumento de los atentados terroristas ante la proximidad de las elecciones no se alimenta únicamente de rivalidades locales: es el arma de guerra que utilizan bajo mano los imperialistas rivales de USA para socavar la posición americana.

Las rivalidades imperialistas alimentan la barbarie

A pesar de su debilitamiento en la arena imperialista mundial, y de su incómoda posición en Irak, donde se anuncian nuevas retiradas de tropas aliadas (Hungría las ha retirado a finales de Diciembre y Holanda y Portugal lo harán en breve), USA devuelve golpe por golpe, como ha mostrado la Conferencia de Sharm el Sheijk del 25 de Noviembre. Allí de entrada se ha sancionado una vuelta de los USA al marco de la ONU, lo que les permite presentar sus exacciones imperialistas bajo la cobertura de la legitimidad del “derecho internacional” amparado en la resolución 1546, que sirve de base a la declaración adoptada. Esta adhesión de Estados Unidos al multilateralismo le permite imponerse momentáneamente frente a sus rivales, particularmente Francia. USA ha conseguido bajar los humos de Francia, dejando sus tentativas de aumentar su influencia en Irak como vanas gesticulaciones. Francia, «que había sido la primera, junto a Rusia, en reclamar la celebración de una conferencia internacional sobre Irak, ha tenido que revisar sus ambiciones a la baja. En lugar del calendario de retirada de las tropas de la coalición que demandaba, tendrá que contentarse con un vago recordatorio del carácter temporal de su presencia en Irak» (citado en el periódico Libération). Se ha rechazado igualmente su propuesta de abrir la conferencia, no sólo a los protegidos de los USA que están en el poder en Bagdad, sino a todas las fuerzas políticas iraquíes, «incluyendo un cierto número de grupos o elementos que actualmente han tomado la opción de la resistencia armada» (M. Barnier, ministro de exteriores francés). Todo esto muestra, a los ojos de todos los que esperan el apoyo de Francia, que este gobierno no dispone de los medios para llevar a cabo sus pretensiones.

Otro éxito suplementario de Estados Unidos ha sido imponer una disminución de la deuda iraquí del 80% a Francia que, con el apoyo de Moscú y Berlín, los principales acreedores de Irak, se negaba a conceder más del 50% en provecho de una facción en el poder que está bajo la égida USA.

Irak es el punto neurálgico de los enfrentamientos entre grandes potencias que rivalizan por defender su rango imperialista mundial. La huida adelante de Estados Unidos con la escalada en el uso de la fuerza militar (prevé aumentar su dispositivo militar de 142000 a 150000 soldados a finales de Enero), y la sobrepuja que implica en la respuesta de sus rivales, no solamente aceleran la desintegración de Irak, sino que extienden su onda de choque a todos los países de alrededor y refuerzan las tendencias centrífugas al estallido de tensiones. De Palestina a Pakistán, de Arabia Saudita al Cáucaso, la desestabilización de la zona estratégica más importante del mundo capitalista, tiene y tendrá consecuencias mayores en la situación mundial. Esta expansión de la inestabilidad hacia zonas cada vez más centrales y más directamente sensibles para los intereses de las grandes potencias imperialistas se pone en evidencia en la desestabilización de Ucrania, como analizamos en el artículo: “Elecciones en Ucrania: las grandes potencias atizan el caos” en Révolution Internationale nº 353 (en francés).

El hundimiento en el caos de toda la región ilustra dramáticamente que en la fase de descomposición del capitalismo las rivalidades imperialistas y el uso repetido de la fuerza militar (que extiende los conflictos y los hace más incontrolables) constituyen el factor esencial de desarrollo sin precedentes de la barbarie.

 

Scott, 15 Dic 2005, Adaptado de Révolution Internationale nº 353

 

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